Salieris de San Martín

Milei rompió la paz institucional y en Mendoza se alteró la sensación de control de la calle

La tensión y amenazas entre Milei y los gobernadores rememoran épocas preconstitucionales. Qué hay detrás. Las repercusiones políticas del la falta de control de la calle en Mendoza.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 25 de febrero de 2024 · 07:10 hs
Milei rompió la paz institucional y en Mendoza se alteró la sensación de control de la calle
Foto: EFE

Por momentos, Argentina parece haberse metido en el túnel del tiempo para atrasar hasta el siglo XIX, previo al Acuerdo de San Nicolás; pero con bases filosóficas más triviales: la mera tozudez y la presión en nombre de banderas banalizadas, como la libertad. La escalada de violencia verbal y las acciones de Javier Milei contra las provincias trascendieron lo esperado y la crisis crece e incomoda a los gobernadores y dirigentes que, como tiempistas, especulaban a la espera de gestos del Presidente.

La retención de recursos ejecutada sobre la provincia de Chubut sirvió de catalizador para que todos los gobernadores salieran de la timidez y el temor político. La tensión sube sin puentes de negociación y con amenazas de maniobras que son “preconstitucionales”: que la Nación obvie las potestades y legitimidades provinciales; y que las provincias ejecuten la retención de recursos naturales como si fueran estados independientes. Un camino a la virtual disolución de la paz institucional.

Javier Milei ejecuta sin disimular maniobras de presión que ningún otro gobierno se animó. No refinanció la deuda que esa provincia tiene con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial y ahorcó las cuentas provinciales. Para la Hacienda nacional era solo una operación contable. Para Chubut un ajuste enorme. Ese fondo era refinanciado de manera casi automática y el mensaje va más allá: otras provincias, como Entre Ríos y Jujuy, tienen deudas grandes que también podrían ser ejecutadas. Milei y sus funcionarios presionan con la letra de la ley, sin tomar en cuenta el contexto particular de ese fondo y de la provincia de Chubut en particular. Allí, por ejemplo, entra en juego el descontrol en el manejo del exgobernador Mariano Arcioni y la connivencia de la gestión de Alberto Fernández y Sergio Massa. Pero la pelea es más profunda aún.

Mendoza no tiene deudas con ese fondo, por lo que en principio no habría retención de servicios. Sin embargo, los recortes inconsultos sí afectan a la provincia. Se calcula que solo tomando en cuenta los fondos educativos, el recorte nacional es de un 30% para la Provincia. Si se valorizan las obras nacionales abandonadas, el impacto es enorme. La prudencia de Cornejo para cuestionar a Milei lo pone en una situación incómoda, pues varios de sus aliados ya cruzaron el límite del “oficialismo blue”, a la oposición expresa. Ocurrió con el los gobernadores de Chubut y Neuquén; por ejemplo.

La amenaza de cortar el envío de petróleo pone en juego un entramado de relaciones, poder y dinero enormes. Chubut no tiene una matriz petrolera diversificada y su principal activo es el petróleo pesado de Cerro Dragón. Es el yacimiento petrolero más grande del país, que tiene explotación convencional y está concesionado a Pan Américan, la petrolera de la familia Bulgueroni. Gran parte de ese petróleo se exporta y también se usa para corte con otros petróleos livianos, como el extraído en Vaca Muerta. Cerrar el grifo no es sencillo y, de hecho, la provincia solo podría actuar sobre el concesionario y no para “castigar” a la Nación. Sin embargo, tiene un aliado fundamental: los gremios del petróleo, que ya saben lo que es bloquear Cerro Dragón. El gobernador de Santa Cruz Claudio Vidal, por ejemplo, también se sumó a la rebelión y es "nacido y criado" en el influyente sindicato del petróleo y gas privado. En Neuquén ese mismo gremio tiene fuerte influencia en la política local. 

Si la solidaridad se extiende a otras provincias patagónicas, el problema sería inconmensurable. Motivos de enojo no faltan, pues, por ejemplo, Neuquén y Río Negro tienen un conflicto abierto por el manejo de las centrales hidroeléctricas de la cuenca del Limay. Milei extendió las medidas decididas por el kirchnerismo y se niega a darle el control a las provincias. Difícil es pensar que podría haber una amenaza de cerrar el grifo petrolero y la llave del gas de Vaca Muerta. Mucho menos, imposible, que Mendoza se sume y Cornejo emule a Santiago Felipe Llaver (que tomó los Nihuiles) y, por ejemplo, quiera bloquear el poliducto de YPF que provee de combustible a 14 provincias (un supuesto imposible desde lo legal y lo político porque el petróleo es de Mendoza, pero no el combustible). Sí podría usarse ese tipo de ejemplos para evaluar el poder de daño de las provincias en uso de ese enojo. Más le podría doler a Milei un cerrojo de las exportaciones cordobesas, de Buenos Aires y Santa Fe: si los productores de la zona núcleo se negaran a vender y liquidar el producto de una cosecha récord, el Presidente debería abandonar cualquier expectativa de equilibrio y dolarización.

