"50 Segundos" en Netflix: el juicio invisible que nadie vio en el caso Báez Sosa
El documental sobre el caso Báez Sosa expone, sin justificar el crimen, el dolor y la condena social que también cargan los padres de los rugbiers.
Graciela y Fernando, madre e hijo.
Archivo.El estreno de “50 Segundos: el caso Fernando Báez Sosa” en Netflix no solo revive, con una crudeza casi insoportable, la secuencia de golpes que terminó con la vida del joven en Villa Gesell. También reactiva una discusión que nunca terminó de cerrarse: la condena silenciosa que recae sobre los padres de los rugbiers.
Y antes de avanzar, es indispensable subrayarlo: nada, absolutamente nada, se compara con el dolor irreparable que atraviesan los padres de Fernando Báez Sosa. Su pérdida no admite equivalencias ni contrapuntos. Sin embargo, reconocer esa tragedia no impide observar otra dimensión que la docuserie expone sin subrayar: la pena paralela que soportan las familias de los agresores cada vez que el caso vuelve a la conversación pública.
Te Podría Interesar
Graciela y Silvino, papás de Fernando.
Los padres frente a cámara: la otra cara del dolor
Una de las escenas más potentes del documental es la aparición de los padres de algunos de los rugbiers. No buscan justificar ni atenuar lo ocurrido. Lo que muestran es más crudo: el derrumbe cotidiano de quienes quedaron atrapados en una tragedia.
Hablan desde la culpa, la vergüenza, el desconcierto y una angustia que se vuelve evidente incluso en los silencios. Algunos relatan cómo cambió su vida desde la condena; otros intentan explicar lo inexplicable: cómo se convive con la realidad de que un hijo propio está preso por matar a otro joven.
Esa exposición abre otra pregunta que incomoda: ¿cuántas veces la sociedad condena también a las familias, como si el delito se heredara, como si la culpa pudiera transmitirse por convivencia o por apellido?
Atribución ampliada de responsabilidad: el juicio que no está en el expediente
En criminología, este fenómeno se conoce como “atribución ampliada de responsabilidad”. Ante un hecho que conmueve, la sociedad necesita asignar culpas que excedan al autor material. La serie reinstala, casi de forma tácita, tres supuestos muy presentes en la opinión pública: que hubo señales previas que los adultos no vieron; que existía una cultura de prepotencia que se naturalizó; y que el apoyo familiar se mantuvo incluso frente a la evidencia más brutal.
Mientras los rugbiers cumplen una condena judicial, sus padres enfrentan otra: social, interminable y no regulada por ninguna ley.
Los rugbiers condenados.
El dilema que nadie quiere formular
La docuserie plantea un conflicto que rara vez se discute en voz alta:
- ¿Qué debe hacer un padre cuando su hijo adulto comete un crimen brutal?
- ¿Tomar distancia para evitar ser juzgado?
- ¿Acompañarlo sin justificarlo?
- ¿Asumir una culpa que la ley no le asigna?
- El derecho es claro: la responsabilidad penal es individual.
- La sociedad no: necesita un origen, una grieta, un hogar donde colocar la culpa.
La pregunta final
“50 Segundos” no reabre la causa judicial. Reabre la moral. Y deja flotando un interrogante tan íntimo como devastador: Si mañana tu hijo fuera el agresor, y no la víctima… ¿qué harías?
* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad.
linkedin.com/in/eduardo-muñoz-seguridad
IG: @educriminologo



