Es argentino, cruzó África en bicicleta y ahora impulsa campañas solidarias: la historia de Agustín Ochoa
En 2017, Agustín realizó en bicicleta un trayecto de nueve meses que unió Egipto con Sudáfrica y derivó en un proyecto social que sigue activo.
En 2017, Agustín recorrió 13.000 km en bicicleta, desde El Cairo hasta la Ciudad del Cabo.
Instagram @agustinochoaokOcho años pasaron desde el inicio de la travesía épica de Agustín Ochoa, el joven que se animó a dejar su rutina para recorrer el continente africano, de norte a sur, en bicicleta. En nueve meses, Agustín atravesó 13.000 km sobre ruedas, desde El Cairo, Egipto hasta Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Sin embargo, antes de animarse a vivir esa aventura, no se sabía ciclista. Fue la necesidad de cambiar su realidad, su modo de vida, la que lo llevó a cruzar África, iniciando un camino de autoconocimiento, aprendizaje y superación.
Agustín había cumplido con todas las metas “impuestas” por la sociedad. Se había recibido como Licenciado en Economía y tenía trabajo estable en una empresa, en la que cumplía un horario de 9 a 18 horas. No obstante, él sentía que faltaba algo más. “Quizás esa vida no era para mí”, reflexionó Ochoa en diálogo con MDZ.
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“A mí me pasaba que veía las noticias, veía lo que estaba pasando y yo estaba sentado, cruzado de brazos, no haciendo nada”, reveló Ochoa, al recordar cómo era su vida antes de su gran travesía hasta que, un día como cualquier otro, vio un documental que lo inspiró. Un hombre contó documentó su viaje en bicicleta por México y, automáticamente, Agustín entendió que él quería probar algo similar, pero a su manera. “En ese caso, la persona sabía andar en bicicleta, en cambio, yo aprendí cuando estaba en la facultad estudiando. Pero entendí que era un desafío que iba a transformarme a mí por completo”, aseguró.
Así fue que, sin mucha experiencia sobre ruedas, pero seguro que de quería transformar su realidad, comenzó a prepararse para su primer gran viaje, eligiendo a África como el destino por conocer. “Encontré en la idea de cruzar África de norte a sur en bicicleta, la posibilidad de descubrir una faceta completamente distinta de la que yo tenía sentado ahí frente al televisor, cruzado de brazos, haciendo nada”, sostuvo el joven en el marco del Día Mundial de la Bicicleta, con el deseo de inspirar a aquellos que tienen un propósito y un sueño por cumplir en la vida.
“Para mí la bicicleta y África son como escuelas, como también lo son las personas y los distintos lugares en los que estamos. Me enseñaron, todavía me enseñan y me ayudaron a descubrirme a mí como persona y como el profesional también que quería ser. No podría decirte ni siquiera que soy ciclista ni mucho menos, sino que soy alguien que se hizo cargo de sus pasiones, de sus intereses de su vocación y se animó a llevarlos a cabo. Creo que ahí está la diferencia con otras personas que tienen sueños, pero que por distintos motivos dejan callar esas ganas que tienen”, comentó a esta periodista Ochoa.
Lo vivido y las adversidades que debía sortear al cruzar África en bicicleta
En marzo de 2017, Agustín llegó a la capital egipcia para iniciar su viaje. La tenía a Lucía, como llamaba a la bicicleta que lo acompañaría. Desde ahí, sin mapa ni itinerario establecido, se dispuso a avanzar al menos 100 kilómetros cada día. Pero la distancia que andaba dependía de la zona en la que se encontraba, de las adversidades naturales y de la apertura de las comunidades.
“El objetivo diario era la distancia de 100 km, aunque iba dependiendo del país. En Etiopía, por ejemplo, hacer 40 km de pura montaña era un montón. En cambio, en Egipto, donde es todo más llano, podía hacer 100 km en 4 o 5 horas y, si de repente eran las 2 de la tarde y ya había hecho 100 km, seguía”, señaló Ochoa, haciendo énfasis en que, en ocasiones, estuvo entre 8 a 10 horas arriba de la bici por la ruta. “Es muchísimo, pero cuando tenés la adrenalina y las ganas de llegar, se te pasa el tiempo y te puedo asegurar que para alguien que no es ciclista y todavía no sabe andar sin manos es algo que se hace fácilmente”, afirmó.
También, a diario debía intentar acercarse a las comunidades para preguntar por dónde estaba y por dónde podría seguir su camino, evitando exponerse a zonas donde habitaran animales salvajes. “No tenía ningún itinerario, sino que lo iba manejando. Iba viendo las distancias, sabía que podía llegar de un pueblo a otro que estaba a 80 km y sabía que de esa forma me podía abastecer. En Namibia, en cambio, hay pueblos demasiado alejados, como a unos 160 km de distancia. En ese caso me proveía de latas de comida y acampaba la noche en algún lugar al costado de la ruta, obviamente preguntando si no era zona de leones, sino tenía que buscar refugios”, contó.
Entre los recaudos a tomar, Agustín enfatizó en la presencia de animales salvajes en algunos países africanos, como las hienas en Etiopía y leones en Tanzania. Además, al andar en bici, podía exponerse a robos en algunas comunidades. “Etiopía un país con problemas entre comunidades; en algunas zonas me decían que me podían llegar a robar, así que tenía que tener doble cuidado”, agregó.
