Opinión

Educación, la grieta y el prestigio docente

"No metamos a la educación en la grieta", es la sugerencia del autor de la nota, quien es educador, psicólogo y rector de un colegio mendocino. "Asistimos hoy al peligro de extinción de los maestros", sentencia. En el escrito, su aporte.

Julio César Navarro Sanz miércoles, 10 de agosto de 2022 · 07:05 hs
Educación, la grieta y el prestigio docente
Las escuelas vacías, una postal que preocupa. Foto: Alfredo Ponce/ MDZ

Hay en la vida social algunos temas que no pueden quedar solamente en la disputa partidaria o sectorial. La democracia es una de estas convicciones profundas y transversales que no deben agrietarse. Una catástrofe espantosa llamada dictadura nos permitió aprender que la democracia no se negocia, y con matices, hay aquí un acuerdo generalizado.

Hoy vivimos otra catástrofe, incruenta, pero significativamente dañina. La educación y sus protagonistas estamos heridos y no acertamos en poder revertir los malos resultados y las malas condiciones de aprendizaje y de trabajo. Necesitamos poner a la educación por encima de las políticas mezquinas y establecer consensos propios de la alta política. Políticas de Estado que trasciendan los colores de los gobiernos, y acuerdos sociales que atraviesen y comprendan a toda la ciudadanía.

Lo necesitamos y se los debemos a nuestros hijos e hijas.

Los docentes somos la variable escolar que más incide en los aprendizajes

Está estudiado. El docente en el aula es quien más incide en la calidad de los aprendizajes de los estudiantes (dejando de lado las condiciones socioeconómicas de base en las que llega un alumno/a).

Una imagen de la marcha del último paro docente en Mendoza.

Muchos países lo han entendido bien y tienen políticas sostenidas de formación docente acompañadas por un reconocimiento integral de su tarea. Esto supone entre otras cosas un salario no solo “digno”, sino competitivo en relación con otros trabajos del sector público y privado. Supone un cuidado y reconocimiento de los tiempos frente al aula, pero también de los tiempos de planificación, corrección y articulación colaborativa con otros docentes.

“Que los chicos aprendan” es un buen lema, un buen ideal, el gran objetivo ¿Coincidimos en eso? No lo lograremos sin docentes respetados en el trato cotidiano, en la mirada social, en las condiciones de trabajo y en sus salarios.

Que muchos (y los más capaces) quieran ser docentes

Una política que busque prestigiar a los docentes implicará, entre otras cosas, que quienes proyectan su futuro profesional, chicos y chicas de 4to y 5to año de nuestras escuelas, consideren la docencia como una alternativa seductora.

Porque la misión es noble y hermosa (¡que lo es!) y porque tiene una incidencia social determinante para niños, niñas y adolescentes (más aún en contextos vulnerables).

Aulas vacías hace unos días en Mendoza.

Despertaremos el deseo de ser docentes con buenas condiciones de trabajo, con una valoración social positiva y generalizada y con un salario que permita vivir bien, sin “reforzar” los ingresos con una sobrecarga de horas o con otras tareas complementarias de diversa naturaleza.

Asistimos hoy al peligro de la extinción de los maestros. Muchos prefieren (aun teniendo el título) dedicarse a otra cosa antes que entrar en un sistema en tantos sentidos ingrato.

Si no hacemos algo distinto, no lograremos mejores resultados.

¿Puede lograr el cambio un Ministro o un Director General de Escuelas? Su buen desempeño es necesario, pero insuficiente si para arriba, para abajo y para los costados, no empujamos juntos en la misma dirección, con convicción, con determinación sostenida en el tiempo. Y con presupuesto.

Julio Navarro Sanz

*Profesor de Filosofía, Psicólogo, Magister en Educación

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