Nostradamus no lo predijo y no aparece en las profecías de Parravicini
Por fin en Argentina algo parece indiscutible y no se trata de un gol. Jorge Begoglio por su condición de papa, es la personalidad más sobresaliente de toda la historia argentina.
Casi una resurrección, aunque efímera. Apenas una semana atrás, cuando nadie hubiese creído que el papa Francisco iba a estar presente, como impelido por una fuerza celestial, apareció en la Plaza San Pedro, el domingo de Pascua para el Urbi et Orbi. El deterioro era notorio, tanto como la voluntad impuesta para estar ahí, el día previo a su muerte.
La fiebre de la primicia
Al menos en dos medios, semanas antes, se había publicado que el papa Francisco estaba muerto. Algo que suele ocurrir con mayor frecuencia de la que solemos enterarnos. Cada vez que esto ocurre, se desprende de la memoria la anécdota que involucra a un conocido y amigo de Jorge Bergoglio, su compatriota Borges. En el Washington Post, en el año 1958, dieron por muerto al autor de "Las ruinas circulares". Enterado del asunto, con el humor corrosivo que lo destacaba, Borges en vez de alarmarse dijo "Está muy bien, eso es periodismo de anticipación".
Rojo en el almanaque
El lunes 21 de abril, después de esa aparición inesperada, falleció Jorge Mario Bergoglio, el hombre nacido en el Barrio de Flores, en Buenos Aires, 88 años atrás. Quien había elegido llamarse Francisco, para ejercer la máxima autoridad de la Iglesia Católica, murió en una fecha que ya hay quienes proponen declararla en el calendario oficial de la Argentina. Un día que se suma al de otras despedidas. También el 21 de abril se fueron personajes memorables: el autor de "Misteriosa Buenos Aires" y "Bomarzo", Manuel Mujica Lainez; el dibujante que retrató como pocos al Martín Fierro, Juan Carlos Castagnino, y otro artista plástico de gran valía, Raúl Soldi.
Las letras que marcan
A propósito de todas las recordaciones sobre la figura del papa Francisco y su pasado, se destacan rasgos de su personalidad que cultivó desde su primera juventud, antes de dedicarse por completo al sacerdocio. Fue profesor de filosofía y de literatura. Entusiasta lector y promotor para que los jóvenes adquiriesen el hábito y el gusto por las letras. Recomendaba a Dostoievski e inspiraba a rezar una plegaria de Thomas More (Santo Tomás Moro), que se conoce como "Oración del Buen Humor". Profundo conocedor de autores argentinos. Desde la obra de Leopoldo Marechal -cuestión de que no pudiese eximirse de que lo traten de "peronista"- sin esquivar su amistad y proximidad con Borges. Lector de Macedonio Fernández, Ricardo Güiraldes, Cortázar, Saer y admirador confeso de José Hernández.
Objeto con perfume, volumen y peso
En simultáneo con las exequias del papa Francisco, en Buenos Aires, desde el 24 se celebra la Feria del Libro. En esta 49 edición, la apertura estuvo a cargo de Juan Sasturain, escritor, guionista, periodista y director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, hasta el 2023. A la conferencia inaugural Sasturain la tituló "Elogio del libro abierto y usado". Previno a los presentes que sería extensa. Lo fue. Necesariamente larga. Para resúmenes y recortes están los celulares y la ansiedad de un pulgar que descorre los "short" sin siquiera ver el final. Aplaudimos la decisión del autor de "Perramus". Además de elogiar al libro, trazó un recorrido intenso y desde el principio, no más, en coincidencia con las preferencias del papa, apeló al humor y a poner en valor la importancia del humor en las letras. Comenzó y fue una especie de homenaje a Roberto Fontanarrosa, pero incluyó a Dolina, a César Bruto (Carlos Warnes) a Osky. Por actualidad y potencia hubiésemos querido que incorporara en esa biblioteca a Pedro Saborido, pero todo no se puede y así como fue interesante el rescate de autores y el concepto de su discurso, fue de errática su lectura.
Una sabia distinción
En los 70 minutos de exposición, Sasturain mostró porqué ha sido elegido, premiado y ha ocupado lugares de importancia. El día internacional del Libro y el Derecho de Autor se conmemora los 26 de abril y sobran razones. Aunque un poco forzadas las fechas, ese día de 1616, reúnen la conmemoración de la muerte de tres hombres de las letras de Occidente que son inevitables: Miguel de Cervantes Saavedra, el Inca Garcilaso de la Vega y William Shakespeare. Sasturain, a propósito, explica qué es un libro. Cómo es el recorrido para conectar la idea del autor con el lector. Nadie escribe libros, se escriben textos que luego se convierten en esos objetos que al abrirlos y leerlos fabrican mundos e inventan personajes. O describen historias y fomentan la buena memoria. Luego insistió en la importancia del humor y en la indispensable cribación entre solemnidad y seriedad, que no son análogas. Y claro, cómo no, no sólo paseó su destreza para tejer una solvente y entretenida alocución inaugural, aprovechó el momento para homenajear el talento traducido en ideas y esas ideas puestas al servicio del sentido. Héctor Oesterheld, como ejemplo de lucidez, coraje e integridad.
El argentino más importante de la historia
Por fin en Argentina algo parece indiscutible y no se trata de un gol. Jorge Begoglio por su condición de papa, es la personalidad más sobresaliente de toda la historia argentina. Condujo la Iglesia que congrega a mil cuatrocientas seis millones de personas. Para tener una noción de gente, hay que multiplicar por 30 la población de Argentina. Es la institución más gravitante de todas las religiones y aunque la segregación protestante y anglicana en el Siglo XVI dividió al cristianismo, el catolicismo sigue primando y por una mayoría ostensible. Las singularidades también aportan otros argumentos. Fue la primera vez que alguien del continente americano llegó a Roma y ocupó ese lugar, y también fue inaugural que un Jesuita lograra los máximos atributos.
