Estudiantes con "Altas capacidades": una deuda de la "Escuela inclusiva".
Faltan programas y formación docente para atender a estudiantes con altas capacidades en un sistema que prioriza la inclusión, pero olvida la diversidad.

Los estudiantes asisten a una escuela que muchas veces no sabe cómo acompañarlos a desplegar todos sus talentos.
Archivo MDZEn los últimos años hemos estudiado en mayor detalle y con una mirada más integral a los estudiantes con “Altas capacidades”. Para adentrarnos en el desafío educativo que tal neurodivergencia conlleva, me propongo en los siguientes párrafos desarrollar varias nociones..
Antes de avanzar en el desarrollo de este artículo, quiero derribar el mito de que una persona con alta capacidad tenga un Coeficiente Intelectual mayor a 130. Hecha esa aclaración, comenzaré a describir una síntesis de lo que sí implica, pero siempre recalcando previamente que cada persona es única e irrepetible y el abanico de estas características es amplio por lo que no es adecuado enmarcar en exceso para no caer en un perfil encorsetado.
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Los estudiantes con “Altas capacidades” suelen tener rasgos cognitivos
También socioemocionales y factores ambientales que los distinguen de sus pares, entre ellos, poseen una inteligencia superior a la media, lo que les permite aprender de manera más rápida, con un pensamiento crítico y analítico, siendo capaces de analizar evaluar y relacionar mucha información con una lógica distinta al promedio.
Suelen ser creativos y originales a la hora de elaborar soluciones, poseen una curiosidad y motivación por aprender que los mueve a explorar hasta descubrir nuevos conceptos y habilidades. Suelen ser independientes y autónomos para aprender y se destacan por su avidez de conocimiento mostrando perseverancia y determinación en su búsqueda.
A su vez gran parte de los/as niños/as con “Altas capacidades” también poseen alta sensibilidad, lo que los lleva a experimentar emociones intensas y profundas, mayor percepción a los estímulos y necesidad de apoyo para regular y gestionar sus emociones, ya que poseen la oportunidad de ser más empáticos y amables con los otros pero también, dada su sobrecarga del sistema nervioso central, deben afrontar el estrés, la ansiedad, la sobreactivación, el desgaste y la presión por cumplir expectativas.
Si bien estas características, por sí solas, podrían ser contempladas como beneficiosas para el rendimiento académico de los estudiantes, no todo es alentador como podrìa ser, ya que el sistema escolar, lejos de estar capacitado para contemplar infancias que cerebralmente pueden hacer muchas cosas a la vez, termina generando experiencias de frustración, sentimientos de desadaptación y hasta vergüenza por “aprender de más”.
Estos estudiantes asisten a una escuela que muchas veces no sabe cómo acompañarlos a desplegar todos sus talentos e incluso termina en algunas ocasiones atentando contra su autoestima y autoconcepto.
A menudo se encuentran cotidianamente con las siguientes frases:
- “Dejá hablar a los demás”.
- “Sos muy capaz pero hablas mucho”.
- “Qué problema vas a tener si a vos te sale todo bien”.
- “Seguro que vos ya lo sabes”.
- “Siempre tenés algo que aportar”.
- “Hacé solamente lo que se te pide”.
Esto genera que se sientan disruptivos, y lo que es peor aún, los obliga a adormecerse, achicarse Y no mostrarse para pseudo adaptarse, a veces pagando el costo de no potenciar sus talentos para no sentirse raros ya que el/la niño/a no entiende por qué siendo como es no recibe la validación necesaria para su óptimo desarrollo.
Si bien la mayoría de estas personas logra en su adultez convertirse en personalidades muy resilientes, el camino hasta llegar a ese punto es muy solitario, de mucha incomprensión y angustia. En ocasiones durante la niñez y adolescencia encuentran una descarga negativa a través de problemas de conducta.
En la actualidad los docentes tenemos habilidades y formación respecto a acompañar procesos de aprendizajes más lentos, confeccionar adaptaciones curriculares para estudiantes con dificultades intelectuales, pero sin embargo, no contamos con la suficiente preparación y capacitación para guiar los procesos escolares de los alumnos con “Altas capacidades”. Son muy pocos los educadores y profesionales especializados. Se sigue creyendo que estos/as niños/as no necesitan nada en especial porque total “son muy inteligentes y pueden solos”. Se llega a cuestionar el término “Alta capacidad” como si fuera una mala palabra encontrarse por encima de la media en términos de capacidades efectivas.
Esta neurodivergencia a la hora de aprender también debe ser atendida. Es necesario trabajar en Red: cada cual desde su incumbencia, a nivel cognitivo, socioemocional y sensorial para preservar un sistema nervioso que se tiende a sobre activar y desregular con facilidad. La adecuada orientación a padres es fundamental para establecer metas en común.
Es necesario replantearnos qué nos pasa como Comunidad educativa cuando otro se destaca
- ¿Qué emociones nos genera ésto?.
- ¿Qué hacemos respecto a ello?.
- ¿Cuál es el reflejo de nuestras propias limitaciones?.
- ¿Somos una Sociedad que quiere aplastar el clavo que sobresale?.
Todo lo expuesto nos lleva a revisar nuestra humanidad para mejorar. Somos un país con muchos niños y adolescentes con Altas capacidades por lo tanto tenemos una oportunidad única para repensar cómo fomentar su crecimiento con seguridad y bienestar, creando un clima escolar donde la intensidad y la pasión por aprender sean valores visibles y fomentados. La inclusión implica atender a todos los alumnos en su proceso educativo ya que todos son dignos de recibir personalización. Estemos atentos en todos los casos porque por omisión también discriminamos. Tengamos presente como lema que nos permita distribuir nuestras energías como educadores que nadie está de menos pero tampoco nadie está de más,
* Lic.Verónica Addij .Psicopedagoga. Neuropsicoeducadora. Profesora Universitaria. Directora de Formación docente. Asesora académica.