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#MDZArte: Mónica Souza, ilusiones de metal
Ideas, sueños y conceptos materializados en esculturas de metales. La artista plástica cuenta todo acerca de lo que reúne cada una de sus piezas. <br>
Inquieta y curiosa, Mónica descubrió en la chapa un amor tan profundo que resulta similar a la apariencia de las personas. "La chapa por fuera parece ruda y rígida, pero en realidad es maleable y plástica", asegura la creadora de estas piezas.
Después de trabajar en la producción de Vendimias hace un par de años se abocó de lleno a la producción artística personal.
Te invitamos a descubrirla en #MDZArte:
-Nombre y apellido:
-Mónica Leticia Souza.
-Te dicen:
-Mónica.
-Autodidacta o estudiada:
-Licenciada en Artes Visuales. Especializada en Escultura en la UNC.
-¿Qué es el arte para vos?
El arte para mí es un mundo, entre otros mundos que conforman una “realidad inexistente”, es un mundo donde después de aprehender las herramientas que te permiten medianamente explorarlo; elegís con cuales seguir, pero sucede que en paralelo se desarrolla lo interno como bagaje personal, lo intuitivo, lo mágico, la sincronía; y la suma de todo es la obra de arte.
-¿Qué expresa ?
-El arte en general expresa la manifestación del “ser interno” por encima de todo, y luego también considerar que cada ser que manifestó a través del arte, estaba sumergido en un determinado contexto, es así que también se manifiesta social, política y culturalmente.
-¿Cómo nació esta necesidad de expresarte a través del arte?
-Creo que muchas de las elecciones que una persona realiza, como es expresarse a través del arte, por ejemplo, surgen del “decir de otro modo”. Cuando era una niña de ocho años fui a aprender dibujo y pintura, y podía pasar largas horas del día dibujando. Si me remonto años más atrás, jugar era igual a “construir”, nunca era solo jugar. Mis muñecas tenían su casa de muñecas que construí con dos cajas de cartón de las más grandes que conseguí. O con mi hermano construíamos chozas de cañas en el patio de mi Nona en la casa de San Martín, donde después nos servían la mediatarde. El entorno familiar influye. Mis nonas siempre tejiendo o bordando, mi mamá que era modista, uno de mis nonos, joyero y platero y reparaba relojes, oficio que heredó de su padre; y yo tengo parte de sus herramientas, con las que trabajo actualmente; así es que creo que todo se mezcla y tiene que ver con las elecciones, con lo que decidís ser.
Luego y terminando la secundaria, (que fue casi un suplicio), fui directo a inscribirme a la facultad y elegí Arte. Estaba segura de lo que quería, un mundo de maestros… Era como sentirme en casa. Hablábamos todos el mismo idioma. Creo que la necesidad de expresar a través del arte va creciendo paralelo al crecimiento del conocimiento adquirido, de un conocimiento que viene, en mi caso, a través del aprendizaje del oficio; pero sobre todo una gran cuota intensa e inmensa curiosidad, de ensayo-error, de lo experimental, de aventurarse a probar combinaciones estéticas de distintos lenguajes, de materiales. Es un diálogo constante de preguntas-respuestas… ¿Cómo quedará esto si lo hago así? ¿o si lo combino con este lenguaje? Es un juego del que una sale con vivencias en cada obra en el que se abren distintos caminos y comienza de nuevo otro juego.
-¿Qué sentís cuando empezás con una escultura?
Es una experiencia única. Nunca sos la misma después de cada obra creada.
En mí caso en particular, siento que resuelvo, que descanso, que entro y salgo de un paréntesis de espacio-tiempo; que genero con otro lenguaje mensajes precisos; que transmito emociones, sentimientos e ideas.
-¿Cómo te enfrentás a una hoja de chapa sin forma?
-Es extraño ahora que lo pienso, porque muchas veces la hoja de chapa es el triple de mí altura, pero nunca me asusto. Personalmente, siempre me agradaron los desafíos, parada desde una posición de curiosidad y tenacidad.
El proceso de cada obra implica distintas etapas; a veces muy metódicas, al menos en mí técnica, otras más intuitivas y otras de conocimiento de cómo responde el material, el resultado del modelado.
En general, surge una idea original. Primero un disparador, luego hago un boceto que se acerca a esa idea, recorto moldes, modelo con formas cóncavas y convexas, voy creando volúmenes, que, al ser unidos por soldadura, generan las partes de cada escultura. Termino por componer la obra uniendo cada parte.
-¿Cuál es el primer paso que das ante esta hoja de chapa?
-Marcar los moldes de lo que quiero crear es el primer paso. Indistintamente lo use o no para la obra que voy a crear. Muchas veces me sucede que empiezo una, luego salto a otra idea, y otra…y en un momento me veo con tres obras iniciadas; que tienen conexión y se unen; o a veces no.
