Entrevistas MDZ

Tenía 50 años y vivía en la calle, pero logró que su vida de un giro inesperado

Guillermo Galinetti y Henry Alvarado reconstruyeron sus vidas gracias a proyecto Calle, un taller de fotografía. Cautivados por la propuesta, MDZ habló con ambos para conocer a fondo su historia.

Agustina Castro
Agustina Castro domingo, 21 de enero de 2024 · 17:23 hs
Tenía 50 años y vivía en la calle, pero logró que su vida de un giro inesperado
Guillermo da un taller de fotografía para las personas en situación de calle Foto: Analía Melnik /MDZ

Todos merecen una segunda oportunidad; una chance parar volver a empezar. Atrás quedan los errores, las peleas, los excesos, los desamores. Todo lo que hace llegar a una situación de extrema vulnerabilidad, puede quedar en el pasado, si se tiene un motivo para volver a luchar. Con una mirada, una mano, una charla y un proyecto se abren puertas infinitas; infinitas posibilidades para rehacerse y comenzar de cero. Eso es lo que busca Calle, un proyecto fotográfico que surgió a principios de los 2000 y que, poco a poco, logra visibilizar la perspectiva con la que ven el mundo las personas en situación de calle, quienes, como todos, merecen ser escuchados y recibir una segunda oportunidad.

Jorge Mazzinghi tenía la inquietud de saber qué es lo que tenían para contar y mostrar las personas en situación de calle. Sabía que cada una de ellas tenía una historia valiosa, fuerte y dolorosa -en algunos casos- por lo que tenía la creencia de que, mediante una cámara, podían ofrecer una mirada diferente de la realidad. Así fue que, día a día, el entonces estudiante de arquitectura llevaba cámaras descartables a cada residencia, hogar, merendero e iglesia, con el deseo de escuchar e incentivar a las personas que recurrían esos lugares a tomar sus propias fotos, a hacer su propio arte.

Con el tiempo, proyecto Calle fue creciendo. Cada vez más personas se animaban a hacer eterno un momento mediante la cámara fotográfica y a contar qué es lo que veían en cada postal. Un día, el proyecto llegó hasta el hogar al que acudía Guillermo, motivándose, de inmediato, a volver a tomar instantáneas y ser el encargado de dar un taller de fotografía con herramientas más profesionales, creando a artistas enormes, con los pies sobre la tierra y los sueños por el cielo. “Mírame. Dame cinco minutos de tu tiempo y charlá conmigo. No me ignores”, es la invitación que hace Guillermo cada vez que habla de la importancia de prestarle atención a quien está siempre a un lado, a quien transita la calle.

El stand de Calle llegó a varias exposiciones de fotografía. Foto: Instagram /proyectocalleba

Inspirados por su historia, sus luchas, su arte y cuán alto llegaron en este tiempo, MDZ entrevistó a dos pilares fundamentales de Calle: Guillermo Galinetti y Henry Alvarado. Cada uno tuvo la suerte de cruzarse con el taller en diferentes etapas de sus vidas, pero con algo en común: por distintos motivos, estaban en situación de calle. Ellos aseguran que el proyecto fotográfico llegó en el momento justo para darles un motivo para volver a empezar, volver a tener ganas de levantarse y crear algo, y compartirlo con los demás. Hoy, Calle cuenta con tres álbumes fotográficos que están a la venta y son invitados especiales de las ferias más importantes de la Ciudad.

-¿Qué es Calle? ¿Cuándo surge?
-Guillermo Calle nació, como tal, allá por el 2001, en otra de nuestras tantas crisis, cuando Jorge Mazzinghi, un joven estudiante de arquitectura en ese momento, vio a la gente que estaba en la calle y tenía la inquietud de ver qué podían mostrar. Porque, hasta ese momento, eran objeto de ser vistos. Entonces, por iniciativa propia, empezó a repartir las cámaras descartables; las revelaba, sacaba las copias y se ponía a hablar con ellos en la calle. Su inquietud era, básicamente, conocer qué era lo que ellos veían. Eso después se trasladó a parroquias, a hogares de tránsito, a merenderos. Lo fue haciendo año tras año, como una inquietud. Y se armó de un archivo de fotografías enorme.

