Falta de naftas: los datos clave que gatillaron la tormenta perfecta
Desde hace más de diez días el país atraviesa una crisis en el mercado energético, producto de cuestiones estructurales y también falta de previsión. Cómo resolver el tema e incrementar la oferta.
El mercado de combustibles está viviendo por estos días una tormenta perfecta que se tradujo primero en escasez de naftas y gasoil, y en las últimas jornadas directamente en mangueras cruzadas en gran parte del país. El tema saltó a las tapas de los diarios, las pantallas de televisión y los portales de noticias cuando la escasez llegó al Área Metropolitana Buenos Aires, pero no es un tema nuevo.
De hecho, ya durante la cosecha gruesa del año pasado se observó en numerosas localidades del área productiva la falta de gasoil (diésel) necesario para mover tractores, camiones y maquinaria agrícola.
Pero el dato relevante para entender lo que ocurre hoy en el mercado de los combustibles es que a diferencia de otros problemas de "sábana corta" que tiene la economía, atribuibles a una causa central, en el caso de las naftas y el gasoil, se dio la tormenta perfecta entre al menos cinco o seis razones, que todas llevan a menor oferta en el mercado local.
Y otro aspecto no menor. El Gobierno no previó que se venía la crisis, justo en un momento en que en el Gobierno quieren mostrar cierta tranquilidad en la economía y la posibilidad de encaminar los desvíos.
Motor de la crisis
Técnicamente, la crisis en el mercado de combustibles se disparó por menor oferta en el mercado. Pero esto tiene varias aristas, por un lado, se frenó la importación de al menos seis barcos con combustible importado por falta de dólares en las reservas del Banco Central, algo que viene afectando al país desde hace más de un año, pero que en algunos sectores se ha transformado en algo crítico.
Desatada la crisis en el conurbano bonaerense, el Gobierno anunció que disponía de unos US$ 450 millones de dólares y el mismo sábado empezó a descargar dos de los diez barcos que estaban esperando los billetes verdes para abrir el grifo de los combustibles. Pero el efecto no es inmediato, hay cierta logística necesaria hasta que esa nafta y ese gasoil llegue a los surtidores.
Por otro lado, el país tiene una deficiencia en infraestructura para refinar crudo y transformarlo en nafta o gasoil. Es decir, la declamada soberanía energética por Vaca Muerta no es tal, representa apenas una parte de la película, el primer eslabón de una cadena de valor que lleva el petróleo desde 3000 o 4000 metros bajo tierra en la roca madre de Vaca Muerta - o los pozos convencionales de las cinco Cuencas- hasta los surtidores.
Refinerías a la carta
En Argentina hay seis refinerías, que hoy resultan escasas para abastecer el mercado local, por lo que se debe proceder a importar hasta un 30% de nafta y un 25% del gasoil que va al mercado interno. Lidera el mercado YPF con tres refinerías, una en Luján de Cuyo, otra en La Plata-Ensenada, y la tercera en Plaza Huincul, Luego está la refinería de Raízen (Shell) en Dock Sud; la de PAE en Campana y una Refinor en Salta.
Lo claro es que esta oportunidad, salieron de operaciones las refinerías de La Plata, la más grande del país, y la de Raízen y ahí quebró la oferta. Además, se combinó con una sobredemanda estimada en un 15%, en muchos casos en las provincias fronterizas, donde chilenos, paraguayos, brasileños y uruguayos vienen al país a cargar "barato", presionando la demanda del mercado.
Esto se dio en un contexto en el que los precios están regulados, con un atraso en el valor en surtidores estimado en un 35%, y con un barril criollo, precio pagado en el país, de US$ 57 cuando el precio internacional del crudo Brent, de referencia en el país es de casi US$ 87.
Un combo que configura una tormenta perfecta para dejar con hidrocarburos (gas y petróleo crudo) pero sin nafta ni diésel, a una economía que necesita ponerse en marcha a toda velocidad.