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Sergio Roggerone: "La crisis es básicamente cultural, no es material"

El gran artista plástico mendocino fue invitado a MendozAprende y en una profunda entrevista compartió su visión respecto al arte, al desarrollo de la cultura en nuestra provincia y sobre ciertas cuestiones políticas y sociales sobre las que propone reflexionar.

Paola Arcaná martes, 16 de junio de 2020 · 12:04 hs
Sergio Roggerone: "La crisis es básicamente cultural, no es material"
Foto: Pachy Reynoso/MDZ
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Sergio Roggerone es uno de los artistas más prestigiosos de nuestra provincia. Su obra ha recorrido numerosos países, como Estados Unidos, México, Italia, Chile, España e Inglaterra. Pasó por MendozAprende y en una gran entrevista en vivo por el Instagram de MDZ, hablamos de su carrera, del arte, de su visión acerca del desarrollo de la cultura en nuestra provincia y de los cambios políticos y sociales que nos propone reflexionar y replantear; desde una mirada sensible, profunda y consistente. Una novedad que compartió además fue que está elaborando su primer libro, con prólogo de Laura Esquivel que seguramente estará listo en un año y medio. 

La charla tomó como punto de partida una obra emblema para Sergio Roggerone “El Gran Guiñol”, con la que ganó la medalla de plata de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, y a partir de ahí se dedicó profesionalmente a las artes plásticas.

-¿Qué historia tiene esa obra?

-Es una pintura que nace en el año 1991, que hoy se puede visitar en la sala de los premios del museo Fernando Fader. Estaba estudiando arquitectura y un amigo me motiva para participar en un concurso. Tenía una entrega muy grande en la facultad y según las bases la medida máxima era de 2x2 metros. Entonces para llegar decidí hacerlo en una medida de 2 mts. x 20 cm, medida que causó estupor en Buenos Aires porque no es estándar. Luego de obtener la medalla me invitan a exponer en diversos países, fue como el despegue. Ese cuadro tenía una serie de personajes y la mayoría quedaron fuera de escala, Maga Correas que fue mi mentora y quien criticaba mis cuadros, me dice que parecía un guiñol, que en francés es el teatro del terror, porque era figuras muy raras. Fue todo muy sorpresivo, cuando llamaron atendió el teléfono mi padre y pensé que me estaban haciendo un chiste. Y ahí empecé a dedicarme más a lo que me gustaba que era el arte”

-¿Cuándo estabas estudiando sabías que querías dedicarte al arte o fue algo que surgió?

-No. Mucha gente cree que yo he hecho una carrera direccionada con marketing y en realidad esto ha sido prueba y error, mucho estudio y sobre todo sacrificio, horas y horas de estar sentado frente a un tela, no hay otra receta mágica para eso. La creatividad es una cualidad que si bien me aflora permanentemente luego hay que materializarla, llevarla a la tela, el papel, el cine o lo que fuere, y eso implica trabajo.

Luego cuando volví de esos viajes en que fui a exponer hice mi primer muestra solo en la sala que tenía la Fundación de Congreso (hoy Universidad de Congreso), y ese fue el puntapié inicial, en que en la noche de la inauguración tuve la suerte de vender toda la obra y con eso me fui a vivir 8 meses a Europa donde seguí estudiando allá, aprendí idiomas, entré a otro mundo; era muy joven absorbía todo y fue muy fantástica esa época.

-La vida que tenés ahora ¿La soñaste, la fuiste encontrando, te dejaste llevar?

-Creo la vida que uno tiene de alguna manera uno la hace. Hace muchos años un muy amigo mío me dijo una frase maravillosa de Walt Disney “si lo puedes pensar lo puedes hacer” y creo que hoy día a los 51 años tengo la ventaja de haberme dado cuenta que lo que hoy quiero lo puedo hacer, eso no es poca cosa, antes tal vez no lo sabia; entonces ahora digo yo voy a por esto porque es lo que quiero y no importa el tiempo que me tome. Eso hace que uno pueda proyectarse en un montón de cosas. Vivo mi vida dedicada al arte, al estudio, a la introspección, a la profundidad del arte. El arte es muy complejo, requiere de estudio , dedicación y descubrimiento a partir de un montón de cosas que uno va decantando.