Como si fuera poco, el joven, que comenzó a dar charlas motivacionales a los niños de distintas comunidades, recordó que en esa experiencia no tuvo ni un día igual al anterior. “Un día estaba en el desierto del Sahara con 55° de calor y otro día estaba en la montaña de Etiopía con frío, con una cultura completamente distinta, con idiomas distintos, con comidas distintas, con formas de relacionarse, con inquietudes por mí. Creo que cada día y cada experiencia que iba teniendo me iba enriqueciendo y moldeando de distintas formas”, reflexionó.
El aprendizaje del viaje y un camino de autoliderazgo
Si bien el objetivo inicial era sumamente personal, el viaje en bicicleta derivó en un proyecto de concientización y transformación social con impacto duradero. Durante el viaje, Ochoa ofreció charlas motivacionales a niños y jóvenes en distintas comunidades, enfocándose en temáticas como el liderazgo, el medioambiente y la capacidad de actuar en contextos adversos. Esta experiencia marcó el inicio de un compromiso sostenido con causas sociales, que se mantiene hasta la actualidad.
Precisamente, al reconocer cuál fue uno de los principales cambios que experimentó durante la travesía, mencionó el autoliderazgo. “Desde ese viaje hablo del autoliderazgo, de empezar a tener actitudes proactivas versus actitudes reactivas. Una actitud reactiva es cuando vos reaccionás ante lo que está pasando afuera tuyo. Y una actitud proactiva es cuando vos tomás el liderazgo de vos mismo y no te cruzás de brazos ante lo que está pasando afuera tuyo, sino que tomas decisiones en pos de hacer cosas para que puedas cambiar vos y no esperar que lo que está fuera cambie a tu favor”, explicó.
Pero ese no fue el único aprendizaje que adquirió. “Lo que yo entendí tanto estando en África como en otras partes del mundo, es que el ser humano es el mismo, nacido en la India, nacido en Sudán o nacido en Australia. El ser humano busca contención, busca amor, busca sobrevivir y tiene sueños acá y también los tiene en Etiopía”, sostuvo.
Al llegar a las escuelas de las comunidades que le abrían las puertas, los estudiantes lo recibían con mucha ilusión y asombro por su historia de vida. “Lo que más les volaba la cabeza era que yo les decía que había llegado a la escuela porque venía en bicicleta desde El Cairo. Siempre les decía: ‘Bueno, levante la mano, el que sabe andar en bicicleta’. Y allá la bicicleta, precaria o no, es un medio bastante común de movilidad entre los pueblitos. Entonces, la mayoría de los chicos levantaba la mano y yo les decía: ‘Yo tuve un sueño y a la edad de ustedes yo no sabía andar en bicicleta’. Entonces, claro, los chicos quedaban boquiabiertos y pensaban: ‘Este loco está haciendo esto y yo ya sé andar en bicicleta y este pibe a mi edad no sabía’.
Entonces, tras esa introducción, Agustín les hablaba de aquellas personas que también se habían animado a realizar lo impensado, tanto referentes también de África como de todo el mundo. “Los incentivaba a no perder la fe en sus sueños. Y vos me dirás: ‘Bueno, pero pasabas por contextos de gran vulnerabilidad’. Y sí, pero también de los lugares más vulnerables salieron personas destacadísimas que, aún ante la falta de recursos, lograron hacer lo impensado. Entonces, mi mensaje era ese; no sé si llamarlo inspiracional, motivacional. A veces, cuando uno sostiene el poder de sus sueños y no se atreve a pensar en que se puede, ahí es cuando se empieza a perder esa magia que creo que tenemos cada uno”, consideró.
“A veces, es propio de la sociedad, de nuestras familias que, sin quererlo, nos van callando, nos van apagando esa llamita, pero que para mí, en esa llamita, está la esencia de hacer cosas grandes”, concluyó.
El presente de Agustín: coaching y misión social en ONGs
Al regresar a su Argentina natal, Agustín mantuvo su compromiso social. Sabía que ya no podría volver al estilo de vida que llevaba nueve meses atrás, antes de su partida. Fue así que, poco a poco, empezó a “adentrarse en el ámbito de las Neurociencias y la Programación Neurolingüística para luego presentar su caso en eventos y conferencias sobre Motivación, Desarrollo Personal y Liderazgo”.
En la actualidad, Ochoa sigue “ayudando a equipos y a personas a descubrir sus potencialidades y hacerse cargo de ello”. Por otro lado, el ciclista se vinculó activamente con organizaciones sociales como Racing Solidario y la ONG CILSA, con la que, actualmente, trabaja en una campaña que busca recaudar fondos para la adquisición de 300 sillas posturales destinadas a niños, niñas y personas con discapacidad que no pueden acceder a este equipamiento por su alto costo.
El proyecto articula el trabajo de múltiples actores, incluyendo entidades deportivas, empresas y fundaciones. Según el propio Ochoa, la necesidad de este tipo de dispositivos es alta y su impacto en la calidad de vida de los beneficiarios es inmediato.
Para colaborar con la campaña, todos los interesados pueden dirigirse a la cuenta de Instagram de Agustín Ochoa (@agustinochoaok), como a la página oficial de Racing Solidario o a la página de Cilsa. Allí, podrán encontrar las formas de colaborar.