Volvamos al Vaticano, recuperemos la vergüenza
La comitiva de Argentina, país de origen del papa, llegó después del acto litúrgico privado, en el que se sella el féretro. Los motivos expuestos sólo consiguen afirmar lo que en el discurso de apertura de la Feria del Libro se reclama de los dirigentes. Que recuperen el sentido de la vergüenza. La respuesta del presidente Milei, ante la observación de los periodistas Paulino Rodríguez y Diego Brancatelli, quienes entre sí no tienen alguna coincidencia más que la profesión, fue la que caracteriza al mandatario y a su gestión: el insulto. Idéntico método con el que trató al mismísimo papa Francisco, en vida. Ofensa y hostilidad. Sí, sí, luego pidió perdón y se arrepintió. Lo que no podemos saber es cuándo volverá a manifestarse con agravios y difamaciones, ya que es la contradicción frecuente lo que mantiene como constante.
Estigma nacional
El reclamo que se le achaca -ya sin ocasión de reparación- al papa Francisco, es que jamás regresó a su tierra natal. Aunque sea un legítimo reproche, el letargo del presidente actual y la ausencia de los otros tres mandatarios en las exequias, quizá explica mejor el porqué de la renuencia del papa Francisco para retornar a su Patria. Como si la condición sine qua non para ocupar el lugar que la historia les tiene reservado, fuese la de exiliarse. Obligados o voluntariamente, pero exiliados. San Martín, Rosas, Alberdi, Sarmiento, Perón. Los unos y los otros. Durante años o para siempre, afuera. Expulsados o autoexcluidos. A veces en cuerpo y alma, afuera. Y si acaso regresan, una vez concluido el tiempo de persecuciones y amenazas, vivos o muertos, tampoco gozarán de la suficiente protección personal y simbólica. Podrán ser ultrajadas sus moradas o aplastados sus monumentos. El precio despreciable de una actualidad que suena histórica.
La motosierra que mutila la verdad
Nadie sensato puede pretender que una Comitiva con representación institucional de un país, se hospede en un hostel ni se prepare la vianda para alimentarse. Si bien el papa Francisco, una vez que asumió como autoridad de la Santa Sede, hizo elocuente su austeridad y sus gestos de humildad obligaron a muchos a imitarlo, no debe imponerse como obligación seguir sus pasos, pero el despliegue realizado por los representantes de Argentina y algunas actitudes, irritan. Que en vez de alojarse en la sede de la Embajada lo hicieran en un lujoso hotel, es una buena manera de exhibir sus disidencias con el reciente difunto. Más irreverente resultó la actitud turística de la ministra de seguridad de la Nación, que fue sorprendida por un periodista argentino residente en Alemania, paseando por la Fontana Di Trevi. Y que la delegación esté integrada por Pettovello, ministra recientemente imputada por presunta malversación de fondos públicos, precisamente para compra de alimentos, desaguisado por la que fue elípticamente aludida por el propio papa Francisco, contrasta con la devoción motosierrera, inspiración superior del presidente Milei.
Los libros ayudan a ser libres
Seguramente las editoriales aprovecharán este momento de duelo, de congoja, de extrañeza, de argentinidad santificada, de redención impostada, para transformar alguna biografía del papa Francisco, alguna semblanza sobre la vida de Jorge Begoglio, en best seller. Y ojalá ocurra
También sería deseable que los dirigentes políticos, vayan o no a la Feria del Libro; estén tristes o no por la ausencia del papa argentino; disputen o no una banca en las próximas elecciones; ocupen un cargo en los espacios asignados para la función pública; conduzcan una provincia; una intendencia; un juzgado; una empresa del Estado o una fiscalía, acudan al libro sagrado de la Nación: la Constitución. Observen sin pasión la cantidad de derechos incumplidos. Atiendan los conceptos vertidos en el bonito preámbulo y háganle honor a esas palabras que con tanta precisión se acomodaron en la impresión
Sumo Pontífice que aceptó el papel
Los desatinos políticos de Argentina promueven un estado de frustración que es necesario revertir. El rotundo cambio que mostró Bergoglio una vez fue ungido papa, debió servir como guía para remover las rígidas posturas de la dirigencia vernácula. Pontífice, justamente, significa "hacedor de puentes" y mal que le suene a creyentes opositores, ateos, agnósticos y a los mezquinos dirigentes, el papa Francisco asumió ese rol. Fue puente y hacedor de vínculos. Recibió y fue indulgente hasta con quien lo denominó "el representante del Maligno en la Tierra". No deja de sorprender, tanto la encíclica Laudato sí como su renovada visión frente a fenómenos sociales, familiares, culturales, tecnológicos, de adecuación y adaptación. Conmueve escuchar nuevamente cuando enfatiza en la necesidad de ampliar los niveles de consciencia y cuando insta a no quedar atado a dogmas e ideologías pétreas
Hacer lío, no destrozos
Sasturain en su alocución en la Feria del Libro, introdujo un concepto que Albert Camus desgrana en su libro "El Hombre Rebelde" en el que dice que : la intolerancia, la estupidez y el fanatismo, pueden combatirse por separado pero, cuando estas tres se asocian, no hay esperanza. Curioso que un existencialista como Camus y un hombre de fe, como el papa Francisco, coincidan en una idea de humanidad. Luchar contra la pasividad, combatir la resignación, tomar consciencia de la existencia propia y del otro, otorgan un sentido a la vida. Haya o no algo más allá, ambos sintetizan que la violencia es inútil y que la esperanza, no es negociable. El futuro es una construcción que prescinde de milagros

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