El caso del hombre que dejó de fabricar recuerdos
HM, como pasó a ser conocido en los anales médicos, sufrió una cirugía invasiva que alteró su capacidad de almacenar información. Te contamos su historia.
“La ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros 10 más”, dijo una vez George Bernard Shaw. Uno de los principios básicos del pensamiento científico es descartar la fe. La ciencia no cree ciegamente. La ciencia prueba, contrasta, refuta o apoya, pero es, en esencia, escéptica.
Los profesionales de la salud adherimos al pensamiento científico, pero los pacientes creen en nosotros, depositan su fe en que podemos curarlos. A veces, como todo en la vida, hay éxito, entonces sobreviene la cura o mejoría de los síntomas. Otras veces…..
Henry Molaison nació en 1926. Parto natural sin complicaciones. Niñez sana hasta los 9 años. Para esa fecha, año 1935, un accidente provocó trauma encéfalo craneano que lo dejó unos minutos inconciente. Hay quienes sostienen que ese fue el comienzo de su terrible historia. Otros, miran atentamente a la historia genética de Henry, que contaba con antecedentes familiares de epilepsia. Lo importante es que al tiempo de su recuperación comenzó a padecer crisis epilépticas, leves en un principio, pero paulatinamente fueron agravándose en intensidad y frecuencia.
Cuando Henry tenía 16 años, el escenario de su vida no podía ser más triste: crisis epilépticas tónico clónicas incontrolables que no respondían a la medicación, tenía serias dificultades para estudiar y no lo aceptaban en ningún trabajo. Cada crisis dejaba secuelas en su cerebro, pero también en su estado de ánimo y en el de su familia.
En el año 1953 decidieron consultar con un afamado neurólogo de la época, el Dr. William Scoville, que diagnosticó epilepsia del lóbulo temporal y les comentó acerca de una cirugía experimental revolucionaria. Consistía en extraer la porción del cerebro que él consideraba el núcleo de la tormenta epiléptica: hipocampo, giro hipocampal, uncus y amígdala, estructuras que ocupan la porción temporal (lateral) medial del cerebro.
Supongo que, desesperados por la situación y en un acto de fe hacia la eminencia, los padres de Henry accedieron. La operación fue exitosa y la epilepsia pasó a ser un hecho del pasado. A los 20 meses, el paciente tuvo un control evolutivo: a casi dos años de la intervención, Henry sostenía que era el año 1953. El médico constató que había dificultades con la memoria.
La neuropsicóloga Brenda Miller y el doctor Wilder Penfield, especialista en epilepsia, fueron los encargados de llevar a cabo exhaustivas evaluaciones. En la historia clínica indican: «Era un hombre muy gentil, muy paciente y siempre muy dispuesto a realizar las tareas que le ordenábamos, aunque cada vez que me levantaba a pasear por la habitación, me miraba como si nunca me hubiese visto». Describieron que el paciente no podía recordar dónde estaban ubicados el baño, la cocina o las habitaciones de su casa, no tenía idea del año en que vivía, qué había comido ese día ni quiénes eran las personas que vivían con él. No se reconocía en el espejo.
La memoria de Henry había quedado anclada en 1953. Ya no podía crear recuerdos, estaba imposibilitado para aprender información nueva. La capacidad de crear hilos de historia estaba truncada. Su historia seguiría siendo el breve y repetitivo relato que repetiría hasta el día en que murió.
Molaison padeció una amnesia anterógrada severa, producto de una intervención médica iatrogénica. Cuentan los relatos que Scoville quedó muy apenado con el caso y que declaró públicamente oponerse a la práctica realizada, la cual nunca más se llevó a cabo (Henry fue única y desafortunada víctima).
A partir del malogrado caso de HM se descubrió el papel fundamental que cumplen la corteza entorrinal y el hipocampo (estructuras mesiales en nuestro cerebro) en la fijación y adquisición de información y nuevos recuerdos. De hecho, sabemos que son las primeras regiones que se deterioran en la enfermedad de Alzheimer.
Henry perdió la memoria a corto plazo, pero pudo conservar el recuerdo de los sucesos ocurridos antes de la cirugía y la memoria procedural (o habilidades motoras). Murió en 2008, a los 82 años, en una residencia para adultos. Su cerebro fue conservado para ser analizado. Los científicos, a partir de incontables cortes, pudieron hacer un mapa tridimensional, que permitió, como nunca antes, acercarse al estudio de la memoria y de las estructuras implicadas en su funcionamiento.
La memoria nos constituye como humanos y como seres individuales. Nos habla de quiénes somos, qué queremos, qué nos gusta, qué nos desagrada, a quiénes queremos. Nos sitúa en un tiempo y espacio determinados, nos da pertenencia. Henry murió rodeado del personal del geriátrico, pero en la soledad más triste: la de ignorar cómo evolucionó su vida y la de sus seres queridos.
Paradójicamente, su falta de recuerdos le concedió un lugar en el recuerdo de muchos especialistas.
Lic. Cecilia C. Ortiz / Neuropsicóloga / licceciortizm@gmai.com