Salieris de San Martín

Alfredo Cornejo, Horacio Rodríguez Larreta, la orfandad del PJ y los matrimonios por conveniencia en la política

Gran parte del futuro de Mendoza depende de la relación con la Nación. Los candidatos miran de reojo. En Juntos por el Cambio vuelven los matrimonios sin amor. El PJ sufre la orfandad y De Marchi es resiliente por no tener referentes. Breve historia del kirchnerismo local que "enamoró" a casi todos.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 28 de mayo de 2023 · 09:02 hs
Alfredo Cornejo, Horacio Rodríguez Larreta, la orfandad del PJ y los matrimonios por conveniencia en la política
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Alfredo Cornejo recorrió la plaza de Chacras de Coria con Horacio Rodríguez Larreta. Ambos como candidatos y ambos con roles incómodos e impensados. En el caso del Jefe de Gobierno porteño, porque estaba junto a un rival interno que hasta sugirió que era cobarde frente a Patricia Bullrich y, más aún, al tener que manifestar repudio contra Omar De Marchi por haber roto con Cambia Mendoza. En el caso de Cornejo, la incomodidad puede ser por lo quiso y no pudo ser: candidato a presidente para enfrentar a  Rodríguez Larreta internamente y al kirchnerismo en su peor momento. La necesidad mutua hizo que ambos priorizaran la conveniencia sobre los deseos, como aquellos matrimonios por conveniencia que eran frecuentes en otros tiempos y podían durar toda la vida sin que mediara la pasión. No es nuevo, pues el radicalismo tuvo el mismo tipo de vínculo con Mauricio Macri. Ese pequeño acto en la coqueta plaza General Espejo es una llana metáfora de la viscosa y cambiante política local. Pero además, un anticipo de lo que viene.

Sí, Mendoza es una provincia orgullosa de sí misma, pero cada vez más dependiente de la Nación. Por injusticias y por la pereza de la dirigencia política que ha construido en función de lo que ocurre en Casa Rosada en las últimas décadas, en gran medida porque también desde el 2003 se profundizó el control financiero, económico y político en el Poder Ejecutivo nacional de la mano del kirchnerismo al que casi todos los dirigentes mendocinos relevantes de la actualidad adhirieron alguna vez. Por eso el 25 de mayo y el recordatorio de ese sector también incomodó a más de uno. Coincidencia o no, son los años en que peor le fue a la Provincia. 

La relación con la Nación es un tema clave para el gobierno que venga. En las últimas décadas, todos los gobernadores han tenido relaciones dóciles con el Presidente de turno. Solo Rodolfo Suarez se manifestó abiertamente opositor, y paga las consecuencias.  

Vínculos 

Suarez es el único gobernador que se manifestó como opositor. 

Cornejo blanquea que su aspiración es "ser influyente" a nivel nacional porque tiene algo de resignación: cree que la Provincia por sí sola no tiene las herramientas necesarias para marcar una diferencia y adhiere más a un modelo de vinculación más que de "independencia" como el que tiene Córdoba. El modelo productivo local puede darle la razón, pues hay un sector privado alicaído, aunque con músculo para reaccionar y los recursos estatales dependen en gran medida de la Nación, pues en las últimas décadas se quebró el balance y más de la mitad de los recursos provienen de la Nación (también porque Casa Rosada concentra recursos que no le corresponden y creó impuestos no coparticipables); y otras fuentes de ingresos como las regalías están en decadencia. El rival interno de Cornejo, Luis Petri, tuvo una carrera política arraigada a los temas nacionales que le cuesta soltar. 

Omar De Marchi provincializó su estrategia y hasta el nombre de su frente más por obligación que por convicción. Fue, de alguna manera, una decisión resiliente: era parte de la estrategia nacional de Rodríguez Larreta, pero el porteño no lo acompañó en su cruzada anticornejista. Fundó "La Unión Mendocina", un frente en "formación" que por ahora copia la alocada integración que tuvo Cambia Mendoza pero que sumará al peronismo de cara a septiembre. De Marchi no ha cortado los lazos con referentes del Pro, aunque sí hay mucho daño interno. Un referente para atarse es Milei, aunque acarrea grandes riesgos. En paralelo tiene vínculos nuevos con sectores que hace algunos meses estaban en la vereda de enfrente. Allí hay mucho para ver porque si algo no tiene la política argentina es confianza en el otro. Y De Marchi ha sumado de manera local y "externa" a referentes que no se caracterizan por cumplir su palabra. 

Otra época. De Marchi y Larreta, cuando aún eran aliados. 

El peronismo es el sector huérfano. Desde 2003 solo basó sus estrategias en la vinculación con el Gobierno nacional y así llegaron al poder en 2007 y 2011. Sin ningún potencial propio, ni proyecto local potente, solo arrastra como antecedente dos malos gobiernos. Peor aún, no queda nadie para reivindicar, pues ni Cristina estará en la boleta nacional. El PJ más conservador nunca se animó a dar el salto contra el cristinismo; por pura conveniencia. Y desde que falleció Juan Carlos Mazzón, nunca tuvo un operador que lograra ordenarlos. Se dice que el PJ es un partido verticalista, pero en Mendoza además es dependiente. El kirchnerismo local, en cambio, sí construyó una estrategia y acaparó el poder dentro de ese partido, Curiosamente lo hizo a contramano de los resultados electorales provinciales. Hasta 2011 La Cámpora era un sector marginado y subestimado por los intendentes. Hasta hoy, con el liderazgo de Anabel Fernández Sagasti, estaban subordinados. Podría haber un cambio drástico luego de las PASO si finalmente los intendentes no "k" blanquean su apoyo a De Marchi; que abrió la puerta para adoptar a esos dirigentes que se sienten huérfanos de ideas propias. 

