Por qué debes cocinar más: qué sucede en tu cerebro
Haz la prueba: elige un momento del día, guarda las pantallas y empieza a cocinar. Vas a descubrir las razones.
Cocinar calma la mente y despierta el cuerpo. Ese momento en el que tomas un cuchillo, calientas una sartén o mueves una cuchara tiene un efecto inmediato en tu cerebro. Tu atención se centra en algo real, físico, inmediato. La mente deja de saltar, de preocuparse, y el cuerpo baja el ritmo.
Cocinar es un acto desestresante
El simple acto de preparar comida obliga a tu cerebro a concentrarse en estímulos concretos: el olor, el sonido, el color, la textura. Esa concentración natural corta el ciclo de pensamientos repetitivos que agotan la energía mental. En su lugar, aparece una calma que no viene de pensar menos, sino de estar completamente presente.
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Cocinar de todo. Foto: Unsplash
Frente al fuego, la respiración se acomoda. El aire entra y sale de forma más profunda, los músculos se relajan y el pulso se equilibra. El cerebro interpreta estas señales como una pausa segura. No hay peligro, no hay prisa, solo atención. Cocinar, entonces, se convierte en un ancla sensorial que devuelve al cuerpo la sensación de estar en casa.
Cocinar en pareja Foto: MDZ
Cocina en pareja
No es necesario preparar platos elaborados. Basta con cortar una fruta, hervir agua o preparar una sopa. Lo importante es el gesto, el contacto directo con los elementos. Cuando la mente participa en cada paso, el resultado no es solo comida: es descanso mental.
Durante el proceso, la memoria olfativa también se activa. Un aroma familiar puede despertar emociones guardadas, recuerdos felices o momentos de calma que parecían lejanos. La cocina se vuelve un espacio íntimo donde el pasado y el presente dialogan sin esfuerzo, y donde la mente encuentra un respiro genuino.