El Gobierno nacional obvia en ese debate que la Nación comenzó a crear tributos por fuera de la filosofía constitucional para apropiarse de recursos que las provincias generan. Lo hace través de la creación de impuestos con asignación específica para evitar la coparticipación; todo con la idea de concentrar recursos y manejarlos de manera discrecional. De allí surge la innumerable cantidad de fondos, programas y fideicomisos que fueron usados para financiar obras con fondos concentrados en la Nación y financiar deudas. Milei no es la excepción. Aún antes de asumir, dio aval a la quita de recursos a las provincias con el impuesto a las ganancias. Ahora ejecuta un ajuste brutal sobre los estados provinciales, que comenzará a tener un efecto cascada.

Las cuentas provinciales se ven afectadas, el pago de salarios de los docentes y el abandono de programas educativos. Repercutirá en las provincias el recorte de fondos en las universidades, en el sistema científico y, sobre todo, la dejadez de la gestión en áreas sensibles como la ANSES y el PAMI. El Gobierno nacional no tiene capilaridad federal y lo que se creía una carencia, parece una estrategia que responde a la filosofía del abandono.

Calle desbordada

En Mendoza la nueva gestión de Alfredo Corneo nació con un descontento heredado en la calle y que, en principio, parecen haber subestimado: la inseguridad que se siente no solo por los robos menores y el descuidismo en el que tanto se hace foco. Los hechos violentos que se generaron en algunas barriadas de la Provincia esconden otros problemas agudos: homicidios por enfrentamientos, por negocios y delitos detrás de las muertes.

Una mujer embarazada fue asesinada y el bebé también murió, producto de una balacera ejecutada con un arma .9mm, que es de uso oficial para las fuerzas de seguridad y que crece como arma en hechos de violencia: desde una "bala perdida" que terminó con la vida de una joven en Navidad, hasta una balacera de 100 tiros en el Campo Papa y el homicidio de la mujer embarazada fueron hechos con armas de ese calibre, todas dentro del mercado negro. Allí hay un delito detrás de las muertes: el uso y abuso de armas de fuego que, se calcula, incluye 1,5 millones en todo el país y no menos de 50 mil en Mendoza. A eso se suman los delitos que hay dentro de los llamados "ajustes de cuentas" que incluyen, explican los fiscales, pelea territorial, micronegocios de drogas y hasta control de comercios pequeños de objetos robados o "lugares para robar". 

La policía no pudo prevenir los incidentes. 

Pero en los últimos días hubo un hecho que inquieta y pega en la línea de flotación de la filosofía de gestión de Alfredo Cornejo: la idea de control de la calle y de la propia autoridad del Gobierno. La violencia generada por los hinchas de Colo Colo que visitaron la provincia generaron una sensación de ausencia de gestión que sorprende. Desde la previa, no hubo conexión con las autoridades chilenas para evitar que los barras trasandinos lleguen el mismo día del partido. Menos, para certificar los antecedentes de quienes ingresaban. Una vez en la provincia, el abandono del control sobre los espacios públicos fue notorio y varios dirigentes quedaron al borde del ridículo al repudiar en redes los hechos, quedando expuestos por la falta de gestión. 

Mendoza hace alarde de un riesgo inexistente: las autoridades provinciales suelen mencionar que en la Provincia no hay piquetes, cortes de calle y protestas. Pues nunca los hubo (salvo en 2002) porque no es una metodología arraigada, ni siquiera en las organizaciones más radicalizadas. Pero ante hechos fuera de lo obvio, la reacción fue floja. El Gobierno ha tenido una carencia enorme en la prevención de la violencia en espectáculos deportivos en los últimos meses. El asesinato de un hincha de Gimnasia en el parque San Martín en plena siesta fue lo más grave, pero ya hubo incidentes dos veces en la cancha de Independiente, también en el Malvinas y lo ocurrido con Colo Colo lo expuso aún más. 

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