El desafío y las ventajas de crear equipos con las nuevas generaciones
Lejos de ser un obstáculo, la diversidad generacional ofrece una gran oportunidad para innovar. Sin embargo, también implica retos que deben ser gestionados con inteligencia y empatía.
Los equipos de trabajo atraviesan una transformación generacional sin precedentes. Con la llegada de los millennials y la generación Z al mercado laboral, las empresas enfrentan un gran desafío: integrar a esos jóvenes que tienen otras maneras de pensar, relacionarse y trabajar, a grupos conformados por personas de diferentes franjas etarias. En primer lugar, hay que entender que las diferencias no se limitan a las preferencias en el uso de tecnologías. Por el contrario, abarcan aspectos profundos vinculados a la cultura laboral, la comunicación y la toma de decisiones.
Partiendo de la base de que la generación Z nació y creció en un mundo altamente interconectado, caracterizado por un ritmo acelerado de cambios tecnológicos y sociales, estos jóvenes valoran profundamente la flexibilidad, la autonomía y el propósito en su trabajo. Además, a diferencia de generaciones anteriores, que a menudo priorizaban la estabilidad y las jerarquías, los jóvenes tienden a buscar un equilibrio entre su vida personal y profesional, optando por ambientes laborales más horizontales, colaborativos y adaptativos, con opciones de teletrabajo o trabajo flexible.
Otro de los desafíos de integrar a estas generaciones radica en las diferencias de los enfoques hacia la autoridad y la jerarquía. Los más jóvenes tienden a rechazar las estructuras rígidas y prefieren líderes que actúen como mentores o facilitadores, no como figuras autoritarias. En cambio, los empleados mayores de 40 años a menudo están acostumbrados a una clara distinción de roles entre jefes y subordinados, y pueden interpretar la preferencia por un liderazgo más colaborativo como una falta de respeto o desorganización.
Algo parecido ocurre con la toma de decisiones: mientras que las generaciones jóvenes tienden a optar por un enfoque más ágil, colaborativo y en tiempo real, los más experimentados suelen preferir un proceso más estructurado, basado en análisis y con un enfoque más cauteloso. Por último, otro punto clave es la comunicación. Las generaciones más jóvenes se sienten cómodas con herramientas digitales como el correo electrónico, los chats y las videollamadas, y esperan respuestas rápidas y directas. Sin embargo, aquellos que crecieron en un entorno donde la comunicación era más formal y a menudo presencial, pueden percibir estas formas de interacción como informales e incluso ineficientes.
A pesar de los desafíos, no hay duda alguna de que la diversidad generacional, si se maneja adecuadamente, puede ser una poderosa ventaja competitiva. Los jóvenes aportan frescura, creatividad y una perspectiva global, mientras que los mayores traen consigo trayectoria, experiencia y conocimiento de la industria.
Crear equipos con diferentes generaciones de empleados no es tarea fácil, pero sí es una de las grandes oportunidades de los contextos laborales actuales. Para aprovechar al máximo este potencial, es necesario un liderazgo que valore y gestione las diferencias, promoviendo un clima de colaboración, respeto y aprendizaje continuo.
Si las empresas logran integrar las distintas maneras de pensar y trabajar, podrán crear equipos mucho más dinámicos, innovadores y resilientes ante los constantes cambios del mercado. Porque al final de cuentas, el desafío no está en las diferencias, sino en la capacidad de abrazarlas y aprender de ellas.
* Sol Estefanía Arance. Abogada, directora Estudio Arance.