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Marcos, un joven mendocino con proyectos para "cambiar el mundo"

Marcos Bruno tiene 23 años, estudia Mecatrónica en la UNCuyo. En 2016 fue a Utah a hacer una experiencia de simulación marciana. Su sueño es cambiar la realidad en que vive y para eso trabaja incansablemente. MDZ dialogó con él para conocer su historia y sus nuevos proyectos

jueves, 15 de agosto de 2019 · 11:23 hs

Marcos Bruno es un joven lujanino que estudia Ingeniería en Mecatrónica en la Universidad Nacional de Cuyo que rompe barreras. Ha viajado por el mundo cumpliendo sueños. Participó durante dos semanas de un espacio de simulación marciana creado por la Mars Society, investigó en la Universidad de Standford, organizó junto a Game Changers un convocante festival de música, conoció a su ídolo Dave Grohl. Tiene 23 años, es mendocino y sigue trabajando.

Hay una leyenda urbana que dice que cuando alguien lo conoce, le suceden cosas increíbles. Esto no es de extrañar porque Marcos inspira a quien comparte un momento con él. Su sueño es cambiar el mundo y para eso trabaja incansablemente en cada proyecto.

Su espacio está inundado de todo lo que le agrada: instrumentos, herramientas tecnológicas y una mesa lo suficientemente grande como para desplegar su creatividad. En ese ambiente inspiración crea y vive, aunque tiene suficientes proyectos como para ausentarse periódicamente.

Este lujanino es un ejemplo de que todo se puede si se tiene la convicción suficiente. No se queda quieto, mirando en retrospectiva reconoce que todo lo que ha hecho “suena muy loco, pero no lo es” y agrega que “uno tiene que animarse a soñar” . Entiende que para hacerlo hay que sacrificar cosas, estar lejos de la familia, perderse momentos importantes, pero “si se está dispuesto a trabajar y a sacrificar lo que hace falta, no hay sueño que no se pueda realizar”.

“Soy un afortunado porque me pude permitir todo esto”, dice, y agrega: “va en uno luchar para llevar la balanza para su lado, la pasión es determinante”. Comenta que en esas cosas que parecen tan locas las personas se tienen que “tirar de cabeza” y ver sobre la marcha qué pasa.

Cuando estudiaba Ingeniería electromecánica en la UTN fue a ver una charla del traductor de Ellen Baker, una médica que viajó tres veces al espacio. Tras una serie de imprevistos y confusiones no pudo llegar a tiempo y solo alcanzó a pedirle el contacto al traductor, Camilo Reyes, quien había dado una charla motivadora con su experiencia.

Posteriormente Marcos lo contactó y fue a una conferencia en Buenos Aires inspirado por él. Allí accedió al concurso de la Mars Society. Marcos presentó cuatro proyectos de distinta índole convencido en que debía viajar. Un robot de cuatro ruedas que ayuda con la supervivencia de los astronautas fue el proyecto que lo llevó a vivir esta experiencia.

Con su robot fue a hacer una experiencia de simulación marciana a una base de la la Mars Society que depende de la NASA ubicada en el desierto de Utah. Pasó allí dos semanas con recursos limitados, viviendo como si estuviera en el planeta Marte. “Fueron dos semanas en la mejor pecera del mundo” aseguró. Su camino hasta allí no fue fácil, de hecho pasó dos semanas durmiendo en el piso de un motel donde se alojaban otros jóvenes que le abrieron las puertas.

Al terminar esa experiencia tuvo la oportunidad de ir a la Universidad de Standford donde usó un microscopio de un dólar. Como le impactó tanto la funcionalidad de ese microscopio, que sirve para diagnosticar el cáncer de cuello uterino y que para este joven estudiante es “mejor que muchos microscopios que tenemos en muchas universidades de acá”, se reunió con el entonces ministro de Educación Esteban Bullrich para trabajar en conjunto y lograr que esta herramienta se insertara en el sistema educativo argentino.

La música, un puente

Es fanático de Foo Fighters, banda fundada por el ex baterista de Nirvana. Según cuenta, Dave Grohl y su música lo inspiraron a ser menos tímido y a poder hacer amigos, “la música me desinhibió” indica. Durante su infancia Marcos “estaba aislado” y le daba miedo relacionarse con otros. Este arte cambió su vida, y lo sacó de esa “cárcel”.

Gracias a la musa de Foo Fighters, Marcos decidió aprender a tocar algún instrumento. Actualmente toca la batería, la guitarra, el bajo y el ukelele, “quería estudiar música, pero me pareció difícil la carrera y tiré la toalla”.

Hizo todo lo posible para conocer a los ídolos de su vida, pero nada funcionó. Probó con mails, visitas al hotel y bares donde los Foo pasaban sus ratos. Pero fue durante un recital de AC/DC al que asistió mientras estaba en Standford donde lo encontró mirando el espectáculo muy cerca de él. “Lo primero que le dije fue ‘Dave toco música por vos, me cambiaste la vida’” y el músico le respondió con un “gracias”.

Después pudo volver a verlo personalmente en Buenos Aires y hasta dialogar con él. Allí pudo contarle que durante la charla TED que brindó en Recoleta habló sobre la importancia que este artista había tenido en su infancia.

Cambiar el mundo paso a paso

Su historia lo ha llevado a dar charlas TED y conferencias. De hecho en noviembre viaja a Nueva York a dar una conferencia. Para hacerlo tendrá que dejar de lado una TED porque se superponen las fechas. Ha hecho publicaciones científicas y sigue trabajando. “Si con 20 años mandé un mail y pude llegar hasta acá, no hay nada imposible”.

Para este joven de 23 años estar quieto es lo más nocivo. “Mi sueño es cambiar el mundo, es un cliché esa frase, suena a película de Disney, pero quiero aportar mi grano de arena al mundo. Quiero trascender”.

“Amo la robótica” dice en relación a su carrera universitaria, pero a pesar de esto reconoce que a largo plazo no se ve trabajando en relación de dependencia, “quiero tener mis propios proyectos para hacer lo que amo sin responder a nadie más”.

Se encuentra trabajando con Game Changers, un grupo de jóvenes que buscan convocar a otros emprendedores para inspirarse mutuamente. “Cuando volví del viaje me quería comer el mundo. Pero pasé de querer que todas las escuelas tuvieran este microscopio a querer aprobar el parcial del lunes”. “Lo que paso es que allá estaba con gente que me empujaba todo el tiempo, y llegué acá y me achaté” afirmó para sostener la fuerza de su amistad con los changers. “Si tengo que representar gráficamente un sueño, es abrir el diario del domingo y ver que hay un proyecto de impacto que mejore el mundo”.

Como hobby está trabajando con inteligencia artificial. Con sus compañeros hace data análisis y lo vende a organizaciones.

A parte está creando un start up con otro game changer para ayudar a quienes están pasando por situaciones de aislamiento como les pasó a ellos en su infancia. “Nosotros tuvimos la gran suerte de poder superarlo, pero mucha gente sigue ahí” y hacia ellos apunta este proyecto. La aplicación está en una etapa previa, pero con el objetivo fijo de cambiar realidades.

Conocelo personalmente en esta charla que MDZ tuvo con él