Viñedos más grandes y menos superficie: qué implica para el sector
Los datos sobre superficie cultivada muestran cómo las fincas se agrandan y la productividad cae. Los motivos y los cambios de los últimos años en el sector.
Algo que ha destacado a la vitivinicultura es su carácter de minifundio. Es decir que, a diferencia de la Pampa Húmeda, hay pocas hectáreas en una gran cantidad de manos. Aunque esta situación persiste, en medio de la crisis general se ve una suerte de concentración de los viñedos.
Por las características y diversidad de la actividad, no se ve en el mediano plazo la posibilidad de que muchas hectáreas se concentren en pocas manos. Sin embargo, sí se observa una caída en la superficie cultivada, al tiempo que un aumento en la cantidad de hectáreas de cada finca.
Así lo indican los datos del Observatorio Vitivinícola Argentino, que depende la Coviar y del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Según el último informe de superficie cultivada del año 2023 del INV, el total de terreno de vid en el país registra una disminución de 2.200 hectáreas (has) en comparación con el 2022. Esto, además, implicó una baja de 63 viñedos en concreto.
“La superficie de vid de la República Argentina registrada al 31 de diciembre de 2023 alcanzó las 204.847 hectáreas distribuidas en 23.027 viñedos”, precisó el informe del INV. De este modo, la superficie actual es un 5,9% menor a la registrada en 2010.
Esto implica un total de 12.903 has menos que las existentes dicho año, cuando se realizó el último censo vitícola. La tendencia indica, siempre según el informe del INV, que el tamaño de los viñedos es cada vez más grande. Así, mientras en 1990 las fincas de vides promedio tenían menos de 6 hectáreas (5,8 ha), ahora poseen casi 9 ya que en 2023 la superficie media fue de 8,9 ha.
Crecen los grandes
Desde el Observatorio Vitivinícola, Daniel Rada, explicó que el que haya menos viñedos y que estos tangan mayor tamaño puede ser una prueba de que un viñedo absorba a otro. Sin embargo, aclaró que esto no implica necesariamente una menor cantidad de productores ya que existen diversos escenarios posibles. En este marco, un referente del sector que conoce bien el campo mendocino mencionó que en las zonas Este y Norte, donde se encuentra la mayor cantidad de superficie, se observa cada vez más la compra de viñedos chicos y el abandono de fincas que ya no son rentables.
Agregó que, pese a la recesión y las dificultades de la vitivinicultura, hay quienes invierten y también apuestan por ampliar sus viñedos. Aunque no es sencillo realizar la cuenta y los cambios de mano de las fincas, se trata de una tendencia que no es nueva y que –en medio de las dificultades de los más chicos- tiende a incrementarse.
Más allá de esto, Rada explicó que es un hecho que la superficie implantada ha bajado, por lo que se contabilizan menos unidades productivas. Otra realidad es que también cae la productividad o rendimiento de los viñedos existentes. Eso sucede por dos motivos.
El primero tiene que ver con la reconversión hacia variedades tintas o de mayor gama que, por definición, son menos productivas. Por caso, una uva moscatel o cereza –sin mención de varietal- rinde unos 300 quintales por hectárea contra 100 quintales que pueden obtenerse de una hectárea de malbec.
El otro motivo de la caída de la productividad se relaciona con la disminución de los rindes, debido a la dificultad para invertir que tienen muchos productores. Así más allá de la variedad, las dificultades para mantener el viñedo, realizar la poda y mejorar la productividad son realidades que se ven cada vez más. Este puede ser uno de los motivos que redunda en el abandono o venta de fincas pequeñas o desfinanciadas.