Resiliencia

Pasó por el quirófano 7 veces por una patología congénita y hoy se dedica al acompañamiento emocional

Victoria Repetto se sometió a siete cirugías. Habla de lo difícil que fue haber entrado tantas veces en el quirófano y de cómo todo el dolor que atravesó sirvió para transmutar su sufrimiento en gratitud y encontrar el propósito en su vida: el acompañamiento emocional

Nicolás Hornos
Nicolás Hornos jueves, 29 de julio de 2021 · 07:01 hs
Pasó por el quirófano 7 veces por una patología congénita y hoy se dedica al acompañamiento emocional

Victoria Repetto tiene 49 años, es Técnica de imagen y sonido y mamá de tres hijos. Nació con dos patologías congénitas en la cara: un tumor benigno llamado linfangioma e hiperplasia hemifacial, una condición poco común que afecta solo a una persona en un millón. Debido a estas patologías, debió pasar sietes veces por el quirófano.

A los 8 años se enfrentó por primera vez al tétrico escenario del quirófano. Fue sometida a una operación para extraer el tumor. Después pasó por seis cirugías más. Y cree que ahí comenzó a gestarse, aun sin saberlo, el deseo de ayudar a otros en el difícil proceso de entrar a un quirófano. 

Hoy dirige el proyecto Reconstruyendo miradas, que ella misma fundó con el fin de brindar acompañamiento emocional, y es embajadora de la Asociación Española de Cuidados Emocionales Quirúrgicos. Desde la fundación provee contención emocional a quienes atraviesan las puertas del quirófano, debido a la deshumanización de los médicos.

Su infancia no fue para nada fácil, desde pequeña se enfrentó a la soledad y la discriminación: “Yo me mudaba una vez por año en mi infancia, literalmente. Cada año era volver a explicar lo que me pasó en la cara. Yo siempre iba con muy buena actitud y en cada lugar que pasaba dejaba un amigo. Había gente que me burlaba. Fue difícil, calculo que eso también me fortaleció, porque al adaptarse constantemente tenía que explicar y enfrentar el problema”.

Victoria de pequeña.

En su paso a la adolescencia hizo amigos en una parroquia donde, por primera vez, no se sentía discriminada. El comenzar a hacer terapia gestáltica fue de gran ayuda para aceptarse, ya que la escuela de Gestalt tiene en cuenta la dimensión corporal del ser humano y trabaja con el psicodrama: “Hablaba con el lado de mi cara que me hacía pasar por todos los momentos angustiantes de mi vida y me di cuenta que el camino era la aceptación, no había otra manera de sanarse”, recuerda Victoria sobre una etapa muy reveladora en su vida.

A pesar de haberse jurado a sus 22 años no volver a pisar un quirófano, a sus 45 se dio cuenta que todo por lo que tuvo que atravesar desde temprana edad, las operaciones, burlas y soledad no fue en vano. “Me di cuenta que no me importaba mi cara porque yo había hecho un proceso de reconstrucción interna donde había reconstruido mi mirada hacia mí misma pero necesitaba pasar por un quirófano para hacer un proceso sanador. Claramente no es el lugar ideal un quirófano para hacer un proceso, fue como una terapia intensiva”. Ese fue el momento donde Victoria decide transmutar su dolor en una oportunidad de cambio y compartir su experiencia de vida con personas que estén atravesando momentos parecidos.

Hablaba con el lado de mi cara que me hacía pasar por todos los momentos angustiantes de mi vida y me di cuenta que el camino era la aceptación, no había otra manera de sanarse, recuerda Victoria

El cambio ocurrió el día de su sexta cirugía, la cual duró ocho horas, cuando a Victoria la invadió una sensación de paz y plenitud al darse cuenta que todas esas experiencias tenían un propósito en su vida, ese día nació el proyecto Reconstruyendo miradas. “Ahí nació Reconstruyendo miradas, cuando yo me conecto y elijo entrar a un quirófano para conectarme con todo lo que no pude a lo largo de esas cirugías, donde me sobre adapté. La pasé bastante mal pero siempre estaba bien de actitud, me recuperaba bien pero nunca me había conectado con cosas fuertes que en algún momento tenía que atravesarlas. Sabía que era un proceso por el que tenía que pasar para llegar a darme cuenta del para qué yo vine a esta vida cómo vine, con esas dos patologías que me hicieron sufrir bastante y gracias a Dios pude superar”.