Uno de los lugares que elegí en el mundo para hacer esto es Mendoza porque siento que los mendocinos somos como si fuéramos una gran familia, donde nos conocemos todos, somos solidarios en el mundo cuando nos encontramos. No somos argentinos, somos mendocinos que es distinto y eso nos identifica muchísimos a nosotros, eso no tiene precio. El lugar además con su aire limpio, de paz, Mendoza en eso siempre ha sido un crisol dentro de argentina, en eso y es lo que me gusta de este lugar. Por eso elegí quedarme, he viajado mucho y vivido en New York, Italia y la verdad es que sigo eligiendo Mendoza.

La cuarentena me hizo dar cuenta que yo he vivido en cuarentena de mi casa al taller y del taller a mi casa, entonces no me ha resultado algo incómodo, al contrario algo muy agradable, he estado más relajado y tranquilo, he podido crear, pensar, replantear obras en muchos aspectos, leer, escuchar música. Ahora nos tenemos que cuidar entre todos, esto va a pasar como en otros momentos de la historia por eso hay que ir tranquilo con esto, día a día.

-¿Cómo te inspiras?

-Me inspiran los objetos, los viajes, la belleza; necesito estar rodeado de cosas que me gusten y llenen, es uno quien se crea su propio ambiente, su propia escenografía y eso hace al todo para poder inspirarte. Me fluye de una manera natural y es lo que más aprecio de mi trabajo, lo que más me cuesta es sentarme y concentrarme por hechos de la vida cotidiana.

-¿Cuándo estás frente a un tela, tenés una idea de lo que vas a plasmar o surge en el momento?

-Muy pocas veces tenés una idea acabada de lo que vas a plasmar, es como que todo lo tenés en una nube, podés pasarte dos meses sin tocar un pincel y estar pensando cosas que van a ir a un cuadro. Cuando estudiaba arquitectura nos explicaban dos procesos creativos, el proceso a caja oscura y a caja transparente. A caja oscura que es este pensamiento en que estás elucubrando algo que pasa por tu mente y llega el momento que te sentás frente a la tela y una mancha te evoque algo y empieza ese diálogo que digo siempre que existe entre el artista y la tela que empieza a hablarte con manchas que vas produciendo y vos lo vas leyendo y transformando con texturas, colores, materia y dependiendo de lo que vas queriendo decir eso empieza a hablar hasta que sentís dentro tuyo que eso está listo.

-¿Cómo te definirías artísticamente?

-Mi estilo es muy particular, no se parece a casi nada de lo que el mundo del arte propone hoy día, tengo un sello muy marcado; te hubiera dicho figurativo pero cada vez estoy tratando de abstraer más la pintura a una simplicidad que hable más el color y no tanto la forma. No me encasillaría en un estilo, sino en el mío propio. No soy tampoco solamente pintor, porque también me gusta hacer esculturas y arquitectura, tengo un montón de facetas entonces no me podría encasillar en un estilo.

-¿Cuáles son tus sostenes en la vida?

-Mi esposa, que es una mujer extrovertida y como yo era muy tímido desde el comienzo, ella me abrió un panorama grande; hemos hecho un conjunto y gran parte del éxito de mi obra ha sido por que ella es la que maneja relaciones públicas, institucionales, periodistas y eso es un complemento muy importante para un artista. Otro sostén para mi es tener un anclaje espiritual, tener fe, creer que siempre viene algo mejor, eso me sostiene mucho. Y en el arte sobre todas las cosas el trabajo y darle continuidad a la obra.

 -Me gustaría conocer tu visión acerca de los temas centrales de tu obra.

-La Vendimia es algo que nos identifica a todos los mendocinos, es interesante todo lo que pasa hasta que sucede a la vendimia. Me gusta el culto al trabajo del hombre, por eso le dediqué mucho tiempo de obra, hay un dicho que dice “pinta tu aldea y pintarás el mundo”, y es a eso a lo que yo me he dedicado. La espiritualidad y los oficios como las tejedoras, son varios de estos temas que he abordado que me gusta mucho.

Básicamente lo que pinto son mujeres, ahora estoy incluyendo animales y personajes distintos. Desde lo artístico la mujer es algo muy bello, por eso ha sido un icono en la historia de pintura, es más proporcionada y curvilínea que el hombre, por eso es más bello. La virgen, si bien creo en ella, en mi obra tiene el sentido de la mujer, de lo femenino, la tierra, la vendimia, el fruto y el vientre, todo estas palabras que nos llevan a la madre que tenemos, la que nos apapacha, la que nos hace vivir, la que nos hace ser.