Mirá la entrevista de Guillermo Galinetti de Proyecto Calle

-¿Cómo llegaste a Proyecto Calle?
-Él (Jorge) llevaba la propuesta a distintos lugares, y fue así que yo lo conocí hace cinco años, antes de la pandemia. Yo en ese momento había ingresado a un hogar de Cáritas en Parque Patricios y estaba muy deprimido. Había perdido mi pierna. Ya era un señor de cincuenta y pico. Había perdido mi trabajo y dónde vivía. Llegué a esta propuesta de un taller de fotografía y como yo ya tenía cierta experiencia -había trabajado mucho tiempo como productor audiovisual-, me interesó. Y en realidad vi un montón de posibilidades terapéuticas también. Mi última etapa de trabajo formal tuvo que ver con el acompañamiento terapéutico, así que me pareció que era bastante importante.

-¿Qué cambió en vos desde que te uniste al taller de fotografía?
-Yo lo veía en mí. Esa persona que había entrado totalmente deprimida y diciendo ‘esta es mi última instancia en la vida’, empezó a tener ganas de nuevo. Y no solo quería ver la fotografía, sino ver a qué me llevaba esa fotografía: a empezar a verme de nuevo y ver al otro que, hasta ese momento, por esa cuestión depresiva, no me importaba mucho. Para mí fue una gran reconstrucción. Y viendo las posibilidades hablé con él y le dije che, ‘podemos ir más allá de que veamos la fotografía’, porque en ese momento la idea era verlas y hablar. Yo empecé a profundizar un poquito más. Yo tengo elementos como para charlar, como qué es un cuadro fotográfico. Nos paró la pandemia y arrancamos a mitad de año con un grupo muy chiquito -todos los grupos son chiquitos, de seis a siete personas- y, realmente, ahí vimos enormes resultados. Discutíamos las fotos, empezamos a sacar retratos o autorretratos. Algunos decían: ‘No quiero autorretratos. Esto no es mi vida; mis hijos no saben que yo vivo acá”.

-¿Cómo fue su contacto con BADA?
-Esto fue en el 2021, después de la pandemia, y en el 2022 fue que dimos el gran salto, porque hasta ese momento hacíamos presentaciones de fin de año, pero internamente, con la gente de Cáritas. Y en el 2022 a mí se me ocurre hablar con la gente de BADA (Buenos Aires Directo de Artista) para ver qué posibilidad había, cuánto salía un stand. Y dijeron ‘bueno, mándanos material a ver de qué se trata’. Me llamaron el mismo día que se lo mandé y me dice ‘ustedes tienen que estar este año; nosotros te hacemos el espacio. Así mandamos a juntar unos diez o veinte cuadros y, en ese momento, nos habían donado dos libros que, en realidad, son como unas carpetas con cuarenta postales de fotos que habíamos sacado a lo largo de estos veinte años. Y fue un boom.

En la actualidad, toman las fotografías con sus propios celulares. Foto: Analía Melnik/MDZ

-¿Cuál fue la respuesta de la gente?
-Empezamos a tener la mirada del otro, pero inclusive del otro profesional, es decir, fotógrafos que estaban exponiendo ahí, que venían y traían a la gente que los iban a ver a ellos porque decían ‘tienen que ver esto’. La gente venía, leía sobre el proyecto, se emocionaba y se ponía a llorar. Para nosotros fue una respuesta maravillosa. La gente de BADA, de la que somos familia, nos ayudan, nos dan cursos de capacitación para sentirnos artistas. En ese momento nos preguntaban: ‘¿Ustedes son fotógrafos?, ¿son artistas?, ¿qué son?’. Yo había creado la categoría de no fotógrafos; nosotros somos no fotógrafos. En todo caso, somos realizadores que mostramos algo, nuestra realidad. Pero ahora sí son artistas. Después de tres años con este grupo consolidado, sí estoy hablando con artistas. Es ir de que un muchacho venga y me diga ‘mirá, para mí es una excusa, un hobby, nada más’; y después me diga ‘yo paso todo el día sacando fotos’. Y te manda 30 el día, de las cuales diez vos decís ‘pará un poco’. Es alucinante. Después de BADA vino BA Photo y preparamos una muestra individual con la Asociación Budista Soka Gakkai. Estuvo muy bueno. Ya nos habíamos puesto muy, muy arriba.