Creo que cada artista tiene una manera única de encarar sus trabajos y eso tiene mucha relación con lo que está resolviendo internamente. Tiene relación directa con lo que se está vivenciando.
-Cuando ves obras tuyas viejas, ¿te encontrás o ya no?
-Siempre. Hay algo muy tuyo que dejas en cada obra. No sólo es el trabajo, ni el tiempo que dedicás a cada obra. Es algo más interno y visceral. Dejás algo, y como dije antes, salís del camino transitado con cada obra… Diferente, con el logro de un crecimiento interno, con respuestas, o simplemente con alivio diciendo pude decir lo que siento.
-¿Cuándo te propusiste vivir del arte?
-Cuando tuve claro que ninguna otra actividad podría elegir para esta vida que me tocó vivir. Cuando tuve en claro lo feliz que era cuando terminaba una escultura. Es para mí una elección muy fuerte, fuera de distintos mandatos, pero por sobre todo siendo leal con uno mismo. Elijo ser leal conmigo, porque de lo contrario todo pierde sentido.
-¿Se puede?
-Sí, se puede. Cuesta. Pero vale. Creer en uno mismo es la clave. En otros momentos, en donde lo económico se complejiza, optaba por trabajos, pero siempre en relación al arte. Trabajé muchos años en Vendimias (carros, escenografías, utilería menor y mayor); de distintos departamentos, en áreas del Municipio de Godoy Cruz, relacionado con clases de Arte, en restauraciones de objetos antiguos, etc.
-¿Cuál es tu gran sueño?
-¡Tengo varios! De muchos colores. Creo que el más valioso es seguir compartiendo caminos con las personas que te acompañan, la familia, los amigos, colegas-pares. Cada obra genera una historia detrás de la propia historia de su creación; quien te acompaña a sostener una parte de escultura, mientras la soldás, quien te ayuda a cargar cada obra, quien respeta tus silencios cuando estás en plena creación, quien ayuda en el montaje de cada exposición, quien está dando aliento y apoyo emocional, los que te abrazan, los que escriben de tu obra, los que te regalan su tiempo sacando fotos en cada evento, los que te enseñan y vienen como maestros a que aprendas a empoderarte y defender tu obra como se defiende a los hijos. Todas esas experiencias son las más valiosas de la vida.
-¿Te gusta mostrar lo que hacés? ¿Cómo te llevás con el marketing?
-Sí, me encanta mostrar lo que hago; de eso depende también que la obra genere, que el espectador complete o no. Que se sienta identificado o no, que lo movilice, de distintos modos ya sea en positivo o en negativo, creo que ese es el sentido de la obra.
Con el marketing: todo un tema, un arma de doble filo. ¡Creo que hay que buscar el equilibrio marketing-obra porque realmente hay marketing vacío de obra!
-¿Qué te inspira?
-La vida, escuchar, la música, el pasado, las experiencias, leer, soñar. Cuando la idea está presente como disparador; ¡puedo incluso despertarme tipo tres, cuatro de la madrugada y en oscuras, escribir lo que llegó… al otro día traduzco y paso en limpio. Lo que aseguro es que cada escultura nunca es creada automáticamente, por el contrario, es resultado de movilizaciones internas; tiene un lazo con mí interior.
O me sucede que durante el día; (yo los llamo “instantes dentro de instantes”), quedo por un momento ausente. Es que conecté con la idea que estoy trabajando y me ausento del mundo por un momento, luego llega la resolución casi de modo mágico.
-¿Qué sentís cuando terminás esa escultura?
-¡Felicidad, placer! Verla aparecer y que ocupe un espacio-tiempo de recorrido, es fuerte la creación en tres dimensiones. Hablaba con un colega, sobre este tema y nos preguntábamos: "¿Por qué hacés esculturas?" Y en un momento respondí: "¡Para cubrir ausencias". Y fue ahí cuando me derivaron al psiquiatra (risas).
-¿Y cuándo empezás una escultura?
-Inspiración, energía, emoción, placer, alegría, pasión… un camino especial, como antes dije: no regresás igual luego de haber recorrido ese camino.
-¿Cómo le ponés valor a tu obra?
-Fue complejo aprender a poner valor a la obra. En principio indagás entre pares, también preguntás a los profesores, luego te explican que no es sólo el material que usás, es el tiempo que lleva la obra, la trayectoria, los logros y participaciones en el ámbito del arte. Pero es un recorrido que se inicia muy tímidamente.
-¿Quién valora más tu arte el mendocino o el turista?
- Creo que ambos. Es relativo, no hay una respuesta en que pueda decir, uno o el otro.
-¿Dónde soñás con ver una obra tuya?
-En el MOMA.
-¿Qué pieza o cuadro quisieras tener en tu casa que no sea tuyo?
-Una obra de Frida, un cuadro de Dalí, un Miguel Ángel, un Rodin.
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