Apuntes de siembra

Mi hijo nunca, mi hija jamás

Cuántas veces hemos escuchado a padres afirmar con vehemencia “mi hija nunca va a hacer eso, o mi hijo jamás va a hacer aquello otro”. ¿Nos pusimos a pensar cómo afectan estas frases el crecimiento de nuestros hijos?

Lic Magdalena Clariá y Mercedes Gontán domingo, 20 de febrero de 2022 · 21:03 hs
Mi hijo nunca, mi hija jamás
Foto: Rodnae Productions en Pexels

Cada etapa de la vida de un niño trae consigo nuevos desafíos para su crianza y los padres vamos haciendo camino al andar, descubriendo junto a nuestros pequeños un universo de cosas nuevas.

Sin quererlo, en este desconocimiento, a veces nos escandalizamos por “malos comportamientos” de otros niños de mayor edad que los nuestros a los que terminamos señalando mientras decimos con fe ciega frases como “mi hijo nunca va a morder a un compañerito de jardín”, “mi hija nunca va a hablarle mal a su compañera de curso”, entre tantas otras. 

En primer lugar, sabemos que ninguna de estas afirmaciones puede ser una verdad absoluta ya que ninguno de nosotros cuenta con la capacidad de ver el futuro. Aunque no vamos a negar que nos gustaría que a veces así fuera. Pero más allá de eso, sin quererlo, cuando entramos en este espiral de negación, no podemos acompañar adecuadamente el crecimiento de nuestros hijos

Si bien es cierto que existen conductas esperables para cada edad, también lo es el hecho que cada chico es único e irrepetible. Por eso, tampoco se trata de generalizar o recitar profecías como “todos los chicos de esa edad pegan”, “todos los adolescentes se emborrachan”, o “los hermanos se viven peleando”. Tal vez sí, tal vez no.

Lo mas importante es que como padres pongamos el foco en que los errores son oportunidades para aprender, y que siempre podemos equivocarnos, grandes y chicos. Lo importante es hacernos cargo de las consecuencias, y reparar nuestros errores, intentando aprender de cada uno de ellos.

Cuando sin quererlo idealizamos a nuestros hijos, aunque no lo digamos explícitamente frente a ellos, de igual modo lo captan, y es muy peligrosa para la construcción de su autoestima esta sensación de “no puedo fallar” o “mis padres esperan que haga todo bien”. 

Ante una situación concreta de conflicto, nos encontramos muchas veces con padres que niegan hasta lo evidente, lo que en vez de contribuir a solucionar el asunto, empeora el problema con su actitud de “mirar para otro lado”.

En las últimas semanas, en todos los medios y portales vimos la tristísima noticia de un chico que, víctima de bullying, decidió quitarse la vida. Grandes y chicos conmocionados por esta dura historia, repostearon, lloraron, se indignaron. Ojalá esto no quede en las publicaciones y lamentos de estos días, y sea una nueva oportunidad para demostrarnos la importancia del diálogo. Porque cada uno de nuestros hijos puede ser el agresor, la víctima o el testigo silencioso. Nadie puede decir mi hijo nunca o mi hija jamás. 

En el otro extremo, tampoco es buena para nuestros hijos esa desesperanza que a veces reina en el ambiente. “La juventud está perdida”, “los chicos de hoy son un desastre”. Estas frases de sobremesa que a veces decimos en voz alta sin pensar, tampoco son constructivas y debiéramos desterrarlas de nuestras conversaciones. Cada niño es una esperanza de construir un mundo mejor y nuestra tarea como padres de cada uno de ellos, es el desafío y regalo de acompañarlos en este camino. 

Estamos en los inicios del ciclo escolar, aprovechémoslo como una nueva oportunidad para generar momentos de diálogo con nuestros hijos, como compartíamos en la columna de la semana pasada, poniendo el foco en como se sienten, y el énfasis en que crezcan en empatía y respeto por los demás.

En estos tiempos donde digitalizamos todos los procesos y abundan los robots, podemos correr el riesgo de olvidarnos de la fragilidad propia del ser humano. Somos personas de carne y hueso, con nuestras fortalezas y debilidades y nuestros hijos también lo son. 

 

*Magdalena Clariá es Licenciada en Psicología y Mercedes Gontán, abogada, Mediadora y Orientadora Familiar. Juntas hacen Apuntes de siembra

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