Biología

El alga Didymo o “moco de roca” ya invadió varios arroyos en Mendoza

¿De qué se trata este nuevo invasor que ya marca presencia en aguas de los mendocinos? “La naturaleza nos sigue avisando”, comenta un experto en la problemática. Enterate en esta nota.

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MDZ Sociedad lunes, 16 de diciembre de 2019 · 10:12 hs
El alga Didymo o “moco de roca” ya invadió varios arroyos en Mendoza
Alga Dydimo o "moco de roca".

Por Jorge Silva Colomer*

Siempre que dialogamos sobre el cambio climático o sobre los atropellos que hace el hombre a la naturaleza lo hacemos pensando que la venganza del planeta se da en el aumento de la temperatura, la pérdida de glaciares, los cambios en volumen de agua caída, erosión de suelos y otros impactos que se aprecian con el paso del tiempo. Menos miramos los impactos disruptivos que nos pueden sorprender.

Ejemplo de ello es el alga Didymo o “moco de roca” que invadió varios arroyos en la provincia de Mendoza. Su influencia es bastante negativa en otros países, en el nuestro todavía son los primeros avisos que algo malo puede ocurrir.

Esta alga que parece es muy famosa en el mundo y la voz popular la llama “Didymo” aunque su nombre verdadero es Didymosphenia geminata.

Cuenta la leyenda que unas personas en Canadá observaron en las rocas del río Heber que unas pocas y extrañas babas colgaban de ellas. Un año después las manchas se habían convertido en unos gruesos tapetes en flor. En cuestión de años los tapetes habían crecido hasta transformarse en un moco verde gigante. En unas pocas décadas se había extendido por casi todo el mundo.

Respecto a su llegada a Mendoza se dice que vino de la Patagonia y a esta llegó desde Chile en el 2010. Algunos estudiosos opinan que tardó dos años en avanzar desde Chile y otros señalan que llegó ese mismo año a los dos países. Está claro que se traslada muy rápido porque a Mendoza arribó hace varios años aunque el 90 % de los mendocinos no supiéramos de su visita invasora.

Un ejemplo del poder invasivo de esta especie es su ingreso y dispersión en Nueva Zelanda donde fue descubierta en el 2004 restringida a dos ríos en South Island. En el 2007 se había dispersado a 39 ríos a pesar de las importantes medidas de seguridad tomadas por el gobierno, traducidas en campañas públicas, monitoreos y trabajos de investigación.

La Academia enseña que el “moco de roca” o “didymo”, tiene facilidad para adherirse a rocas y también a plantas, porque produce copiosos pedicelos extracelulares que le valieron su sobrenombre. Forma densas masas, con aspecto de alfombra de lana de algodón húmeda de varios centímetros de espesor que tapizan el fondo de los ambientes acuáticos donde vive, y de esta manera, altera las condiciones biológicas y físicas; ambientes invadidos presentan un rango de tolerancia muy amplio, colonizando aguas de 4 a 27ºC,  pobres a muy ricas en nutrientes y con un pH que puede variar de 7 a 9. D. geminata prospera en una amplia gama de condiciones hidráulicas, densas matas de algas son capaces de crecer en aguas lentas y poco profundas, así como en las de mayor profundidad y velocidad.

En mi recorrida por la provincia pude observar a esta alga en riachuelos y arroyos. Su imagen es muy desagradable y parecía su aspecto al vertido de aguas residuales sin tratar y es fácil de entender que por su consistencia y su rápida e importante reproducción va a ir ocupando espacios y cambiando los ambientes de los riachuelos y tal vez ríos.

Me impactó tanto lo visto que me puse a preguntar si además de su influencia directa en el ecosistema del riachuelo y arroyos podía alterar la calidad de vida de los lugares que invade. Personas locales afirmaron que tapa rápidamente filtros de jardines, casas, piletas de piscicultura y que también complicaba el riego en los cultivos, aunque era controlable. Con alma de inquieto o de investigador seguí buscando indicios de sus complicaciones y descubrí carteles que pedían a turistas y pescadores que no avanzaran por el agua infectada para evitar seguir contaminando en otros ambientes por las algas que pueden ir adheridas a zapatillas o botas.

Lo primero que pensé es que se infectan territorios muy rápido y el tema de pescadores y turistas debe ser limitado y fácil de atender por el cuidado de los mismos en la higiene posterior de sus ropas y instrumentos de pesca. Me contaron, que los peces, en sus heces, llevan el alga y también lo hacen las cabras y los caballos con sus pezuñas. Supongo que el sistema de traslado debe ser muy complejo y deben ser muchos los actores que participan.

En la actualidad, a nivel mundial, se están probando experimentalmente potentes biocidas para el control de Didymo en arroyos y ríos con mejores o peores resultados, sin embargo y a pesar de su aplicación la especie continúa en franca dispersión.

Respecto a la influencia del cambio climático sobre su aparición en Canadá, parece haber coincidencia en que tal relación existe. De todas maneras lo que está claro es que la naturaleza nos sorprende con una situación que nos va a obligar a tomar medidas y también a cambiar conductas.

Cuando regresaba preocupado por el tema, pensaba cómo la naturaleza nos sigue enviando mensajes sobre nuestra situación de sobrevivientes en el planeta. Si esta alga fuera tóxica, habría que abandonar las zonas. Si no reaccionamos a tiempo, buscando la innovación tecnológica y cambios de actitudes que la frenen, seguramente nuestra vida en estos lugares será distinta.

En la Argentina, tenemos un sistema de producción de conocimiento bueno según disciplinas pero en general es muy lento para resolver problemas complejos ya que las políticas públicas y los sistemas de socialización de ese conocimiento no acompañan con la movilidad necesaria.

Por lo que leí, hay Instituciones ocupadas en investigar y capacitar a la población para evitar el progreso del alga en nuestro territorio, pero hasta hoy parece que no hemos logrado controlar la situación y que la población en general no está informada lo suficiente.

*Jorge Silva Colomer, doctor en Ingeniería Agronómica, Facultad de Ciencias Veterinarias y Ambientales, Universidad Juan Agustín Maza.

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