Subsidio innecesario

La pasmosa facilidad con la que el Gobierno gasta el dinero de los argentinos

Comienza mañana la nueva etapa del Previaje 3, un programa de subsidio que se aplica para el turismo. Se da en un momento en que, desde el mismo Gobierno nacional, se reconoce el alto nivel de actividad del sector, sin ningún incentivo, durante el fin de semana largo. ¿Se justifica un Previaje 4?

Horacio Alonso
Horacio Alonso domingo, 9 de octubre de 2022 · 10:55 hs
La pasmosa facilidad con la que el Gobierno gasta el dinero de los argentinos
Foto: Foto: turismoencordoba.net

Desde el Gobierno nacional se resaltó ayer el gran movimiento turístico durante el fin de semana largo. El Ministerio de Transporte informó sobre el importante aumento en la venta de pasajes de micros, tren y avión. Por otro lado, desde el área de turismo se confirmó el alto nivel de ocupación hotelera en todo el país durante estos días. En la mayoría de los principales destinos la ocupación superó el 80%, en un contexto de un país en profunda crisis económica. Lo mismo sucedió durante las vacaciones de invierno y los fines de semana largos anteriores. Sin duda, la actividad del sector se encuentra en gran crecimiento.

Lo paradójico es que este lunes comienza a ser utilizado el Previaje 3, la nueva etapa del plan oficial de subsidios para incentivar el turismo que, supuestamente, necesita ayuda. Quienes compraron servicios turísticos bajo esta modalidad, con descuentos de entre 50% y 70%, podrán utilizarlos hasta el 5 de diciembre.

Mientras el Gobierno nacional se ufana del gran momento que está viviendo el sector por la alta demanda, durante períodos donde no existe ningún tipo de incentivo oficial, sigue impulsando subsidios con dinero que sale de los impuestos de los argentinos -que podrían destinarse para otras áreas más críticas (educación, salud, seguridad)- o es fruto de la emisión, un factor clave en el recalentamiento de la inflación.

Esto muestra la pasmosa facilidad de las autoridades nacionales para gastar el dinero que no es propio en fines que apuntan a su beneficio político con la exhibición del crecimiento económico de un sector.

Está claro que el turismo ya ha recuperado gran parte de la demanda que existía previo a la pandemia. Los datos mencionados de los períodos en los que no rige el Previaje lo confirman. Los valores elevados de las tarifas hoteleras reflejan esa fuerte demanda. Lo mismo sucede con los montos pedidos para alquileres de casas o departamentos para la próxima temporada de verano en los destinos clásicos de la costa bonaerense. Una muestra de lo que puede suceder en el resto del país. También es cierto que sufrió por el cierre dispuesto por la cuarentena, pero muchos sectores también vivieron esa realidad.

A esto se suman dos factores a tener en cuenta. Uno, el encarecimiento de los viajes al exterior por la falta de dólares que genera un consumidor cautivo para los empresarios locales. Comúnmente se conoce esta situación como la de “cazar en el zoológico”. El otro, la llegada de turistas del exterior, con dólares en la mano, que genera una inflación adicional que sufren los argentinos. Todo un combo que favorece a los operadores locales.

En una situación normal, ante el fin de la temporada alta o picos de demanda como un forzado fin de semana “extra large” para favorecer al turismo, los empresarios del sector deberían atraer demanda a través de la competencia, con precios atractivos para los consumidores.

Sin embargo, el Gobierno nacional elige gastar dinero público para atenuar las altas tarifas que se siguen cobrando, sabiendo que habrá una demanda subsidiada.

Tan fácil de entender es el funcionamiento vicioso que las autoridades tuvieron de dar por terminado abruptamente el período de inscripción para el Previaje 3 porque, por la explosiva demanda, se agotó en menor tiempo de lo esperado el presupuesto previsto para el programa. El acuerdo de precios que se acordó con los hoteleros puede tener el mismo cumplimiento que  otras medidas de este tipo.

La defensa oficial ante el cuestionamiento de este plan es que no habría costo fiscal por los subsidios porque el dinero otorgado se recupera por mayor recaudación ante el aumento de la actividad.

Si bien esta lógica es entendible, si fuera comprobable en la práctica, no se entiende por qué no se mantiene el programa permanentemente ya que el Estado sale ganando. O, lo que es más incomprensible, por qué no se extiende a otros sectores. Se podría subsidiar, por ejemplo, la venta de autos, ya que por mayor actividad aumentaría la recaudación y el fisco tendría costo cero.

Si es por estacionalidad, las heladerías tendrían derecho a reclamar que se subsidie la venta de helado en invierno o los fabricantes de pulóveres la de sus productos en verano.

En esa línea, también sería mucho más razonable subsidiar los alimentos (hoy con precios inalcanzables) para que la gente pueda comprarlos y alimentarse mejor.

De todas formas, está lógica de mayor recaudación por mayor consumo podría alentarse de forma más sana a través de la baja de impuestos que se trasladen a los precios, pero le quitaría el elemento de discrecionalidad de un funcionario de otorgar, pomposamente, un subsidio. Tan claro tienen el Gobierno nacional este razonamiento que, pese a ser una medida polémica, ya anticipó que habrá un Previaje 4.

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