-Los ingresos de los libros de fotos que empezaron a vender, ¿les sirvieron para poder ir cambiando su situación económica?
-Sobre los ingresos que tuvimos dijimos: ‘¿qué hacemos?’. A ninguno nos iba a cambiar la vida que nos repartiéramos la plata, esa era la verdad. Decidimos hacer el tercer libro; ya no era una donación, era algo nuestro. Y esto yo lo quiero destacar porque, a veces, a la gente que vive en calle o que vive en hogares, la gente dice ‘yo lo estoy invitando, le doy ropa y me dice no’. El valor que tiene para alguien que vive de donaciones de decir, ‘yo me compré esta remera’, o ‘yo me fui a comer una pizza porque tenía ganas de comer una pizza’. Eso es algo que es muy difícil de ver. Mucha gente anda con esas anteojeras y, hay tanta gente en la calle hoy en día, que es verdad, no podés andar sin esa anteojera. Y me han tocado charlas con los chicos de la secundaria de El Salvador y decirles no hace falta ni que me dones una zapatilla ni un plato de comida. Mírame. Dame cinco minutos de tu tiempo y charlá conmigo. Si querés darnos lo otro, va a ser siempre bienvenido. Pero no me ignores. Y creo que esa es, un poquito, la semillita que queremos plantar. Este año que pasó tuvimos muchos encuentros con muchos fotógrafos, también volvimos a participar en BADA, volvimos a participar en Buenos Aires Foto; pero, sobre todo, tuvimos encuentros con muchos fotógrafos, de ahí que los muchachos dieron un salto cualitativo enorme. Y todos nos marcaban esto: ‘Vos me estás mostrando una ciudad que yo, por mi tiempo, no veo”.

-De todas las fotos que fuiste tomando, ¿cuál te gustó o te marcó más?
-A mí, lo que me pasó, lo descubrí en BADA por una persona que me lo preguntó. Porque había puesto tres fotos, pero había dos donde estaba marcada mucho la luz y la sombra. Y vino una señora mayor y me pregunta: ‘¿por qué buscas la luz?’. Y son dos fotos que a mí me gustan muchísimo. Y ahí me di cuenta que era eso: una búsqueda de la luz. No sé si son las mejores que he sacado, pero significan mucho y es ahí adonde yo apunto a los muchachos también. Me pasa con uno en particular que hizo una foto, yo te diría que casi perfecta, entre luces, sombra y composición; y le digo ‘mirá, si estuvieras en un museo yo te la compraría en dólares a esta foto’. Y él me dice: ‘es una foto que me gustó’. Y ahí es donde yo marco, que les guste, que se tomen el tiempo en sacar fotos, que se vuelvan a reencontrar con esa mirada, con sus propias historias, que son todas historias muy difíciles.

Hery Alvarado se sumó a Calle hace un año. Foto: Analía Melnik/MDZ

Ninguno que vive en un hogar quiere vivir en un hogar, y llega a un hogar por una historia muy difícil de consumo, de abandono, de errores, de metidas de pata. A mí mismo me ha pasado eso, y reconstruirse después de los 40 y los 50 es muy difícil. Y estamos en una sociedad que no está preparada para eso. Ahora es todo de los jóvenes, es todo Tik Tok, es todo rápido, todo ya. Y nosotros quedamos atrás. Y, en realidad, la sociedad somos todos. Crear esa empatía es un granito de arena que queremos mostrar.

