La crisis de representatividad política le da un envión clave a Javier Milei
Todo parece indicar que uno de los principales activos de Javier Milei para licuar su falta de estructura partidaria es la ruptura en mil pedazos del sistema político que viene dominando la escena.
Pese a la supuesta debilidad con que Javier Milei va a recibir la banda presidencial por carecer de una estructura partidaria tradicional, cuenta a su favor con la profunda crisis de representatividad que han exhibido a lo largo de este año los políticos profesionales y gran parte de la clase dirigente. La irrupción aplastante del presidente electo se basó en su poder de comunicación y avanzó a caballo del desprestigio de la clase política y sus aliados.
Ese dato no es menor ya que su ascenso al poder se produce en medio de un default del escenario bicoalicionista que vino cohabitando en la Casa Rosada en las últimas décadas. Milei desembarcará en la Quinta de Olivos en un contexto de “tierra arrasada” por el reseteo que se ha iniciado en el escenario político y que sus derivaciones y consecuencias tienen un pronóstico reservado. “Javier se llevó puestos a todos, es el emergente político de la peor crisis de la Argentina, si la juega bien tiene todo para consolidarse”, sostiene un gobernador peronista que ha sobrevivido a la hecatombe de Unión por la Patria.
Según la mayoría de las fuentes consultadas en el ecosistema político actual, se percibe una percepción similar respecto a que, si el líder de La Libertad Avanza sabe acomodar los melones con pragmatismo, tiene chances de enderezar el rumbo de un barco a la deriva y con un vendaval en proa. Estos términos náuticos van en consonancia con el responsable de conseguirle volumen político al futuro jefe de Estado. Nació en la Base de la Armada en Puerto Belgrano, hijo de un almirante, Guillermo Francos asoma como el encargado de ir pegando los pedazos de un sistema político que se rompió por mala praxis y falta de empatía de la clase política.
El futuro ministro del Interior explica a sus habituales interlocutores que su ardua tarea pasará por la configuración de un nuevo oficialismo sobre las ruinas del escenario político que se destruyó. “Guillermo tiene que armar un seleccionado con los jugadores libres que se ofrecen e ir a buscar a otros que aún tienen contrato con sus antiguos clubes”, simplifica uno de sus allegados que lo conoce desde su paso por el Banco Provincia en la gestión de Daniel Scioli.
La referencia futbolera aplica muy bien para una era donde todo parece indicar que se abrió el libro de pases en la política local. Por eso esta transición es realmente inédita por muchas cuestiones. Es la primera vez que un absoluto outsider -califica para esa definición mucho más Donald Trump y Nayib Bukele- llega al poder en Argentina y lo logra con una contundencia sin antecedentes. No es disparatado afirmar que se trata del mandatario con mayor legitimidad desde la última etapa de Juan Domingo Perón.
Volviendo al libro de pases, Milei ya disfruta de las incorporaciones de su futuro gobierno que empiezan a mostrar una virtual coalición de centro derecha con piezas sueltas del PRO y del peronismo en sus diferentes vertientes. En el entorno de LLA ya se habla de “menemismo con austeridad” o “noventismo con pizza, pero sin champagne”, en alusión a los tiempos de billetera cerrada que anticipa el sucesor de Alberto Fernández.
Los libertarios cuentan, por ahora, con el arribo, todos con el pase en su poder, de Patricia Bullrich, Luís Petri, Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Juan Schiaretti, María Eugenia Tallerico y se esperan muchos más. El desembarco de la candidata presidencial de Juntos por el Cambio fue muy festejado en el futuro oficialismo porque prácticamente generó una ruptura en el seno del PRO y suma una decena de diputado leales a ella que pueden ser determinantes en base a la fragilidad parlamentaria de LLA.
Mientras tanto, Francos bucea las profundidades del peronismo y no sólo intenta cooptar a nuevos voluntarios, sino que además intenta generar divisiones en los dos bloques legislativos de UxP. “Hay que hacer la de gran Emilio Monzó tanto en Diputados, como en el Senado”, sostiene con entusiasmo un libertario de la primera hora. Se refiere a la estrategia que implementó el presidente de la Cámara de Diputados en la gestión de Mauricio Macri de dividir a la bancada del peronismo con el bloque que armó Diego Bossio. Algo de eso viene tanteando el futuro jefe de la cartera política para licuar el peso del PJ y JxC en el Congreso.
Evidentemente no se trata de un salto irresponsable al vacío como creen los más pesimistas, pero tampoco se está asistiendo a la transformación de Milei en Winston Churchill, como exageran otros. Ni una cosa, ni la otra. En todo caso, es un experimento inédito que deberá administrar complicaciones severas con poca experiencia, interrogantes y mucha actitud inicial del próximo presidente.