Nadie se salva de los impuestos ni de la muerte
¿Quién no ha escuchado alguna vez el refrán que dice: “En esta vida no hay nada seguro, salvo la muerte y los impuestos”? Estoy seguro de que nos suena a todos. Martin Litwak, abogado experto en estructuración y preservación de patrimonios para familias, analiza este tema en MDZ.
Hay quienes atribuyen la famosa frase a Benjamín Franklin, pero fue el escritor inglés Daniel Defoe, autor –entre numerosas obras– de la novela Robinson Crusoe, quien la dijo antes. Y muchos la dijeron después. Incluso yo mismo la he mencionado en varias
ocasiones, al pasar. Hoy, quiero ahondar un poco en el refrán, en su significado, y en cómo se usa. En cómo hemos asumido que los impuestos son malos, algo a lo que debemos temer, algo que no se puede cambiar. Como a la muerte.
En primer lugar, el refrán equipara el pago de tributos con el fin de la vida: todos vamos a morir, todos vamos a pagar impuestos. Ya en el siglo XVIII la sociedad enfrentaba la cuestión fiscal como algo a temer. ¿Por qué debemos tenerles miedo a los impuestos?
¿Les tenemos miedo a todos los impuestos? ¿A todas las muertes? Como muchos saben, yo no estoy en contra de los impuestos. Estoy en contra del abuso de los impuestos. De que los impuestos sirvan para financiar la caja estatal, la incapacidad política, las malas administraciones, y en el peor de los casos, el robo, la corrupción.
El liberalismo lo dice concretamente: los Estados deben ser chicos y cobrar tributos para mantener un funcionamiento mínimo. El resto, queda claro, es la libertad. Una buena administración tiene que saber administrar esa libertad. Entonces, ¿les tenemos miedo a todos los impuestos? No, a los que nos sacan más de lo necesario para que el mundo funcione. A los que nos expropian el fruto del trabajo, los ahorros, la posibilidad de producir, de reinvertir, de crecer. ¿Les tenemos miedo a todas las formas de la muerte?

Foto: MDZ.
Algunos ni siquiera le temen a la muerte. Otros, la mayoría, tienen miedo de morir de forma inesperada, imprevista, ilógica. Un accidente, un hecho de inseguridad, una enfermedad desgraciada. No tengo manera de preguntarles hoy a Defoe o a Franklin por qué se les ocurrió poner a la muerte y a los impuestos en un mismo lugar. Pero creo que no hace falta, es un juego. Nadie se salva de la muerte. Nadie se salva de los impuestos. Pero todos tratamos de evitar o postergar ambas cosas, cuando las consideramos injustas.
Así como eludimos la muerte gracias a la ciencia, hacemos lo mismo con los impuestos, en este caso, a través de una buena planificación patrimonial. No me dejo morir así, sin más: tomo medicamentos, me hago controles médicos. Tampoco me dejo pagar impuestos así, sin más: estructuro mis bienes de manera tal que pueda pagar lo necesario, evitar que me extirpen más de lo que corresponde y seguir adelante con mi vida.
En general, no queremos morir hoy, ahora. Tampoco queremos que nos saquen lo que venimos generando desde hace tiempo. No culpen a la ciencia, ni a la medicina. No culpen a los expertos en planificación patrimonial. No culpen a la gente que cuida su salud ni a la que protege su patrimonio.
* Martín A. Litwak autor del Iibro Planificación Patrimonial para Celebrities, fundador y CEO de Untitled SLC.
@MartinLitwak

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