-En esta crisis que estamos atravesando, con una constante lucha de polos opuestos, ¿creés que este proyecto, u otros como este, vienen a traer algo positivo a la sociedad, algo de unión?
-Sí, yo creo que tiene que ver con eso y creo en el gran esfuerzo. Este año nos planteamos seguir con mucho más. Estamos planteando un cuarto libro; queremos hacer una suerte de 4 fanzines que se unan en un libro a fin de año; ir a más muestras; hacer más encuentros íntimos. Queremos ir a librerías a presentar el fanzine o los libros anteriores, y crear la charla persona a persona para que nos conozcas, que conozcas lo que hacemos y si te conmueve, bienvenido. Pero esto es buscar la empatía. Creo que hoy, hoy más que nunca necesitamos esa empatía. Todos; no solo nosotros, los que viven en la calle o en hogares. Y, sobre todo, hacernos fuertes, como en un verso de Luis Alberto Spinetta que dice ‘¿Quién resistirá cuando el arte ataque?’. Y seas lo que seas, estás haciendo arte. Desde tu publicación; hasta mis fotos; hace una canción; hasta el chico que está en la esquina haciendo malabares. Y hoy necesitamos eso.

-¿Dónde se consiguen los libros de Calle?
-Tenemos tres libros que podés buscarlos en nuestro Instagram, que es @proyectocalleba. Ahí hay una tienda nube donde podés buscarlo. Ahí vas a tener un montón de fotografías que hacemos y en la tienda nube tenemos los libros y unas láminas. Si te gusta una fotografía y la querés enmarcada te lo hacemos, te lo hacemos llegar y vamos. Este año estamos así, con ideas como más locas para realmente difundirlo. ¿Queremos difundirlo para llenarnos de plata? No. Para llegar a mucha más gente. Somos hoy siete personas que sabemos que nuestra vida cambió. Varios de ellos todavía están viviendo en hogares. Yo tuve la posibilidad de alquilarme un departamento a través de otros subsidios y demás. Varios siguen viviendo en hogares, pero se levantan, hacen sus cosas, y te dicen: ‘Ya estoy pensando en la mejor foto que voy a sacar en el día’. Y ya estoy hablando con un fotógrafo, no estoy hablando con un muchacho que después va a trabajar en un kiosco. Entonces, volver a reactivar todo eso para nosotros es enorme.

-¿Qué otros proyectos se vienen este año?
-Uno es seguir encontrándonos con la mayor cantidad de fotógrafos que tenemos. En marzo, antes de Semana Santa, queremos arrancar este año con una muestra en algún lugar de Cáritas; convocar a diez o doce fotógrafos amigos a que nos den una foto de ellos; y hacer una muestra de ‘Calle y amigos’. Y queremos proponer, dentro de Cáritas, un concurso para que los compañeros se incentiven, a partir de abril, a arrancar con el taller. Nos estamos postulando a unas becas y concursos en el exterior. También vamos a tener BADA este año porque somos familia. Varios de estos fotógrafos que se nos acercaron nos dijeron: ‘Yo hago un curso particular y ustedes tienen una beca’. Entonces, buscamos que este grupito siga creciendo y difundirlo a todos lados. Queremos llegar al interior también. El año pasado nos habían invitado de la Universidad de San Luis, pero al final no se pudo hacer. Porque si bien esta es una problemática muy centrada en Buenos Aires, no es solamente de Buenos Aires. En noviembre salió la estadística a nivel país de la gente que vive en la calle y te sorprende ver que en otros lados, como en Mendoza, hay pequeños grupos. Y decís: ‘Si a mí me cambió la vida, a esta gente también se la puedo cambiar, ¿no? Entonces queremos, este año nuevo, en esta época que nos toca vivir, crear muchos más lazos, que creo que van a ser totalmente necesarios.

