Compromiso social

Hace 27 años fundó un hogar para hombres con SIDA en situación de calle

Gloria trabajó mucho tiempo en hospitales y veía la realidad del VIH de hace 30 años: muchas personas en la plaza, y sin defensas. Gloria sentía la necesidad de ayudarlos para que dejaran de estar en la calle. Así nació La Posada, un hogar para quienes tienen VIH y están en situación de calle.

Giza Almirón miércoles, 1 de diciembre de 2021 · 00:01 hs
Hace 27 años fundó un hogar para hombres con SIDA en situación de calle

En diciembre, el hogar La Posada para varones en situación de calle con VIH cumple 27 años. Está ubicado en San Miguel, provincia de Buenos Aires. Cuando surgió la posibilidad de fundar este hogarGloria Muñoz quería que otras personas pudieran llevarlo adelante. Muchas donaciones y dinero para comprar el primer hogar fueron el puntapié de este proyecto que, finalmente, terminó con ella a la cabeza. A lo largo de todos estos años los hogares (luego fundó uno para mujeres y otro para madres con hijos, que cerró hace un tiempo) se mantuvieron con donaciones, por fundaciones con las que articula, por gente que dona comida: “Hace poco, un carnicero se ofreció a donar carne”, cuenta Gloria agradecida.

Los hogares se llaman La Posada por una vivencia espiritual que Gloria tuvo mientras rezaba el rosario con su padre, cuando él estaba en la recta final de su vida. En una parte del rosario se medita la escena en la que María y José no encuentran posada para el nacimiento de su hijo Jesús. Ahí Gloria se preguntó: “¿Por qué no darles posadas a los muchachos? Yo sí le quiero dar posada a Jesús en los enfermos”. Hoy son ellos posaderos, los que viven en los hogares, que también le dan posada a Jesús en los otros que llegan a La Posada.

En La Posada festejando el cumple de uno de los posaderos

Las personas que arriban a La Posada lo hacen a través de trabajadoras sociales: de hospitales, de centros de recuperación de adicciones, de lugares especializados en salud mental. También se reciben hombres privados de su libertad, como este año en que alojaron a dos con sentencias domiciliarias. “El drama son las adicciones, más que el VIH. Tenemos un porcentaje de 98% de recuperación. Es un lugar donde se sienten contenidos, queridos. Todos compartimos la mesa, hay un jardín. También compartimos la oración, la palabra de Dios. Viven algo lindo y familiar”, cuenta con alegría Gloria. Por eso quienes están en los hogares forman una “Comunidad Familia”: La Posada es su casa y tanto quienes viven ahí como quienes lo llevan adelante son su familia.

Actualmente, en los hogares se llevan a cabo distintos talleres: en el caso de los varones, uno de bolsas de consorcio y residuos, y uno de pintura, donde hacen adornos y casitas en madera. En cuanto a las mujeres, hacen un taller de arteterapia, donde exploran la pintura, el valor de colores y del propio cuerpo, y también se dedican al crochet. Lo que se hace en los talleres de ambos hogares luego lo venden. Además, tienen una biblioteca. Últimamente, también va una amiga de Gloria que les enseña a leer y escribir a quienes no saben.

“Cada persona que entra es un desafío muy grande. Vienen con su historia dolorosa, de soledad, de abandono. Es un nuevo nacimiento. Casi todos se encuentran con su familia, pero nadie quiere volver a vivir con ellos”, afirma Gloria, recordando un solo un caso de La Posada en el que sí sucedió eso. Una mujer que vivió 10 años en el hogar y tenía problemas de adicciones debió ser internada durante la pandemia. Las hijas quisieron entonces hacerse cargo de ella porque había dejado de tomar alcohol. Cada tanto le mandan fotos a Gloria, con saludos de su mamá.

Posaderos haciendo actividades recreativas en La Posada

Cuando se le pregunta por los prejuicios frente a quienes tienen VIH, Gloria responde que en la actualidad no hay tantos como cuando recién surgió la enfermedad. Las personas saben que el contagio “hoy no es tanto por promiscuidad, como se pensaba antes, o por ser adictos. Pero no es lo mismo que tener otra enfermedad”. Esto puede ser porque “una persona con VIH tiene la posibilidad de contagiar”. Además, en cuanto a la consciencia social, Gloria agrega: “Desde hace 27 años, nunca se hizo una campaña importante de prevención”.

“Hoy tengo 4 hijos, 17 nietos. Todos los días estoy en las dos Posadas. También visito la cárcel”, dice Gloria entusiasmada. Esta mujer que tiene la tendencia de querer estar cerca de las personas que están marginadas, de las más frágiles, afirma: “Tengo esta misión y esta vocación, y siento que Dios me ha dado más hijos. El corazón se va ensanchando. Los posaderos son un don de Dios para mí”.

Para conocer más sobre La Posada, podés visitar su página de Facebook.

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