Como es viajar por primera vez hacia Machu Picchu entre amigas
Una de las mejores experiencias que podemos llevar adelante es la escapada con amigos. Es un viaje que lleva una buena logística previa, pero en esta nota, su autora Arantxa nos asegura que vale la pena intentarlo.
Las expectativas eran altas, el primer viaje de amigas que hicimos juntas a Mendoza nos dejó el mejor de los sabores taninos que podíamos imaginar. Este tenía más retos: volar al exterior, más días, más ahorros necesarios.
Cerramos fecha, dejamos a nuestros hijos y nos fuimos a conocer el Machu Picchu. Asumimos una buena dosis de inconsciencia. Hoy, ya desde casa, escribiendo esta nota, entiendo que tal vez demasiada.
Jamás imaginamos lo que significaba hacer el Camino del Inca:
- Estar 4 días en la montaña, con caminatas que oscilaban entre 2800 y 4200 m de altura, subiendo y bajando “gradas” (como le llaman a los escalones de piedra que construyeron los incas).
- Hacer etapas de 2 y 3 horas por tramo, un total de 8 cada día.
- Cargar una mochila con un par de mudas “por si acaso”…
- Permanecer sin conexión, sin refugios, sin guarda parques, sin policía, sin salitas de emergencia cercanas, sin desfibrilador, sin yeso por si nos torcíamos un pie…
- Contar solamente con un pequeño tanque de oxígeno y 100 gramos de hojas de coca para mascar “para el mal de altura”.
No lo dimensionamos… De haberlo hecho, no íbamos. Y sin embargo, fuimos. Y menos mal que fuimos porque coleccionamos primeras veces. Esto, para una sociedad con acceso a todo, ya es un tremendo regalo.
Aprendimos historia Inca y tradiciones andinas. A venerar la Tierra. A respetar a sus dioses, las montañas y la inmensidad de los templos.
Conocer un trabajo que sorprende
Conocimos a los porters; los héroes del camino: personas que cargan entre 25 y 40 kilos de material y alimentos para atendernos durante todos esos días. La primera pregunta (y sorpresa) ante semejante esfuerzo fue si la actividad estaba regulada. ¿Adivinan? Formalmente si. Realmente no.
Qué distinta nuestra vida y cuán lejos estábamos de creer que las iniciativas de distintos organismos no prosperaron. Los porters tienen sindicato. Si, como lo leen. Sindicato. Y esta agrupación NO permite que este tipo de trabajo se extinga. De hacerlo, tanto ellos como muchas comunidades se quedarían sin la fuente de ingreso, única junto a la actividad agrícola de la que viven.
Trabajan las tierras para alimentar a sus familias y en temporada alta (marzo-octubre) viajan comunidades enteras para atender al turismo en el Camino del Inca. En su mayoría hombres, aunque tuvimos la gran suerte de encontrarnos con las dos únicas mujeres que la realizan.
Primera vez llena de amor
Primera vez en carpa, primera vez de mochileras, primera vez totalmente desconectadas, primer vez sin el multitask, primera vez atravesando 45 km de montañas a pie. Primera vez contemplando las estrellas en ese silencio tan fascinante.
Estos años de restricciones han servido para algo. Atesorar momentos con quienes nos hacen felices, admirar las pequeñas cosas y sobre todo ser agradecidos porque, como dice Esteban Bullrich, “la vida es hoy”. Machu Picchu gracias. Amé “nuestra primera vez”.
Antes de terminar mi columna, una mención especial para @yaritzafrisancho por su predisposición, conocimiento, curiosidad y paciencia: estas virtudes la convirtieron en la mejor guía de montaña que nos podía tocar. A mi querida Giorgia por venir desde Roma y sumarse a esta locura. Y a mis amigas Mariela y Rosma. Mujeres fuertes, resilientes, renovadas y sobre todo, divertidas. Las 3 hicieron que esta aventura fuera INOLVIDABLE.
Arantxa Escribano
Comunicadora Social
Mujer de 1, Mamá de 4, Amiga de muchos.