De la inteligencia artificial a la inteligencia humana aumentada: cuando el verdadero desafío somos nosotros
El miedo a la inteligencia artificial no es tecnológico, sino humano: tememos perder lo que nos hace únicos, cuando en realidad la IA amplía nuestras capacidades.
Más que inteligencia artificial, deberíamos hablar de inteligencia aumentada.
Archivo MDZEl nombre Inteligencia Artificial (IA) provoca fascinación, pero también temor. La idea de una “inteligencia” no humana genera la sensación de competencia, como si las máquinas pudieran reemplazarnos. Sin embargo, el problema no es tecnológico, sino semántico y emocional.
El término fue acuñado por John McCarthy en 1956 durante la conferencia de Dartmouth. Buscaba definir un campo de investigación enfocado en máquinas capaces de realizar tareas que requerían inteligencia humana. El nombre fue brillante para captar atención y financiamiento, pero también sembró una percepción equivocada: que estábamos creando algo que podía pensar o sentir por sí mismo.
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Inteligencia no humana genera la sensación de competencia, como si las máquinas pudieran reemplazarnos.
El miedo al nombre
El temor nace en la palabra “inteligencia”. Los humanos nos enorgullecemos de nuestra capacidad de pensar, crear y adaptarnos. Llamar “inteligente” a una máquina desdibuja los límites entre lo humano y lo artificial, despertando el miedo de perder nuestra singularidad.
Los medios refuerzan esa narrativa de competencia: “Las máquinas reemplazan empleos”, “La IA superará a los humanos”. La ciencia ficción completó la ecuación, instalando una visión apocalíptica. Pero la realidad es más simple: los sistemas de IA no piensan ni sienten; solo ejecutan tareas específicas según lo que los humanos les enseñamos. La verdadera inteligencia sigue siendo humana.
A lo largo de la historia, cada salto tecnológico provocó miedo. La imprenta iba a destruir el conocimiento; la electricidad, a acabar con los empleos; las computadoras, a volvernos inútiles. Hoy, la IA ocupa ese lugar simbólico del miedo al cambio. La tecnología evoluciona, pero los miedos humanos son los mismos: perder el control, el poder o el propósito.
A lo largo de la historia, cada salto tecnológico provocó miedo.
Inteligencia aumentada: una nueva narrativa
Más que inteligencia artificial, deberíamos hablar de inteligencia aumentada. Esta visión pone al ser humano en el centro y destaca la colaboración entre nuestras capacidades y las herramientas tecnológicas. La IA no reemplaza nuestras habilidades: las potencia.
No es rival, sino extensión. Así como construimos barcos para cruzar mares, aviones para volar o calculadoras para multiplicar, hoy construimos sistemas que expanden nuestra capacidad de analizar, crear y decidir.
Jonatan Loidi lo resume con una matriz simple pero poderosa: actitud y aptitud.
- Los ineptos carecen de ambas.
- Los vendehumo tienen entusiasmo, pero sin competencia técnica.
- Los atrincherados saben, pero se niegan a cambiar.
* Marcos Lovera es co-founder en Mangata Customer Development y docente en varias cátedras para Escuelas de Negocios en Buenos Aires, Madrid y Guatemala.



