Los personajes más particulares que se vieron en el Carrusel
Las reinas vendimiales no fueron las únicas en llamar la atención de los presentes a lo largo del recorrido de los carros.
Este sábado Mendoza vivió un nuevo Carrusel por las principales avenidas de la Ciudad. Primero el público parecía escaso, pero a medida que se acercó el momento del comienzo, las veredas se colmaron de mendocinos y turistas.
La jornada amaneció fresca y nublada, con un viento que trajo alivio respecto a la noche previa. Recién pasadas las 11:30 se empezó a sentir un poco más el calor, pero nunca llegó a ser molesto.
Al paso tradicional de los carros y de la Federación Gaucha, se sumaron personajes pintorescos que aportaron un color especial tanto al desfile como al público.
Desde temprano se los vio al Mago Alatar y a la Paisana Chapecas, el primero simulando un cosechador con un muñeco a cuestas. “Venimos todos los años, anoche también estuvimos”, compartieron alegres. Claro está, las personas se aproximaban a pedirles fotos.
Mientras llegaban los carros, muchas niñas paseaban vestidas de reinas junto a sus familias. Unos turistas porteños sentados en la orilla de una acequia, sobre Avenida Sarmiento, compartieron un mate con una señora que pasó caminando y se los pidió.
El clima de festejo tuvo su impasse cuando empezó la contramarcha, que partió desde Plaza Italia y se sumó al recorrido en Perú y Sarmiento, antes de que llegara la banda de la Policía de Mendoza, encargada de abrir el desfile.
Primero iban organizaciones en favor de la protección de la Ley 7722, pero detrás marchaban trabajadores del Conicet, el Polo Obrero y otros sectores. Cuando este grupo llegó al cruce de Sarmiento y Chile, se encontró con AMProS, que estaba apostado detrás de las vallas. Finalmente, la asociación que nuclea al personal de Salud decidió unirse a la marcha.
Unos 100 metros más atrás circuló el SUTE con parte de la CTA, precedidos por un grupo de mujeres que iban tocando tambores. Al llegar a la puerta de la sede del PD, se bajaron de la camioneta que iba delante dos hombres usando cabezas gigantes: uno llevaba la cara del presidente Javier Milei y el otro del gobernador Alfredo Cornejo.
Al llegar la banda de la Policía de Mendoza se vivió un gran momento al tocar el himno nacional argentino y dos efectivos bailaron ante la ovación de los asistentes.
Ya con el paso de los carros de las reinas el público corría y gritaba tratando de agarrar los frutos y objetos que las mujeres tiraban a su paso. Hubo quienes festejaban haber agarrado un grano de uva. Otros, más afortunados, se hicieron de melones, que alzaban ante el aplauso de otros, cual Copa del Mundo.
En el carro de Maipú se dio una situación particular que la propia reina, Brunela Puga, se encargó de contar: la encargada de manejar el camión que llevaba a las maipucinas fue Romina Silioni, soberana departamental 2012.
En medio de la multitud, sentada en una mini sillita y comiendo cereales, ajena a la locura de los grandes, Emilia, de dos años, disfrutó tranquila del desfile. La pequeña, oriunda de Maipú, estuvo siempre con sus padres, Abel y Esther, quienes cuidaban que nadie la lleve por delante.
Otro personaje pintoresco fue un hombre que desfiló con una especie de bicicleta creada por él, mientras llevaba gorro de piloto de avión antiguo, arrojando espuma.
Hubo dos reinas departamentales que descendieron de sus carros y caminaron entre el público, algo que la gente valoró con aplausos, buscando también sacarles fotos. Se trató de Anabel Ríos, de General Alvear, y Sol Indiveri, de Sal Rafael.
Algunos asistentes aprovecharon las paradas de los colectivos para sentarse y ver pasar el desfile, volviéndolas una especie de palco.
Ya cerca del cierre se pudo observar a dos personajes literarios recreando una escena del final de la adaptación cinematográfica: Lord Voldemort y Harry Potter en su batalla final. Junto a ellos iban El Sombrerero Loco y la Rina de Corazones de licia en el País de las Maravillas.
Tanto los payamédicos como los caporales le dieron todo el ritmo y el color al cierre del Carrusel 2024, ante el aplauso entusiasta de los presentes que aún permanecía en el lugar.