¿Por qué todo en Mendoza es más caro? El impuesto oculto que pagás sin darte cuenta

En Mendoza, hacer compras, pagar un servicio o venir de vacaciones sale más caro que en otras provincias. Y no porque tengamos mejores productos, mejores hoteles o mejores servicios. No. Pagamos más porque el Estado nos exprime con impuestos escondidos y tarifas infladas. Todo en nombre de una “responsabilidad fiscal” que nadie ve reflejada en su bolsillo.
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El problema no es nuevo, pero tampoco tiene solución a la vista. Durante años, nos vendieron la idea de que Mendoza es una provincia ordenada, que baja impuestos y que genera condiciones para que el comercio y el turismo crezcan. “Mentira”. La realidad es que somos una de las provincias más caras para vivir, producir y consumir.
Ingresos Brutos: el impuesto que encarece todo
Los gobernantes se llenan la boca diciendo que han bajado Ingresos Brutos. Pero el gráfico no miente: hoy seguimos pagando mucho más que hace 15 años. En 2012/2013, en plena crisis fiscal, se pegó un “impuestazo” y la alícuota efectiva subió a niveles históricos. Desde entonces, nos tiraron algunas migajas con reducciones mínimas, pero nunca volvimos al nivel razonable que teníamos antes.
¿Y qué genera esto? Un efecto cascada:
• Cada producto que compramos tiene una carga extra de Ingresos Brutos en cada eslabón de la cadena.
• La mercadería es más cara en Mendoza que en provincias vecinas.
• Los comerciantes mendocinos no pueden competir y el consumidor paga la diferencia.
En resumen: todo está más caro no porque sea mejor, sino porque el Estado mete la mano en el precio final.
Servicios públicos carísimos: otro impuesto disfrazado
Pero el problema no es solo Ingresos Brutos. El otro gran robo encubierto está en los servicios públicos.
• La electricidad en Mendoza cuesta más porque nos enchufan cargos extra que nada tienen que ver con el servicio. Según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (UBA-Conicet), Mendoza lidera el ranking de tarifas eléctricas más altas del país, con precios casi un 30% superiores al promedio nacional. Aparte de un 40% en cargos, impuestos y tasas como alumbrado público que el gobernador ha mantenido por medio de un amparo en la justicia federal para evitar cumplir con la resolución de defensa del consumidor nacional.
• El agua también está inflada con sobrecostos. Y encima ahora quieren vendernos la idea de que los medidores van a bajar la tarifa (cuando en realidad es todo lo contrario).
Ahora, si los servicios básicos son caros, ¿cómo pretendemos tener una economía competitiva? Un comerciante mendocino paga más de electricidad y agua que uno en otra provincia, y por eso tiene que subir los precios. Un hotel tiene costos fijos más altos, y por eso te cobra más por la noche. Un restaurante en Mendoza tiene una carga impositiva absurda, y por eso el plato te sale más caro que en Córdoba o en Salta. Todo esto lo paga el consumidor.
El turismo mendocino: caro y poco competitivo
Nos quieren vender la idea de que Mendoza es una potencia turística. Sí, claro… con precios altísimos, servicios costosos y una presión fiscal asfixiante. El resultado es que muchos turistas miran los números y deciden irse a otro lado.
¿Por qué un turista elegiría Mendoza cuando puede pagar menos y tener más en otra provincia? Un hotel mendocino cobra tarifas más altas no porque el servicio sea mejor, sino porque la factura de la electricidad y el agua lo obligan. Un restaurante sube sus precios porque la carga impositiva lo ahoga. Al final, los que pagamos la fiesta somos siempre los mismos: los consumidores.
¿Y la solución?
Si Mendoza realmente quiere ser competitiva, no basta con bajar un poquito Ingresos Brutos y aplaudirnos a nosotros mismos. Hay que hacer cambios reales, profundos y estructurales:
• Basta de impuestos disfrazados en las facturas de servicios.
• Basta de presión impositiva que encarece todo lo que consumimos.
• Basta de hacernos pagar la ineficiencia del Estado con sobrecostos que no tienen sentido.
Mendoza tiene todo para ser una provincia próspera y accesible para el consumidor. Pero para eso, hay que dejar de mirar la recaudación y empezar a pensar en el que compra, el que vende y el que trabaja. Si seguimos con este modelo de meterle impuestos y cargos a todo, la única certeza que tenemos es que cada vez nos va a costar más vivir en nuestra propia provincia.