Insólito: ahora hay jubilaciones en negro, el nuevo invento argentino
Eugenio Semino, defensor de la tercera edad, en una nueva columna de opinión en favor de los adultos mayores, expone un reclamo en MDZ sobre los bonos que no son remunerativos y que no se incorporan a los haberes jubilatorios.
De acuerdo a las estimaciones realizadas, con el anuncio de la nueva cifra del reajuste para el período junio/agosto, el aumento de las jubilaciones estaría en torno al 21%. Lo cual dejaría a quienes cobran la mínima, alrededor de seis millones de personas, con una suma que rondaría los $70.000. Una cantidad similar, y posiblemente menor, a la que están cobrando actualmente con el bono incluido.
Es por ello que las autoridades van a estar obligadas a anunciar un nuevo bono que compense la diferencia. Muy posiblemente, con el nuevo bono, la cifra termine estando en torno a los $90.000, prácticamente un tercio de la canasta básica de los jubilados. Más allá de lo irrisorio de la cifra, la cual no requiere ningún análisis para poner en evidencia la injusticia que representa, es preciso denunciar el descaro que significa la naturalización del bono como una parte del haber jubilatorio.
Como suele ocurrir en nuestro país, el bono es una herramienta extraordinaria y excepcional que se convirtió en cotidiana y permanente. Esa normalización es el síntoma de la continuidad de la crisis económica que nos está carcomiendo de manera ininterrumpida desde hace años.
Son los actuales responsables de la cartera económica, el trío Massa, Rubinstein, Tombolini, los que implementaron el bono de manera permanente. Un período tras otro se ven obligados a entregar un nuevo bono porque de lo contrario los aumentos quedarían por debajo de la cifra sobre la cual se está aumentado.
De modo tal que los bonos terminaron convirtiéndose en un segmento de la jubilación. Una parte que funciona exactamente de la misma manera que el pago en negro de un salario. Los bonos no son remunerativos, no se incorporan a la jubilación que se cobra todos los meses. Por lo cual no forman parte de ningún aumento. Y son discrecionales, es decir que dependen totalmente de la voluntad del Poder Ejecutivo. El día de mañana, este u otro gobierno podría decidir interrumpir los bonos sin necesidad de dar mayores explicaciones.
A su vez, los bonos suelen darse para las mínimas, por lo cual contribuyen a que se siga achatando la pirámide. De este modo, una parte de las jubilaciones pasó a pagarse en negro, quedando por fuera de todo cálculo y regulación. Y sin que exista ya ninguna relación entre lo cobrado y lo aportado durante la vida laboral activa.
El sistema previsional se termina convirtiendo en una especie de programa de subsidio a la vejez. Sobre el cual ya no es posible discutir de manera razonable. Es tan drástica la diferencia entre lo que se paga y lo que se necesita para sobrevivir, que no tiene sentido discutir ningún porcentaje. Y encima una parte de esa miseria es en negro.
Es posible que en el futuro el bono vaya creciendo en la medida en que la jubilación vaya decreciendo. Es decir, que se vaya haciendo cada vez más grande el porcentaje de la jubilación que pase a negro. De este modo, será aún más fácil seguir recortando hasta que no quede nada. Una parte importante de la crisis en la que vivimos viene del hecho de aceptar este tipo de cosas. La sociedad tiene que exigir el fin de estas medidas, no ya en nombre de la justicia o la solidaridad con los jubilados, sino en nombre de su propia supervivencia.
Dr. Eugenio Semino - Defensor de la Tercera Edad y presidente de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría (SIGG).