Mirá la entrevista de Henry Alvarado de Proyecto Calle

-Contanos tu historia, ¿cómo llegaste a Proyecto Calle? ¿Hace cuánto?
-Henry Alvarado: Yo llevo un año y meses en el proyecto. Yo comencé a vivir en la Fundación Cáritas, en el Hogar San José, ahí en Parque Patricios en el 2023, y, precisamente, yo llegué a una situación emocionalmente muy peligrosa y, gracias a Dios, me pude cruzar con Guillermo, quien intentó seducirme con lo del taller de fotografía. Pero, en realidad, toda mi vida la fotografía me pareció algo muy aburrido. Y fui, más que todo, para probar. Asistí al proyecto, al taller, que en ese momento era un taller en el que nos reuníamos todos los jueves. Y, a partir de ese día no dejé de sacar una sola foto todos los días. Siempre digo, ‘tengo que sacar una foto’. Buena, mala, regular, fuera de foco, como sea, pero tengo que sacar una foto. Encontré como un vehículo, una válvula de escape para todo ese cúmulo de preocupaciones, frustraciones, locura que tenía encima. Y la verdad que la fotografía para mí apareció como una revelación. Fue la forma más honesta y sencilla de poder expresarme libremente.

-¿A qué te gusta sacarle fotos?
-Muchas de mis fotografías tienen que ver con cuestiones personales. Yo soy más de sacarle fotos a las personas y los animalitos. Pero no es porque sí; es porque hay cosas que me recuerdan a alguna situación. Por ejemplo, un perrito siempre me recuerda a ser un perro callejero, que yo muchas veces me sentí así por vivir en un hogar. A partir de ahí me entusiasmé con el proyecto y sigo sacando fotos. Guillermo te lo puedo decir mejor, pero creo que las primeras fotos que yo sacaba no son las mismas que las que saco ahora. Yo no sé si mejoré, pero a mí me gustan más; entiendo un poco más de fotografía. Hoy busco seguir aprendiendo. Guillermo siempre nos promueve eso; nos invita a compartir con otro fotógrafo y experimentar otras técnicas. A nosotros nos enseñan técnicas básicas de fotografía, pero es más que todo una cuestión de experimentación y algo emocional. El taller inició así; Jorge, cuando lo hacía con las cámaras descartables, hablaba con los chicos de por qué sacaban esas fotos.

-Vos decías que también te gusta sacarle fotos a las personas, además de los animales. ¿Qué ves en las personas a las que querés fotografiar?
-Yo soy una persona muy sociable. Las personas siempre me recuerdan muchas situaciones de la vida que yo tuve anteriormente. Porque vivir en un hogar es otra vida totalmente y, antes, fuimos otras personas. Por malas decisiones, enfermedades, o lo que sea, caes en un hogar o caes en la calle. Y en los hogares, a veces te olvidas de que alguna vez fuiste una persona. A veces, solamente eres una masa inerte esperando que te traigan el almuerzo o que te den la merienda, irte a dormir y seguir la misma rutina al día siguiente. La fotografía es un intento de volver a insertarme en la sociedad. La expresión de una persona me puede recordar un amor pasado, un amigo que ya no está. Un montón de cosas. Y yo soy muy nostálgico, muy "sentimentaloide". Es un campo muy fértil para sacar expresiones y emociones. No soy de sacar edificios, paisajes, esas cosas, eso sí me aburre.

-Ahora, las personas que forman parte del proyecto Calle usan como herramienta de trabajo la cámara del celular, ¿no? Porque antes estaban las cámaras descartables.
-Claro, sí. Antes, Jorge daba las cámaras descartables. Pero, por los costos de revelado y los costos de las mismas cámaras, ya no es financiable ese tipo de método. Y sí, yo saco fotos exclusivamente con el celular. No sé lo que es una cámara fotográfica profesional. Si me das una, no sabría qué hacer con ella, pero sí con el celular. Creo que no solamente yo, sino todos los que conforman el grupo, sacan fotos maravillosas y tiene mucho que ver con el ojo que ve a través de la cámara y no con qué sacas la foto. Y muchas veces ni siquiera tienen que saber de fotografía como tal. Es simplemente tratar de expresar lo más honestamente que se pueda. Y cuando una emoción es muy fuerte, es muy difícil que no salga reflejado en una foto.

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