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Por qué debes cocinar más: qué sucede en tu cerebro

Haz la prueba: elige un momento del día, guarda las pantallas y empieza a cocinar. Vas a descubrir las razones.

¡A cocinar! Foto: Freepik
¡A cocinar! Foto: Freepik

Cocinar calma la mente y despierta el cuerpo. Ese momento en el que tomas un cuchillo, calientas una sartén o mueves una cuchara tiene un efecto inmediato en tu cerebro. Tu atención se centra en algo real, físico, inmediato. La mente deja de saltar, de preocuparse, y el cuerpo baja el ritmo.

Cocinar es un acto desestresante

El simple acto de preparar comida obliga a tu cerebro a concentrarse en estímulos concretos: el olor, el sonido, el color, la textura. Esa concentración natural corta el ciclo de pensamientos repetitivos que agotan la energía mental. En su lugar, aparece una calma que no viene de pensar menos, sino de estar completamente presente.

Con el aceite de coco se puede cocinar todo tipo de verduras. También podemos añadirlo al café de la mañana. Foto: Unsplash
Cocinar de todo. Foto: Unsplash

Cocinar de todo. Foto: Unsplash

Frente al fuego, la respiración se acomoda. El aire entra y sale de forma más profunda, los músculos se relajan y el pulso se equilibra. El cerebro interpreta estas señales como una pausa segura. No hay peligro, no hay prisa, solo atención. Cocinar, entonces, se convierte en un ancla sensorial que devuelve al cuerpo la sensación de estar en casa.

Te dejamos una guía para que cocinar sea fácil y de manera correcta Foto: MDZ
Cocinar en pareja Foto: MDZ

Cocinar en pareja Foto: MDZ

Cocina en pareja

No es necesario preparar platos elaborados. Basta con cortar una fruta, hervir agua o preparar una sopa. Lo importante es el gesto, el contacto directo con los elementos. Cuando la mente participa en cada paso, el resultado no es solo comida: es descanso mental.

Durante el proceso, la memoria olfativa también se activa. Un aroma familiar puede despertar emociones guardadas, recuerdos felices o momentos de calma que parecían lejanos. La cocina se vuelve un espacio íntimo donde el pasado y el presente dialogan sin esfuerzo, y donde la mente encuentra un respiro genuino.