Mazzón, el último "padre" del PJ local, que sufre la orfandad. 

La relación con la Nación será clave por la dependencia de los recursos. Es que hay un mecanismo de financiamiento paralelo a la coparticipación que generó un falso parasitismo: la Nación recauda fondos que no les pertenece y los reparte como quiere, generando una dependencia automática. La distribución de fondos discrecionales es el eje. Además, dependerá de Casa Rosada el destino libre o atado de los 1023 millones de dólares que la Nación le paga a la provincia, pues todos los precandidatos esperan que se firme una adenda al convenio para liberar el uso de esos recursos. También dependerá del nuevo presidente el futuro de las concesiones de las hidroeléctricas del Sur, que son fundamentales para elaborar un plan energético local. A ello se le suma, por ejemplo, el acceso a recursos energéticos (gas y electricidad) y la liberación del uso de dólares para reabrir Potasio Río Colorado; y, sobre todo, cómo se gestione YPF. Mendoza depende más de la petrolera estatal que de cualquier otra empresa u organismo. 

Un kirchnerismo para cada época

En mayo del 2003 Néstor Kirchner era casi desconocido en Mendoza. Recorría las calles con Carlos Abihagle, Jorge "Pampa" Alvaro y Celso Jaque. Ni siquiera la venia de Eduardo Duhalde le sirvió para tener un buen resultado en las elecciones, pues en la provincia ganó Rodríguez Saá y luego Menem. Salvo, claro, lo que ocurrió en Malargüe. Desconfiado y algo resentido, Néstor no estaba cómodo en Mendoza. Venía de ser electo Presidente luego de haber "salido segundo" en la primera vuelta, tras la maniobra de Menem que le impidió legitimarse en las urnas en el balotaje. La estrategia política para hacerlo fue comenzar a crear la "Concertación", un nombre tomado de la política chilena, pero ejecutado a "la argentina" y desde el poder. 

Pues Mendoza fue terreno fértil. Un acto en Maipú en su primera visita fue el puntapié. Una silbatina a Julio Cobos que terminó con un pedido del propio Néstor daba una señal. Luego, lo conocido: el radicalismo mendocino se transformó en el eje del nuevo kirchnerismo y el 25 de mayo de 2007 fue el clímax en el teatro Griego Frank Romero Day. Fue el primer paso de la fórmula Cristina - Cobos, apoyada por todos los radicales y que tenía como operador local a Alfredo Cornejo y como eje nacional a Alberto Fernández.

"Cobos, Cristina y vos", la frase de la campaña de 2007.

Por primera vez "Mendoza era kirchnerista" por falta de opciones; casi un discurso único. Cesar Biffi fue cristinista a la fuerza luego de la ruptura del radicalismo y perdió las elecciones frente a Celso Jaque, kirchnerista desde siempre y que aún hoy goza de los beneficios de ser leal, pues está en el directorio de YPF. La obsecuencia y euforia de los radicales y gran parte de la política nacional obviaban algo que ya era noticia, pero se disimulaba. El modelo del Frente para la Victoria; el formato de ejercicio del poder del kirchnerismo había tenido su ensayo previo en Santa Cruz, provincia que estaba en llamas (con la casa de calle Maipú custodiada por Gendarmería) y donde era fácil hallar las huellas de Julio De Vido, Lázaro Báez, Cristóbal López, Rudy Ulloa y todos los gestores de la usina de poder de "Lupín". Ese año volvió a la política municipal de Víctor Fayad, que se mantuvo en el radicalismo pero tenía una muy buena relación con Cristina. Desde ahí construyó una oposición al radicalismo local que ya comenzaba a liderar Cornejo y tenía como coequiper a Rodolfo Suarez, que sería el sucesor en la municipalidad, pero no en el vínculo con el kirchnerismo. Es decir: el radicalismo fue K, se quebró, volvió a unirse y tuvo su línea kirchnerista con un dirigente orgánico. 

En 2008 todo cambió con el voto no positivo de Cobos que a él lo catapultó a la fama y que, paradojas de la política, le salvó el gobierno a la entonces presidenta. Al vicepresidente le reabrieron las puertas del "comité" del partido de Alem, que luego lo fagocitó. El kirchnerismo se replegó; pero todo iba a tener, nuevamente, una vuelta de tuerca.

Anabel Fernández Sagasti.

Del otro lado de la línea había una voz tímida. "Sí, soy yo", decía Anabel Fernández Sagasti en 2011, cuando había sido designada candidata a diputada nacional por orden y gracia de Cristina. Hasta entonces era una abogada contratada por el Estado y nobel militante política de La Cámpora, una organización que tomó una potencia enorme desde octubre del 2010, luego del fallecimiento de Néstor. Anabel fue una de las elegidas para construir el cristinismo, la nueva era del Frente para la Victoria que había fundado. Anabel se transformó en una líder del peronismo que terminó dando vuelta la ecuación del poder. En los primeros años el PJ había marginado a La Cámpora a que compitiera solo en lugares donde eran oposición, particularmente Godoy Cruz. Luego, con los intendentes ya huérfanos y sin proyecto, se subordinaron. Anabel y La Cámpora dominaron cada espacio de poder nacional y local, hasta quedarse con la conducción del PJ. Hoy esa fidelidad se mantiene, aún sabiendo que Cristina les dio un piso electoral, pero también un techo que parece impenetrable en el peor momento histórico de ese partido. 

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