Industria del vino

Bodegas: cómo sobrevivir y proyectar el largo plazo sin morir en el intento

¿Hay que apostar por la alta gama e incentivar las exportaciones? ¿O darle sustento a las calidades medias y bajas que representan el grueso del mercado? El dilema de los productores empobrecidos y cómo hacer crecer a la industria y su cantidad de trabajadores.

Diana Chiani
Diana Chiani viernes, 26 de mayo de 2023 · 16:00 hs
Bodegas: cómo sobrevivir y proyectar el largo plazo sin morir en el intento
La vitivinicultura debate el mejor modelo para la industria Foto: Archivo MDZ

No es novedad: los números de la vitivinicultura no son positivos. No se trata de algo aislado sino de una situación acorde con el momento del país donde la inflación y la brecha cambiaria son una sensación con datos concretos. En síntesis, las exportaciones de abril cayeron 39,9% mientras que el consumo interno en lo hizo 6,5%.

En medio de los desequilibrios y dificultades actuales, la industria se plantea hacia adentro un debate sobre cómo continuar. En especial porque una parte de la cadena de valor, los productores, apenas sobrevive en medio de ayudas de todo tipo.

Así, aunque hay miradas intermedias, una apuesta tiene que ver con maximizar la calidad de los vinos que se elaboran con, tal vez, mayores posibilidades de valor y crecimiento. La otra pasa por respetar las características que hoy existen, pero tonificar o mejorar al sector productivo.

Los números de la industria

Mientras los vinos de gama alta siguen intactos con su nivel de ventas debido a que quienes los consumen miran la crisis desde afuera, el resto viene en picada. Para Alejandro Vigil no es solo un tema de precio o calidad sino de tener una marca reconocida y un lugar en la góndola para vender; algo que cuando se pierde es muy difícil recuperar en cualquier tipo de mercado.

El 70% de lo que elabora la vitivinicultura argentina se consume en el mercado interno y, de esa parte, cerca de un 85% es vino de gama media y baja. En este contexto, las preguntas pasan por los montos de inversión para hacer más sustentable a la industria así como por la mejor  manera de hacer crecer los puestos de trabajo en todas las parte de la cadena productiva.

Un informe del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV) explicitó que el comercio mundial de vino creció 9,3% en valor durante 2022, pero disminuyó 4,2% en volumen; con una baja superior en vino fraccionado. “Este gran aumento de la facturación derivó de un precio medio que batió todos los récords con 3,60  dólares por litro (+14%), influido por la fuerte inflación global”, destacó el estudio.

Algo que destaca al sector es la organización público privada con organizaciones específicas para planificar el largo plazo como la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar). Del mismo modo, hay entidades que tienen la misión de promocionar el consumo del vino tanto fuera como dentro del país. Wines of Argentina y el Fondo Vitivinícola son las más representativas.

El objetivo es que la bebida nacional se expanda o, al menos, que su consumo se retraiga lo menos posible en una coyuntura compleja, por un lado y, por el otro, en medio de consumidores globales que piden variedad, exigen calidad y se fijan en las emisiones y en la huella de carbono del producto.

Alternativas, propuestas y el largo plazo

El último informe sobre superficie cultivada muestra la predominancia de la uva malbec al tiempo que una reducción en la cantidad de viñedos. Más allá de las distintas miradas, hay acuerdo en la importancia de tecnificar el riego en contexto de crisis hídrica y de necesidad de hacer más eficientes los cultivos.

Hoy la mayoría son fincas de menos de siete hectáreas que sin asociatividad no tendrían posibilidades de subsistencia debido a la informalidad e indefensión en que se encuentran. “La salud global de la industria la va a dar el consumidor y, por el momento, el 80% del consumo se lo lleva las gamas medias y bajas”, sostuvo Daniel Rada, del Observatorio Vitivinícola Argentino.

Desde el punto de vista de Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), la vitivinicultura debe tener presencia en todas las gamas del mercado como una manera de diversificar y de poder aportar a las necesidades de los consumidores. Reconoció las dificultades del sector productivo y coincidió en que los esfuerzos para salir adelante deben ser conjuntos.

Para Vigil, los problemas son estructurales y deben pensarse políticas de largo plazo para sobrevivir en los próximos 50 años. “Hay que tomar la  decisión de en qué se va a usar la poca agua que hay, que es la base del recurso productivo”, expresó Vigil y admitió que en la actualidad la inversión de una hectárea de malbec (U$S25.000) es inalcanzable no solo para los productores pequeños sino en general.

Alejandro Vigil asegura que la industria hoy no sólo debate precio o calidad, sino tener una marca reconocida y un lugar en la góndola para vender.

Desde su punto de vista, la caída en el porcentaje de costo de la mano de obra con relación a cinco años atrás, muestra que muchas personas no pueden vivir dignamente de la vitivinicultura y que eso es un dato para tener en cuenta en el momento de repensar la industria.

“Sí se pueden trabajar con pequeños productores para que sus vinos sean singulares y sustentables para la industria”, aportó Vigil quien agregó que para ello también es necesaria una inversión y un plan de mediano plazo. La pregunta es quién le pone el cascabel al gato o de dónde salen los fondos para cualquier mejora.

Para Ruggeri, en tanto, es importante fortalecer a los productores, así como mirar la industria a las gamas medias y bajas que son las que, a fin de cuentas, mueven el mayor porcentaje de consumo tanto a nivel mundial como nacional. Es preferible que quienes eligen las gamas bajas como el tetrabrick consuman vino en lugar de cerveza, la competencia directa.

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