“Encontrar el para qué fue muy aliviador, traspase todo este dolor con un propósito, el poder ayudar a alguien. Y cuando ayudo a alguien me estoy también sanando a mí, es un círculo virtuoso. Doy lo que no recibí en definitiva, es una sensación de gratitud que me llena el alma”, expresa sobre su propósito en la vida y agrega que “la reconstrucción fue un proceso de la vida entera, de mucha terapia y camino de búsqueda personal”.

Sabía que era un proceso por el que tenía que pasar para llegar a darme cuenta del para qué yo vine a esta vida cómo vine, con esas dos patologías que me hicieron sufrir bastante y gracias a Dios pude superar, afirma Victoria

“Reconstruyendo miradas nace como una necesidad de poder ayudar, acompañar y sostener a una persona que va a entrar al quirófano desde el lado emocional. Sentirse solo cuando vas a entrar al quirófano es muy duro. Cuando uno está bien anímicamente y se siente tranquilo, el posquirúrgico después es mucho mejor. Son pocos los médicos que tienen herramientas para manejar la parte anímica del ser humano, somos cuerpo y alma, no hay duda de eso, si uno está bien anímicamente el cuerpo se va a recuperar mejor”.

Un quirófano es un lugar para nada amigable, con escenarios lúgubres y tétricos, llenan de miedos, ansiedades y vulnerabilidad  al paciente que va a entrar a esa sala. Por lo tanto, el objetivo de Reconstruyendo miradas es acompañar a esas personas desde el lado emocional y ofrecerles una escucha activa para calmar al paciente. “La idea es acompañar con un mes de anticipación, más o menos, a la persona que va entrar al quirófano para escucharla, conectarme, ver los recursos que tiene para afrontar esa situación de acuerdo a la patología y la complejidad de la operación. Yo escucho, sostengo y contengo, el médico es el que lo tiene que informar. Entonces los voy guiando. Cuando trabajás los miedos y los vas desmitificando, vas bajando el nivel de ansiedad”, comenta Victoria que mantiene un lazo con todas las personas a las que acompañó debido a la conexión desde el lado emocional: “Mi acompañamiento va más desde lo emocional, no desde lo psicológico, es distinto, me conecto desde otro lugar”.

Crítica de la poca empatía de la mayoría de los médicos pero entiendo la presión que tienen por los tiempos y por parte de todo el sistema médico, argumenta que la empatía a veces es difícil que se registre y es clave la humanización de la salud.

 

Un buen acompañamiento emocional es muy necesario antes de entrar a un quirófano y repercute positivamente en el posquirúrgico al contar con más recursos para enfrentar los miedos que invaden a la persona que va a ser operada. “Es clave la información del médico y el trabajo interdisciplinario, debería haber psicoprofilaxis en todos los hospitales. Pero los cirujanos no derivan todos los pacientes porque ellos no ven la necesidad desde lo emocional. Para mí es clave la información, la escucha y la palabra. Que se pueda generar un vínculo en el que te sientas un ser humano, no un órgano que va a ser curado o un diagnóstico. Que te sientas contenido como un ser humano que tiene una historia, sentimientos y tal vez traumas de otras cirugías. Cuanto más información tenés de lo que te va a pasar, la ansiedad baja”.

“Voy a seguir haciendo esto hasta el último día de mi vida: con hacerle bien solo a una persona ya me siento completa”, concluye Victoria que sueña con algún día poder vivir de esto.

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