Son vírgenes que no siempre son de la iglesia católica a veces son inventadas, las he podido desmitificar y llevarlas a otro plano. Por ejemplo la virgen de la uva, si bien existe la virgen de la Carrodilla, hay culturas que veneran a la virgen de la uva y la he resignificado, le he puesto atributos que tienen que ver con Mendoza. La virgen del chocolate que es una que le hice a Laura Esquivel, escritora de “Como agua para chocolate” que tiene los condimentos del cacao, las recetas de México de sus ancestros.

-Los seguidores dicen que tenés un estilo simbolista también.

-Es verdad usos muchos símbolos y cuando quiero decir algo en segunda línea pongo símbolos que significan otras cosas, por ejemplo hice un cuadro que se llamaba fortuna, con una mujer muy exuberante y tenía tunas, pinté cuatro tunas y escribí four en inglés y quedó fortuna, me gustan los juegos de palabras y los símbolos. El mural de la municipalidad de la Capital también tiene un mensaje subliminal, es interesante eso de decir cosas entre líneas en los cuadros.

-Si miras tu obra, ¿cómo definirías tu evolución, qué te lo refleja?

Hace poco una persona que me compró una obra en la exposición que comenté recién de la Fundación de Congreso en el año 1991, me llamó porque se le había aflojado una tela y cuando vi la obra vi algo que me llegó muchísimo y muy de cerca, un nivel de primitivismo absoluto. Lo que quiero decir es que uno va aprendiendo a pintar con el tiempo, por eso la obra de un artista es sublime cuando llega a los 60 años cuando la obra tiene una frescura, impronta y riqueza que no tiene cuando el artista empieza. Si bien cuando empezás podes ver algo fulero desde lo pictórico, ya se siente ese espíritu fuerte que va a estallar y explotar con el tiempo.

-Tus seguidores dicen que tu arte también dialoga con la escuela cusqueña

-Es una iconografía tan nuestra de Latinoamérica, se trata tomar eso como propio, resignificarlo y mostrarlo, porque es como mostrar nuestra propia identidad. He tomado mucho de ese período que la pintura se asemeja mucho a la pintura persa. Un crítico de arte en Chile dijo que yo unía eslabones históricos culturales de distintas partes del mundo; y creo que la pintura es eso, ese chispazo de un poquito de cada cosa, al ser un lenguaje universal en que simplemente con una imagen transmitís sentimientos y vivencias sin decir una palabra. He tomado mucho de la historia de América, sobre todo estudiando las técnicas y materiales que usaban, he amalgamado y creado un estilo propio a partir de eso.

-Son muy característicos en vos tus pigmentos, las combinaciones, el dorado, el plateado.

-Yo he tratado de pasar por un tamiz todos los materiales; un artista debe saber usar todos los materiales que existen y saber el comportamiento de los materiales, he usado mucho el dorado a la hoja, la plata, el cobre, el arte plumario con alas de colibrí, diferentes pigmentos que dependen de su composición y con qué los combines de cómo varía su color, por ejemplo el grana de cochinilla. He ido buscando y probando técnicas, investigando, leyendo libros e incluso, he ido a lugares insólitos para recabar información. Hay un libro sobre pintura al temple que escribió un monje en el siglo XI del padre Dionisio en el Monte Athos que si bien fue traducido en 1943 al alemán ya no hay ejemplares, entonces fui a la base del manuscrito en el Monte Athos en una escuela de iconografía en el Monasterio de Ivirón y hablé con un monje que me tradujo en inglés las técnicas. Me sumerjo en estos mundos que me apasionan, o en México cuando viajé para investigar sobre el arte plumaria, cuyas obras más importantes hoy están en el Museo de las Américas de España

-Te escucho hablar de arte, son tan consistente y basto. ¿Cómo ves la evolución del desarrollo del arte en nuestra provincia?

-Es muy importante decir estas cosas porque estamos viviendo un mundo de mucha superficialidad en cuanto al arte, hay mucha gente que cree que tirar unas manchas es arte, pero el arte además de una maestría debe tener un soporte teórico y cultural muy importante, aparte del técnico.

