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La renovación económica según Enrique Shaw: economía al servicio del hombre

Enrique Shaw defiende una economía basada en el bien común, donde empresarios y trabajadores colaboren, renovando, no revolucionando, la vida económica.

La economía al servicio del hombre y de las familias, no el hombre y las familias al servicio del interés de parte.

La economía al servicio del hombre y de las familias, no el hombre y las familias al servicio del interés de parte.

Archivo MDZ

Una de las diferencias entre una renovación y una revolución es la razonabilidad. Esta razonabilidad se valora en relación al orden de las cosas. El orden social, en este sentido, tiene algunas peculiaridades. La más saliente es la existencia de la libertad humana.

Este orden social tiene algo de presupuesto, es decir, la naturaleza humana y su bien común, pero también tiene algo de indeterminado: se trata de una naturaleza humana dinámica que se orienta a la perfección (bien común) mediante la práctica de acciones nuevamente, humanas. Se trata de acciones procedentes de la voluntad libre con conocimiento del fin, es decir, con la intervención de la inteligencia. La renovación o revolución, por lo tanto, deberá medirse conforme o no a esta naturaleza humana que tiene algo de esencial y algo de cambiable.

Este orden social, es el marco natural de la vida económica

Porque la economía es uno de los órdenes que están vinculados al bien del hombre. Así es cómo puede sostenerse que la economía está al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía. La institución habitual en la que se producen los bienes económicos es aquello que, modernamente, se denomina empresa. Sabiendo que se trata de una simplificación, puede decirse que la empresa es la unidad esencial de la vida económica contemporánea. Por este motivo, de acuerdo a cómo se conciba la empresa y sus fines, se concebirá la naturaleza de la economía.

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La renovación o revolución, por lo tanto, deberá medirse conforme o no a esta naturaleza humana.

La renovación o revolución, por lo tanto, deberá medirse conforme o no a esta naturaleza humana.

Quien puede orientarnos en la materia es Enrique Shaw. A esta altura, se trata de alguien que no necesita presentación. Él es autor de varios trabajos entre los que se desatacan, para el tema que interesa ahora, La misión de los dirigentes de empresa (conferencia en las Jornadas de Estudios sobre Problemas Humanos de la Empresa organizadas por la Asociación de Profesionales de la Acción Católica Argentina en Mendoza, el 17 de agosto de 1958) y La empresa, su naturaleza, sus objetivos y el desarrollo (una colaboración presentada por él y por Carlos Domínguez Casanueva al XI Congreso Mundial de la Unión Internacional de Asociaciones Patronales Cristianas entre el 27 y el 30 de septiembre de 1961 en Santiago de Chile). Enrique Shaw, reconocido empresario, afirma: “Debemos trabajar [los dirigentes de empresa] por la elevación del hombre: somos los responsables de la ascensión humana de nuestro personal, sin trabar por eso, de ninguna manera, su legítima iniciativa y su necesaria responsabilidad”. Y abunda: “la empresa no debe ser considerada como integrada solamente por los propietarios de los medios de producción sino como unidad de producción, en la que los elementos que la integran (aportadores de trabajo y aportadores de capital) se vinculan entre sí mediante sus diversos aportes y donde el respeto mutuo debe estar asegurado por la estructura misma de la empresa”. Es decir, la empresa es una comunidad de vida y no solamente una unidad de trabajo.

A la luz de las palabras de Enrique Shaw

Puede apreciarse que, en una reforma laboral no se trata de promover a unos (empresarios vs trabajadores o al revés) contra otros (trabajadores contra empresarios o al revés) sino de integrar, en razón de un bien común, la función directiva de los empresarios con la función productiva de los trabajadores. De otra manera, partiendo desde una inspiración individualista, típica del liberalismo económico, lo único que se generará será el beneficio de unos a costa del perjuicio de otros pero que, a la corta o a larga, perjudicará a todos.

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Enrique Shaw.

Enrique Shaw.

Lo que hace falta es sentarnos a acordar acerca de lo que beneficia a todos como obra en común, dándole crédito a los otros y dejando de lado la desconfianza. Se edifica a partir del amor (affectio) por lo común. Como se hace en una familia. ¿Acaso nuestra Patria no es el familia de todos?

No se trata de revolucionar la vida económica sino de renovarla: la economía al servicio del hombre y de las familias, no el hombre y las familias al servicio del interés de parte.

* Germán Masserdotti. Vicerrectorado de Formación. Universidad del Salvador.