Inflación: la rebaja de aranceles a varios insumos no ayudó a bajar precios y pone en riesgo la producción nacional
La decisión del Gobierno de reducir fuertemente los aranceles a la importación de insumos plásticos y textiles tenía como propósito bajar costos en esos sectores.
A mediados de octubre, el Gobierno oficializó la decisión de reducir fuertemente aranceles a un grupo de 90 productos, entre bienes finales, máquinas e insumos para la producción. Lo hizo convencido de que la decisión tendría impacto en la baja de la inflación, proceso que lleva ya varios meses y que es prioritario para la gestión de Javier Milei. Sin embargo, en muchos sectores, especialmente en los que hubo reducción arancelaria de insumos, los resultados en materia de precios son prácticamente imperceptibles. Y el daño a la industria es grande.
La mayoría de las reducciones de aranceles, dispuestas mediante el decreto 908/2024, estuvieron orientadas a bajar el costo de ingreso al país de productos terminados, como neumáticos para autos y motos, anteojos de sol, motos, bicicletas, café molido, pequeños electrodomésticos, entre otros. En estos casos, el impacto en la baja del precio es bien directo y si se le suma el hecho de que el consumo está recién arrancando, ello permite que la mayor oferta, más barata, se traduzca en un menor precio para los consumidores.
Pero el Gobierno también redujo aranceles a algunos insumos, como es el caso del plástico ABS (el que se utiliza para línea blanca), que desde mediados de octubre tributa 2% en lugar de 12,5%; el PET (que se usa para las botellas), que tuvo una baja del 12,6% al 6%; del hilado de poliéster, que tenía 18% de arancel y ahora tiene 6%; y del hilado de elatómero, más conocida como la lycra, que desde mediados de octubre ingresa al país con 2% de arancel, cuando antes también pagaba 18 por ciento.
La Secretaría de Industria y Comercio, que dirige Pablo Lavigne, había arrancado meses atrás con esta estrategia aperturista. Mediante el decreto 384/2024, publicado en mayo, redujo los aranceles a la importación de polipropileno, polietileno y PVC, diversos insumos plásticos que comenzaron a tributar, para su ingreso al país, 6% en lugar del 12,6% que pagaban previamente.
El objetivo, en estos casos, era lograr una reducción en el precio de estos insumos para bajarles el costo de producción a las empresas locales y que éstas puedan, a su vez, trasladarlo al valor final de sus productos. Pero más allá del convencimiento oficial, el impacto es muy bajo y está afectando a varias firmas locales que producen esos materiales, las que para poder competir con los insumos que provienen del exterior, deben necesariamente que bajar sus precios, en un contexto de persistente suba de costos, pérdida de competitividad y caída del mercado.
La rebaja del arancel se sumó a la reducción, en septiembre, del impuesto PAIS, que facilitó aún más las importaciones. Y el escenario empeorará aún más a fin de año, cuando directamente caiga el 7,5% que aún persiste del gravamen.
“No hay baja de precios en productos finales. Eso nos preocupa porque podemos acompañar la visión del Gobierno, pero al final del día esa baja arancelaria no está generando nada. No bajan los precios considerablemente. Se cae la ocupación, cada vez perdemos más mercado”, dijeron en una de las empresas del sector del plástico.
En el caso del PET, por ejemplo, en el sector explicaron que si la diferencia de arancel de 6,6 puntos porcentuales (bajó de 12,6% a 6%) se traslada al precio de la resina, la implicancia es de apenas $4 por envase. Es decir que la empresa que produce ese insumo localmente (Alpek, en este caso) debería reducir en esa magnitud su precio para poder competir con el producto importado. Hoy una botella de resina pet vale $70, por lo que debería costar $66 para que sea equiparable al precio del exterior. Y la incidencia luego se reduce aún más en la góndola, donde una botella de 2,25 litros de una gaseosa de marca líder cuesta $3.500 aproximadamente.
Fuentes del sector petroquímico afirmaron que si la empresa no baja sus precios, las compañías de bebidas dejarán de comprarle. Y el problema radica en que el mercado se contrajo fuertemente y los costos siguieron en alza, tanto los laborales como los impositivos. Alpek mantuvo la planta de Zárate paralizada cuatro meses debido a la merma del 30% de las ventas y debido a que las importaciones se apropiaron de parte del mercado. En septiembre, lo que ingresó del exterior representó un mes y medio de producción local.
“Tenemos todo un combo de hacer las cosas en la Argentina que lleva tiempo resolver y si la apertura comercial se da a esta velocidad, va a terminar asfixiando o matando a las empresas que producen en el país”, afirmaron desde el sector petroquímico. Al mismo tiempo, enfatizaron que “si el objetivo del Gobierno es reducir el costo de los productos en góndola, hay muchos otros lugares más relevantes para atacar”. En la industria se mostraron fuertemente preocupados por la competencia china, al igual que está sucediendo en otros sectores, como el acero, por ejemplo.
El problema es que a partir de enero, la industria mantendrá sólo la protección del 6% del arancel, ya que tampoco hay medidas antidumping. El Gobierno dará a conocer durante este mes el nuevo régimen para frenar las importaciones desleales, pero si bien trascendió que incluirá medidas provisorias, que podría fijar en 60 días como máximo, será un esquema que evitará los abusos y que podría dejar más desprotegidos a los industriales nacionales.
En la industria textil también generó un importante daño la decisión de reducir los aranceles de los mencionados insumos. Según manifestó el industrial y titular de la Fundación Protejer, Luciano Galfione, la medida “da por tierra a quienes lo fabrican porque ya es un jaque mate, tras todas las decisiones que se venían tomando y que dañan la industria”. “Es lo que fabrico yo justamente. Si producir en la Argentina ya es caro, con esta baja de aranceles mucho más. Son 1.000 puestos de trabajo que están en juego”, indicó el dirigente.
Al igual que el caso de los insumos plásticos, la incidencia de la rebaja de aranceles en el precio final de una prenda es ínfima, precisó Galfione. “La medida tendría que hacerse con el producto que beneficia al consumidor final, no con el insumo, que impacta en apenas el 0,1% del valor de una prenda en una tienda. Por ende, ese porcentaje nadie lo va a bajar. Le va a cambiar la rentabilidad al importador porque el producto va a valer lo mismo”, se aventuró a augurar el textil.
Con respecto al elastano, si bien la rebaja no afecta a la industria nacional porque no se produce en el país y, por ende, tiene más lógica, también es baja la incidencia en el precio final de una prenda. “El porcentaje que se usa de elastano en un pantalón de jean elastizado puede llegar a ser del 3%. Usar una de las posiciones arancelarias reservadas para las excepciones al Arancel Externo Común (AEC) para esto que no tiene impacto es una decisión poco inteligente”, dijo Galfione, al tiempo que agregó que en el precio de un jean el consumidor podría ahorrarse $18, si se decidiera trasladar la mejora por parte del fabricante.