Murió Menotti: cómo fue su único duelo como DT contra Bilardo
En 1996 se enfrentaron por única vez el Narigón y el Flaco como técnicos: la rivalidad histórica y la anécdota de Latorre, el enojo de Maradona con el arbitraje, el no-saludo y las mejores frases.
Boca Juniors y el Club Atlético Independiente jugaron más de 180 partidos entre ambos desde que existe el fútbol en Argentina. Y sus enfrentamientos entran en la categoría de “clásico”; es decir, pueden considerarse partidos importantes. ¿Cómo describir, entonces, el que jugaron el 3 de noviembre de 1996? ¿Guerra filosófica? ¿Duelo de antagonismos? Aquella noche de domingo significó el único partido en toda la historia en que César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo, dos entrenadores con perspectivas de fútbol diametralmente opuestas, pero igualmente influyentes en el deporte de nuestro país, se enfrentaron como directores técnicos. El resultado, una anécdota. ¿El marco? Merece la pena cada detalle.
Antecedentes
Para comprender aunque sea un poco del conflicto que separaba (y separa) a los dos protagonistas hay que remontarse a 1983. Se insiste en “aunque sea un poco”, porque la pugna entre ambos amerita un libro entero, tal como el que escribieron Nicolás Cayetano y Néstor López, Bilardo-Menotti: la verdadera historia. Bilardo dirigía la Selección Argentina en 1983 y luego de una derrota frente al Valladolid de España, en un encuentro amistoso, Menotti criticó duramente al equipo del Doctor: “Me sorprendió lo que pasó con la Selección que fue a Toulon. Bilardo declaró que conoció a los jugadores en el avión y eso es dar una ventaja tremenda. No se deben otorgar esas concesiones”. Bilardo, furioso, contestó con una frase que para algunos fue el detonante de la eterna disputa: “No me gusta que técnicos o jugadores opinen sobre mi trabajo. ¿Cómo dicen ahora que la derrota con Valladolid significa perder prestigio? ¿Qué prestigio? Y además no entiendo a los que se dicen hombres de izquierda y andan a los abrazos con los militares”.
Vale aclarar, la enemistad es mucho más profunda que la mera anécdota y reunió capítulos y capítulos entre aquel 1983 y hoy. Con miradas de fútbol y de la vida opuestas, abundaron los cruces entre los dos técnicos que, hasta Lionel Scaloni en 2022, eran los únicos campeones del mundo con la Selección Argentina. Trece años después de aquella época en la que Bilardo asumió como entrenador de la selección mayor y comenzó la rivalidad con su predecesor, el fútbol les concedió la oportunidad de verse las caras en una cancha: la única con uno en cada banco de suplentes.
Más Bilardo-Menotti que Boca-Independiente
La expectativa era total. Dos escuelas de fútbol antagónicas que tenían frente a sí la posibilidad de consagrarse, de esgrimirse como la “verdadera”. En la semana, ambos intentaban disipar el tema de conversación con frases como: “Apenas termine el partido estaré pensando en el próximo”, había sostenido Carlos. “Me importa Boca, no Menotti”, insistía él. “Es un conflicto inventado por los medios”, subestimaba el Flaco. Pero lo cierto es que sin querer referirse a él, no se hablaba de otra cosa que de su puja. Menotti aseguraba que “sería feliz” si su equipo ganaba con una idea; Bilardo dijo que en su equipo jugaban “Guerra más 10” cuando se enteró que Hugo le había convertido a Independiente en las 8 veces que lo había enfrentado.
“¿Se saludarán?”, se preguntaban fanáticos y periodistas. “Nunca nos vamos a reconciliar. Pasaron cosas muy feas, como por ejemplo las críticas que no se deben hacer. Si me extiende la mano dentro de la cancha el domingo, no se la doy, porque han pasado cosas muy graves”, aseguró Bilardo. El otro, fiel a su estilo, involucró la literatura: “Es imposible que nos saludemos. Voy a decir lo que alguna vez dijo Sábato: ‘Hay cosas que no se discuten, se castigan’ y cada uno castiga de la manera que cree”. Y así fue. Bilardo, por entonces técnico de Boca, evitó mirar para los costados una vez que pisó el césped de La Bombonera. E intentó cubrirse con un asistente durante toda su caminata, no fuera ser que algún paparazzi lograra fotografiarlo en el mismo recuadro que a César Luis Menotti.
Diego Latorre era jugador del Xeneize y contó alguna vez cómo vivió aquella mítica noche. Aseguró que Bilardo no les permitió cambiar camisetas ni saludar al entrenador rival. Latorre se reconoce “más menottista que bilardista”, pero aun así obedeció al Docto”. “Me arrepiento”, reflexionó años más tarde. Pero no había tenido opción. Tampoco Christian Dolberg, que cuando quiso cambiarle su camiseta a Raúl Cascini, Bilardo lo tomó del brazo y se lo llevó derechito al vestuario. “Pero ¿qué te pasa, pedazo de b…? ¡Es un partido de fútbol!”, lo insultó, pese a que no había podido cumplir su cometido.
Mirá el video
El desarrollo, tenso
En el primer tiempo primó el nerviosismo. Las cámaras seguían más a los entrenadores que a Latorre, Cagna, Burruchaga o Cascini. Algunas jugadas polémicas desataron la furia de Diego Armando Maradona, que presenció el partido desde su palco. “Lo de Ruscio (Roberto) es imperdonable. No tiene perdón de Dios”, decía, mientras se retiraba. “¿Qué quiere Ruscio? ¿Salir en fotografía? ¡Que se deje de joder!”, insultaba Diego, ausente aquel año en el plantel xeneize.
Hasta el minuto 66 los gritos eran contenidos. Había demasiado que perder. Tal vez por eso el alivio que sintió Menotti cuando en ese momento anotó Francisco Guerrero, para Independiente. El 1-0 acabó por ser el resultado final y el “Flaco”, aunque se había esforzado por mantener la templanza, declararía al día siguiente. “No gritaba un gol desde 1979”. De todas formas, Inmediatamente después del partido, sí conservó la calma. “Nadie es más o menos entrenador por un partido de fútbol”, declaró. Mientras, Bilardo miraba el suelo y se reprochaba a sí mismo: “¡Me cabeceó uno solito!”. Aquella victoria de Independiente sobre Boca se recuerda como un día histórico. Fue y será el único cruce entre Menotti y Bilardo haciendo lo que mejor saben: dirigir. “Apenas termine el partido estaré pensando en el próximo”, había declarado el “Doctor”. Tal vez lo hayan hecho ellos, aunque suena sospechoso, pero el fútbol argentino no: jamás olvidó el Bilardo-Menotti de 1996.