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Acuerdo con Donald Trump: un marco de negociación confundido con un tratado de comercio bilateral

¿Que significa el acuerdo comercial entre Javier Milei y Donald Trump? Los antecedentes y el ejemplo de Mauricio Macri. La flotación del dólar a flor de piel.

Marco Rubio y Donald Trump promueven las pruebas nucleares de Estados Unidos. Foto Efe

Marco Rubio y Donald Trump promueven las pruebas nucleares de Estados Unidos. Foto Efe

EFE

Gran expectativa generó el marco de acuerdo entre EEUU y Argentina en materia de comercio bilateral e inversiones. Tanta expectativa generó que el mercado bursátil operó con fuerte alza y todo apuntó a ser de gran optimismo.

El punto es que si uno lee detenidamente el comunicado de la Casa Blanca se encuentra con este texto: “In pursuit of a stronger, more balanced economic partnership, the United States and Argentina have agreed to a Framework to deepen bilateral trade and investment cooperation”.

Traducido al castellano dice: “En busca de una relación económica más sólida y equilibrada, Estados Unidos y Argentina acordaron un Marco (o Marco de Entendimiento) para profundizar la cooperación bilateral en materia de comercio e inversiones.

Para entender el alcance de los acordado entre Argentina y Estados Unidos es importante entender el sentido de la palabra FRAMEWORK.

En concreto, un framewor es un marco de acuerdo. Es decir: ambos países establecen un acuerdo general, no vinculante, que sirve como base de trabajo para mejorar el comercio y las inversiones entre ellos. No es un tratado formal, sino un marco de cooperación para coordinar políticas, dialogar y facilitar futuras acciones o acuerdos más específicos.

Un framework agreement es un marco político para iniciar negociaciones, no el resultado de ellas. Es un acuerdo sobre qué bases se va a negociar los acuerdos de comercio entre ambos países y las inversiones.

Por ejemplo, el 23 de marzo de 2016, durante la presidencia de Macri y su encuentro con Obama, también se firmó un marco de acuerdo.

En efecto, el 26 de marzo de la Office of the United States Trade Representative emitía un comunicado que decía: “Durante la visita oficial del presidente Obama a Argentina, la primera de un presidente de Estados Unidos en casi dos décadas, el embajador estadounidense en Argentina, Noah Mamet, y la ministra de Relaciones Exteriores argentina, Susana Malcorra, firmaron hoy un Acuerdo Marco de Comercio e Inversión (AMCI). Negociado por funcionarios de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos y del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, este acuerdo demuestra el interés de ambos gobiernos en fortalecer los lazos comerciales y de inversión bilaterales y en trabajar juntos con espíritu de amistad y cooperación. El AMCI crea un foro para que Estados Unidos y Argentina dialoguen sobre una amplia gama de temas económicos bilaterales, como el acceso a los mercados, la protección de los derechos de propiedad intelectual y la cooperación en objetivos comunes en la Organización Mundial del Comercio y otros foros multilaterales”.

Y el comunicado terminaba con el siguiente párrafo: “Refleja el firme interés del presidente Obama en mejorar las relaciones bilaterales con una de las economías más importantes del hemisferio occidental y en promover mayores oportunidades económicas entre nosotros”.

Como puede verse, nada tan diferente a lo que se firmó ahora entre Javier Milei y Donald Trump.

En rigor, la administración del Donald Trump anunció marcos de acuerdo comerciales («frameworks for reciprocal trade») con cuatro países de América Latina: Argentina, El Salvador, Guatemala y Ecuador. Es decir, no fue Argentina el único país en que se acuerda establecer un marco de negociaciones de comercio bilateral e inversiones.

Es posible que, luego de tanto tiempo de tener a América Latina como el patio trasero de Estados Unidos y dado crecimiento del narcotráfico en la región, Estados Unidos empiece a prestarle más atención a Latinoamérica de la que le prestó en las últimas décadas.

En general, todas estas negociaciones pueden durar meses o hasta años. Rara vez se llevan a cabo en días porque cada posición arancelaria en la que se pretende bajar los derechos de importación encuentra la resistencia de los sectores interesados. En particular en Estados Unidos donde Trump ha hecho del proteccionismo una de sus banderas de la campaña electoral.

Recordemos que Trump es un proteccionista que quiere cerrar la economía al comercio mundial.

Otro ejemplo que puede darse es del Mercosur y la UE. El acuerdo se cerró políticamente en 2019, pero nunca fue ratificado y sigue trabado (principalmente por objeciones europeas y cambios políticos en ambos bloques).

Habrá que ver cómo avanza el marco de acuerdo con Estados Unidos que aquí se ha tomado como algo ya concretado y que está operativo.

De todas formas, siempre un acuerdo de libre comercio es positivo dado que protege a los consumidores de un mercado en que son cautivos de unos pocos productores.

Obviamente, la apertura de la economía tiene que ser llevada a cabo sin atraso del tipo de cambio y con reformas estructurales implementadas para que los productores locales tengan posibilidades de competir.

El dato preocupante es que tanto Luis Caputo como el director del BCRA, Federico Furiase, se oponen a la libre flotación del tipo de cambio.

Furiase sostuvo que no estamos preparados para ir a una libre flotación por la volatilidad de la demanda de dinero y la volatilidad política. Además, agregó que el mercado de cambios en la Argentina tiene un volumen de US$200 y US$400 millones diarios, por lo que es “muy chiquito” y, finalmente, dijo que en la Argentina el refugio es el dólar. “Eso genera un mecanismo donde se vas a un círculo vicioso: la suba del dólar genera más incertidumbre, inestabilidad económica y desaceleración del ciclo económico”, remató Furiase.

Por su parte, Caputo afirmó que "no podemos darnos el lujo de flotar libremente en un país que tiene la volatilidad política de la Argentina”.

Luce bastante curiosa la afirmación de ambos funcionarios que pertenecen a un gobierno que dice seguir las ideas de la Escuela Austríaca de Economía.

Dicha escuela fue la que logró un avance importante en la teoría del valor afirmando que los bienes tienen valor para determinada persona en determinadas circunstancias.

En la Argentina el dólar tiene el valor que le da la gente de acuerdo a las circunstancias que imperan, incluidas las políticas.

Que un funcionario público se arrogue el derecho a decir cuál tiene que ser el valor del dólar, es más propio de las ideas de Kicillof que de la escuela austríaca.

Tanto habló Milei de la libertad económica, afirmando que los precios y el tipo de cambio tienen que ser libres y termina en una intervención en el mercado de cambios.

Pero lo que es más grave, esa intervención la hace tomando deuda externa, el swap con Estados Unidos, que acaba de informar Scott Bessent, para intervenir en el mercado de cambios.

En síntesis, tenemos un marco de acuerdo para empezar a negociar un acuerdo de libre comercio e inversiones y un gobierno que dice creer en el libre mercado, pero regula fuertemente un precio fundamental de la economía: el tipo de cambio.

Abrir la economía con tipo de cambio atrasado, implica generar cierres de empresas en forma innecesaria y arruinar un instrumento fundamental para volver a incorporar la economía argentina al mundo.