Ejemplo de vida

Avanza el consenso en Mendoza para lograr la Beatificación del Padre Llorens

La obra del cura que cambió la vida de cientos de familias que vivían sumidas en la miseria en lo que es hoy el barrio San Martín, lo elevaría a la figura de Santo. Desde una asociación que da testimonio de sus cualidades y la imborrable huella que dejó, están en tratativas con el Arzobispado.

Zulema Usach
Zulema Usach viernes, 22 de abril de 2022 · 20:58 hs
Avanza el consenso en Mendoza para lograr la Beatificación del Padre Llorens
El padre José María Llorens podría ser considerado Beato

Fue ejemplo y obra en cada tramo de su incansable andar, con el corazón siempre puesto en cambiar vidas y llevar amor, sabiduría y fortaleza. Allí donde el abandono se había hecho carne en cientos de historias de desamparo, pobreza extrema y vulnerabilidad, su presencia estaba allí, cooperando desde la humildad; escuchando sin juzgar, haciendo propio el dolor ajeno para encontrar formas de sanarlo.

Tan profundos y sentidos fueron los cambios que el padre José María Llorens logró en la comunidad mendocina, que aún su huella sigue viva en su obra y en aquellas personas que supieron acompañar su lucha, por lograr, nada menos, construir mejores vidas en un contexto por demás hostil. Justamente por eso, desde mediados de 2021, desde la “Asociación Identidad y Dignidad, tras las huellas de Macuca”, se está llevando adelante el pedido ante las autoridades eclesiales para lograr la Beatificación y posterior Canonización del cura que supo educar desde el ejemplo y con humildad.

El próximo martes, las representantes de la entidad se reunirán por tercera vez con el Arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, quien por el momento hace las veces de guía para avanzar en la propuesta que se busca instalar en las esferas más altas de la Iglesia Católica. El objetivo, es de hecho, lograr que el padre José María Llorens sea declarado Santo y para eso, desde la asociación se ha convocado a la comunidad a aportar sus testimonios y vivencias en relación con el padre que cambió la vida de miles de mendocinos. Para eso, la entidad ya tiene designado un postulador; el padre Marcos Aleman, actual sacerdote a cargo de la Parroquia Virgen de los Pobres y referente social.

El padre de la orden jesuita José María Llorens había nació en 1913 y murió el 19 de noviembre de 1984

 

Amor grabado en cada esquina

El 19 de noviembre próximo se cumplen 38 años de la muerte del sacerdote jesuita cuyo legado late en cada esquina del barrio San Martín de Ciudad. Como una llama que nunca se apaga, sus enseñanzas se escuchan desde el sentimiento; en las historias y los relatos de quienes fueron testigos de su compromiso sin reparos hacia las familias más pobres. Dicen que su necesidad de servicio tuvo una convicción tan férrea, que era Llorens el hombre capaz de desprenderse de todo –inclusive sus preconceptos previos- para aprender junto y desde los demás.

“Para trabajar con los pobres, hay que vivir con los pobres”. María Fernández de Ruiz tiene 74 años; recuerda como si fuera ayer la frase que Llorens le dijo cuando le propuso, allá por los años ’70, que se instalara junto a su esposo para iniciar el proyecto educativo que gracias a su impronta se transformó en una escuela; el actual centro educativo que más tarde fue llamado con el nombre del sacerdote.

“Cuando José María Llorens llegó a Mendoza en 1964, lo que hoy es el barrio antes era un gran basural, donde las necesidades de las familias eran extremas. Él había decidido instalarse allí, en una casilla hecha con barro porque consideraba que la única forma de cambiar las realidades más complejas era justamente, estar y compartir con los más necesitados”, recuerda María, la docente especializada en Ciencias de la Educación que fue convocada por Llorens, nada menos que para instalar mejoras entre la población más vulnerable desde la educación. Cuenta María que el sacerdote tenía una gran preocupación por el fracaso escolar que había entre la población más pobre. Por eso, encontró maneras de responder a esa necesidad, desde la confianza, el amor y el compromiso.

Compromiso que María y su esposo tampoco dejaron de lado. Sin ser mendocinos optaron por dejar atrás todo lo vivido y con la confianza puesta en mejorar realidades, se instalaron en el barrio, que por entonces era un extenso territorio signado por la miseria y el abandono. Ellos, junto a Llorens, construyeron una humilde casa y luego la escuela, con la plena convicción de que la educación es la herramienta más efectiva para ayudar a otros a salir del pozo.

Vivir en la pobreza para construir

Una avenida, el centro de salud y la escuela que hoy son los puntos clave de una de las barriadas más grandes de la provincia, llevan el nombre del Padre José María Llorens. Pero desde su huella guarda en sí misma, mucho más. “Fue una persona con una entrega única hacia los demás. Fue un hombre bondadoso, fiel a sus convicciones, solidario, justo y fraterno”, destaca María entre las cualidades del padre al que buscan santificar y recalca que todos esos valores que eran llevados a la práctica por él, fueron reconocidos en una carta enviada en los ’80 por el padre general de la Compañía de Jesús. “Su dedicación para con las personas que vivían en condiciones infrahumanas era constante. Trabajaba de manera afectiva y efectiva”, destaca María para quien el balance de lo vivido gracias a Llorens es más que satisfactorio.

“Gracias a él vinimos a vivir al barrio; era la condición que nos había puesto. Y si bien nada fue fácil al principio, hoy puedo asegurar que estando y viviendo las situaciones de las personas más pobres es mucho más lo que se aprende que lo que en definitiva se termina entregando”, reflexiona la mujer cuya visión de la educación está centrada en que los niños vivan la escuela con felicidad. “Hay que vivir y compartir con ellos; desprenderse de todo, inclusive de lo aprendido previamente para seguir aprendiendo desde lo más genuino, que es la experiencia sentida al lado de cada persona que nos necesita”. Cada frase de Rosa está cargada de un tono agradecido, comprensivo y fraterno.

Destaca que uno de los preceptos más destacados por Llorens fue justamente, la concepción de la Iglesia comprometida con la justicia social. “Él decía que primero estaba lo humano y después lo cristiano. Trabajó él mismo de peón; iba a visitar la cárcel quería acompañar; era uno más de la comunidad; él vivió la pobreza en carne propia e hizo suyo el sufrimiento de otros para poder cambiar vidas, ayudar sin juzgar”, destaca María, quien se encuentra recopilando testimonios y vivencias del padre que transformó su vida y la de miles.

El paso siguiente una vez que el Arzobispado logre hacer llegar las pruebas para la postulación a la beatificación del padre Llorens al Vaticano, será el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión. Por ahora, desde la entidad que integra María, se encuentra distribuyendo en la escuela y las casas información sobre la vida y obra del cura que llegó a Mendoza y dio su ejemplo en vida. De ahora en adelante, comenzará el camino hacia su postulación para la Beatificación, el paso oficial previo a la Canonización; es decir, la declaración como Santo por parte de la Iglesia Católica. 

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