Pienso que Mendoza todavía no está preparada de una manera cultural importante. Tuvo un Museo de arte moderno en los años 90 dirigido por una gran museóloga Ana María Álvarez, pero luego que ella se jubiló quedo muy acéfalo. Un cargo de Director o Ministro de cultura, debe ser ocupado sobre todo por una persona culta, que se pueda sentar con una eminencia del arte, desde el punto de vista que sea, musical, actoral, pictórico y dialogar; debe además saber hablar idiomas sino es sordomudo con la gente que viene de afuera. Tuve una experiencia fea cuando vino Baryshnikov, en aquel momento la directora de cultura no hablaba inglés, y los chicos le preguntaron a él ¿qué hace una persona cuando intenta en el arte y no da pie con bola? y lamentablemente él contesta en inglés “puede ser Ministro de cultura”; y eso no nos puede pasar porque quedamos mal.

La cultura es otra cosa, va por otro lado y acá no la ven, los museos no tienen luces, alfombra, pinturas ni papelería, yo entiendo que está primero el hambre, la salud, pero un pueblo sin cultura no tiene identidad ni rumbo. Perdemos todo. En Mendoza hemos tenido la desgracia de ser sísmicos y haber perdido una cantidad de edificios increíbles, hoy empresarios siguen comprando propiedades históricas para hacer moles de cemento y departamento de 60 metros para que la gente viva hacinada; eso no es calidad de vida para los mendocinos ni cultura, cultura es preservar lo que tenemos cuidarlo, entre todos y poder darle amor a nuestra propia ciudad y lugar donde nacimos.

-Qué importante que nos eduquen en este sentido, si todo se va empobreciendo no hay quien valore, con criterio, que pueda darle continuidad, con el valor que tiene la cultura en la identidad de un pueblo.

-Una noche me invitan en el DF en México a una cena de despedida de la Directora de una organización que está abocada a salvar el patrimonio cultural de cualquier país del mundo que esté en riesgo y me comentaban que cuando fue el terremoto de Haití mandaron una delegación para ver cómo podían rescatar su espectro cultural para que ellos no perdieran su identidad, mirá el nivel de importancia que tienen estas cosas. Cuando estudiaba arquitectura organizamos una pintada con cal en la casa de Monseñor Arancibia, momento en que mientras se discutía legalmente sobre la propiedad, la historia de Mendoza se desgranaba; esas cosas son importante que tenemos que ir haciendo. Ahora estoy haciendo la capilla del Hospital Notti, voy a pintar la cúpula para mi cuidad, para mi Mendoza que es el lugar donde vivo y seguiré viviendo y me encanta, entonces cómo no hacer algo así y dejar un legado, porque acá estamos de paso.

Mendoza ha sido un crisol de artistas, pero los valoran más en otros países. Cuando se muere un artista en otros países les hacen homenajes, enaltecen a los artistas y se enaltecen a ellos mismos. Acá cuando murió Fausto Caner o Beatriz Capra era todo de una pobreza y decís por qué si son gente que ha dejado una obra, una escuela o legado. A Quesada que es viejito o Eduardo Tejón, no se les ha rendido homenaje, ni valorado, ni recordado, eso también es una labor del ministerio de cultura, que no ha hecho.

-Es un reflejo justamente de esta crisis cultural que venís hablando.

-La crisis es básicamente cultural, no es material. Para mi la pobreza no es no tener plata para comer, es no tener cabeza para generar la plata para comer, cuando no le das herramientas mentales y culturales la gente no va a poder dar de comer a 8 hijos, con un litro de leche y un yogurt puede hacer para todos, si lo sabe hacer, alguien se lo tiene que enseñar. La misión hoy no es educar es civilizar porque el daño no ha sido superficial sino profundo. La educación es algo que traes de la casa, pero la civilización te la tiene que dar el Estado, no podés tener gente hacinada sin agua, eso y compararnos con cualquier tribu del 1800 es lo mismo. Hay que civilizar enseñarles a lavarse , bañarse, cocinarse, lo básico para que no se mueran de hambre y frío, para sacarlos de la miseria no de la pobreza, de la miseria, porque la pobreza es otra cosa. Eso es lo que nos corresponde a nosotros como ciudadanos que tuvimos la suerte de haber sido educados, de haber tenido padres que nos llevaron al colegio, al médico, al dentista. Hay gente que no lo tuvo, entonces hay que ayudarlos entonces a ser seres humanos de verdad.

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