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Jubilaciones y nuevo empleo: los límites prácticos de la crueldad

Las jubilaciones mínimas subirán a $309.265,50, mientras que las personas mayores que cobren menos de ese monto recibirán un bono previsional de $70.000.

Una consecuencia inevitable de las jubilaciónes que no alcanza, es la búsqueda de un ingreso complementario.

Una consecuencia inevitable de las jubilaciónes que no alcanza, es la búsqueda de un ingreso complementario.

Santiago Tagua/MDZ

El pasado 5 de julio se dio a conocer un aspecto más de la decadencia en la que se encuentran las jubilaciones de las personas mayores en nuestro país. Según un informe del Instituto Argentina Grande (IAG), realizado en base a cifras oficiales, el 53,5% de las personas que se incorporaron al mercado laboral en 2024 son jubilados.

Esto significa que más de la mitad de las personas que comenzaron a trabajar el año pasado son personas que deberían, en teoría, estar dejando de trabajar. Para quienes nos desempeñamos en la asistencia a personas mayores, o para quien quiera prestar un mínimo de atención al tema, el resultado del informe del IAG no es una novedad.

Se trata de un ingreso que, en la mayoría de las ocasiones, se obtiene en situaciones de extrema precariedad, mediante trabajos informales, en negro o en tareas mal remuneradas. Pero no solamente se trata de un problema que afecta a las personas mayores.

Jubilaciones y superávit fiscal

El argumento de que “no hay plata” se topa aquí con uno de sus límites naturales. El punto es que lo Gobierno se ahorra en jubilaciones para sostener el superávit fiscal genera una deformación del sistema laboral, que termina afectando también a las personas jóvenes, en nombre de las cuales es necesario sostener el mentado superávit.

Hay que prestarle suma atención a este problema porque en los próximos años podría profundizarse debido a las transformaciones que se están dando en los modos de trabajo. La utilización de Inteligencia Artificial ya está reemplazando en múltiples sectores las tareas que antes eran delegadas a los principiantes o juniors.

Ese fenómeno, que es global, se combina en Argentina con la competencia que generan las personas mayores en busca de empleo, haciendo que el acceso al primer trabajo sea cada vez más difícil. Lo que hay que observar aquí es que los problemas de un sector de la población son problemas de toda la población.

Mayores en emergencia

No se puede mantener en una situación de indigencia a las personas mayores. En este caso, lo que estamos viendo, es cómo el sistema laboral absorbe lo que el sistema previsional expulsa, generando una situación de mayor precariedad para todos.

En los próximos años, a los teóricos del actual modelo se les va a poner cada vez más difícil la defensa de sus ideas. La postura implícita, y a veces explícita, de que hay que sacrificar a un sector de la sociedad en nombre del progreso del resto, no es solamente objetable en términos humanísticos, sino que también es inviable en términos prácticos.

Los viejos no desaparecen porque no se les paguen las jubilaciones. Y no solamente no desaparecen, sino que aumentan, tal como se puede ver si le prestamos atención a cualquier previsión de envejecimiento poblacional para las próximas décadas.

Esta inversión de lo que sería el orden normal o esperable de las cosas, es una de las demostraciones más brutales de la necesidad de asistir a las personas mayores y de reparar el sistema de jubilaciones en Argentina. Es en ese contexto que hemos pedido, desde la Defensoría a la Tercera Edad, que se declare la emergencia alimentaria y sanitaria para personas mayores.

Sabemos que esta emergencia, aunque se declare, no soluciona de por sí el problema de fondo, pero representaría al menos un reconocimiento de la existencia del mismo. La emergencia debería ser el primer paso o el primer eslabón de una cadena de acciones que en el mediano y largo plazo logren normalizar la situación del sector. Sin esa normalización, lo esperable es que continuemos viendo cómo el problema sigue expandiéndose y afectando a otros sectores.

Jugando a la política

A su vez, mientras todo esto ocurre en el país, en ese otro lugar mágico llamado política, continúa la lógica cíclica de las funciones circenses. Tal como ocurrió el año pasado, la oposición toma el tema de las jubilaciones para jugar su partida en contra del gobierno, aprobando lo que después el presidente vetará.

Las idas y vueltas legislativas del tema terminan siendo tan repetitivas como intrascendentes. Si observamos la historia de las últimas décadas en Argentina, podemos establecer, con la rigurosidad de una ley científica, que todos los políticos defienden las jubilaciones cuando son opositores y las recortan cuando son gobierno.

Lo único que cambia es la herramienta retórica que utilizan, unos emplean la hipocresía mientras que otros prefieren la crueldad. Ya hemos visto los límites empíricos de la primera, en los próximos años nos vamos a ir chocando, cada vez con más fuerza, con los límites de la segunda.

* Eugenio Semino - Defensor de la Tercera Edad