El fútbol, los clubes de barrio y su importancia para contener a niños en situaciones vulnerables
Estas instituciones, muchas veces, ofician de hogar para muchos pequeños desafortunados. La tarea de los profesores es clave para cobijar a los niños.
Hay una afirmación irrefutable y la misma asegura que el deporte es salud. Sin embargo, la actividad deportiva en Argentina es garantía de muchas cosas más, como por ejemplo, el aspecto social.
Hoy en día, los clubes y escuelas de fútbol son espacios de contención para niños que atraviesan una situación vulnerable. A través de ellos, los chicos cuentan con un espacio clave para jugar, distenderse, hacer deporte, y así escaparse de la dura realidad en la que muchas veces conviven.
En un contexto en donde abunda la mala alimentación, los problemas familiares, la poca dedicación de los padres, abrigos precarios y tentaciones de cualquier índole, los nenes y nenas tienen a disposición estos ámbitos en donde pueden despejarse y cambiar, al menos por un rato, su día a día.
Esteban, profesor del club Ciudad Oeste de la Favorita que cerró hace algún tiempo, explica la importancia que tenía la escuela de fútbol en la zona: “se abarcaban una cantidad aproximada de 400 niños (a partir de los 6 años), adolescentes, y jóvenes de 18 o 20 años. Es lamentable que haya cerrado”, sentenció.
Además, el entrenador le confesó a MDZ que no son solo niños quienes pasaban tiempo en el club, sino que también cobijaba a muchas niñas y chicas adolescentes a través del hockey, un deporte muy elegido por las mujeres jóvenes.
Nelson Mocayar, entrenador del club Independiente Las Rosas de Tunuyán, explicó que las instituciones deportivas no son ajenas a la realidad del país, en donde la inflación y la crisis económica está a la orden del día.
Mocayar explicó de qué manera se ayudaba a los chicos de bajos recursos: “Años anteriores, se les daba merienda a los chicos cada vez que terminaban de entrenar. No solo a los de inferiores, sino que con mucho esfuerzo también se les daba la media tarde a los jugadores de Primera, pero la gente que colaboraba, comenzó a estar tan preocupada por llegar a fin de mes, que ya no tienen tiempo para dar una mano en el club, y es totalmente entendible”, analizó.
A pesar de que ya no se pueda llevar adelante esta movida, el “Turco”, tal como lo conocen en toda la comunidad de Colonia Las Rosas, destaca la tarea de las familias que ayudan desinteresadamente ante un caso de emergencia o de un chico que necesita ayuda, a través de dinero o con la organización de eventos.
Antonio Pizzolo, formador y director técnico del Club Deportivo Sarmiento de Tunuyán, le confesó a este medio cuál es el contexto actual de la institución: “Trabajamos con chicos de las villas, con niños del hogar de Vista Flores. Son todos jugadores importantes, porque sabemos que, justamente, el pibe que suele sobresalir, es el de potrero”, aseveró.
El “Barrio”, tal como lo apodan al club tunuyanino, intenta colaborar con los chicos con una acción muy parecida a la que se llevaba adelante en Independiente Las Rosas: “Nosotros tratamos de seguir adelante dándole a los chicos un simple yerbiado, una tortita, o una rodaja de pan con mermelada. Por otro lado, no se separa ni se discrimina al pibe que no puede pagar una cuota”, comentó el entrenador.
Asimismo, Pizzolo asegura que, desde la institución, buscan ir creciendo de a poco en infraestructura, con un salón que comenzaron a construir, con el objetivo de brindarles la media tarde a los chicos allí luego del entrenamiento. En esa sintonía, Antonio afirma que han pedido ayudas a entes gubernamentales, pero según cuenta, luego se olvidan, y por lo tanto, todo es realizado a pulmón.
La calidad humana es uno de los aspectos fundamentales para el técnico, que explica lo siguiente: “Ninguno es más ni menos. Se ponen la camisetita y son todos iguales. Mi meta siempre es que los chicos formen buenas amistades, y que no exista la distinción económica”, declara Pizzolo.
El fútbol es uno de los deportes más populares del mundo, y uno de los motivos radica en que la clase social no es impedimento para practicarlo. Muchos niños solo necesitan una pelota para ser felices y olvidarse de sus problemas; y los clubes son un nexo para contenerlos en la adversidad.