Tomás Etcheverry y el desafío de no pensar en Djokovic: primero, Monfils
El platense Tomás Etcheverry enfrentará a Gael Monfils en la segunda ronda del Australian Open; el vencedor, seguramente, se verá las caras con Novak Djokovic; claves y desafíos de un duelo mental.
Comenzó el año con el pie derecho. O, mejor dicho, el Abierto de Australia 2024; porque lo cierto es que el tenista argentino Tomás Martín Etcheverry (32º) perdió sus primeros dos desafíos de enero, en los ATP de Brisbane y Adelaida. Sin embargo, su victoria en el primer Grand Slam del año, frente a nada menos que un ex número 1 como Andy Murray (44º), eclipsó dichos traspiés. Fue un contundente 6-4, 6-2, 6-2 con chispazos de infalibilidad.
Por lo pronto, en la segunda ronda lo espera un siempre difícil contrincante, a pesar de sus 37 años y un no muy temible ranking (76º): el francés Gael Monfils. Y si hiciera falta otro tipo de motivación, quien triunfe en el partido de esta madrugada se cruzará con el ganador del encuentro entre Novak Djokovic (1º) y el local Alexei Popyrin (43º). Dato no menor: el serbio no pierde en Melbourne Park desde 2018, frente a Hyeon Chung.
Claves para un necesario triunfo
Etcheverry necesita recuperar la confianza y el tenis de los que supo gozar durante gran parte de 2023; precisamente, en el último Roland Garros y los meses que rodearon aquel Abierto de Francia. La victoria frente a Murray fue una expresión de que, si es que no lo hizo aún, está cerca de conseguirlos. Pero el jugador nacido en La Plata puede hallar en Gael Monfils una suerte de desestabilizador mental, para nada sencillo de superar. Principalmente por dos motivos: primero, porque la tentación de pensar en Novak Djokovic puede distraerlo de su verdadero desafío; y luego, porque el estilo de juego de Monfils siempre expone a su oponente a una montaña rusa emocional.
El galo se caracteriza, además de por sus acrobacias y elasticidad, por una cabeza inconsistente; por protagonizar tramos de poca atención, de displicencia. Y no pocas veces eso acaba por afectar también a su rival. Etcheverry declaró tras vencer a Murray: “Solo intenté hacer mi juego y concentrarme en mis puntos”. Precisamente eso deberá replicar frente a un Monfils que, aunque transita el ocaso de su carrera como el británico, en la cancha corre como el adolescente que alguna vez fue número 1 en Juniors y obtuvo 3 Grand Slams. Plena concentración y abstracción de su entorno necesitará Etcheverry para vencerlo.
Respecto del juego, también deberá el argentino ser estratégico en sus decisiones. Esto implica la búsqueda de puntos cortos: sus 196 centímetros no lo vuelven particularmente adepto a los rallies desgastantes, algo con lo que Monfils sí se relame. Para ello deberá custodiar, si es que no elevar, el 71% de primeros saques que acertó frente a Murray. Ante al escocés, Etcheverry ganó 51 de los 82 tantos de cuatro golpes o menos, una estadística que refleja cuán cómodo se siente con los puntos cortos y que intentará repetir frente a quien fue número 6 del mundo en 2016.
Su gran 2023, una moneda de dos caras
El año pasado fue indudablemente el momento de explosión de Tomás Etcheverry: el jugador de 24 años alcanzó sus únicas dos finales hasta el momento, en Santiago de Chile y Houston, y los recordados cuartos de final de Roland Garros, en los que perdió frente a Alexander Zverev. Su nivel le permitió meterse por primera vez entre los 30 mejores del ranking y actualmente ocupa el puesto 32, un lugar “de privilegio” que muchos anhelan, porque asegura la clasificación a los torneos grandes.
Pero, como sucede en el tenis, un buen año no hace otra cosa que dificultar el próximo. En los primeros 5 meses de esta temporada, el platense defenderá más de la mitad de sus 1.375 puntos, y su desempeño en los Grand Slams será vital para cuidar su posición. En el último Australian Open, Etcheverry alcanzó la segunda ronda, instancia que disputa hoy. Un triunfo esta noche le significarían 45 valiosos puntos; que podrían ser más… si está dispuesto a derrocar al 10 veces campeón en el continente oceánico, Novak Djokovic. Pero, primero, lo primero.