Editorial

Un caso de éxito: cuando la ciencia y la tecnología funcionan al servicio de la Justicia

La ciencia y la tecnología usados por el equipo del Ministerio Público Fiscal y el Ministerio de Seguridad funcionan para esclarecer crímenes aberrantes. Un caso de éxito dentro del Estado y una pregunta aún sin respuesta: cómo prevenir delitos que generan conmoción social.

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MDZ Política jueves, 21 de julio de 2022 · 10:41 hs
Un caso de éxito: cuando la ciencia y la tecnología funcionan al servicio de la Justicia

Dos mujeres fueron asesinadas de manera brutal en Mendoza en las últimas semanas. Ambos hechos generaron conmoción. El dolor de los familiares de las víctimas es desconsolado, pero hubo otro dato relevante. Los dos casos se resolvieron de manera rápida con mecanismos que han diferenciado a Mendoza: el uso de la ciencia, la tecnología y la inteligencia criminal al servicio de la justicia.

Los femicidios de Agostina Trigo (22) y María Pía Persia (49) eran crímenes sin pistas evidentes. Pero algunos datos clave de contexto y el empleo de los instrumentos tecnológicos fueron fundamentales. El laboratorio de ADN, el sistema CODIS y el seguimiento y cruce de datos de los teléfonos celulares que realiza la UDAPIF sirvieron para reconstruir cómo habían sido los crímenes y con un grado de certeza casi perfecto, quiénes fueron los asesinos.

El Registro de Huellas Genéticas tiene decenas de miles patrones almacenados. Hay, precisamente, 65 mil perfiles genéticos en el archivo. Y en base al trabajo metódico de quienes integran el equipo, se ha logrado establecer 472 “match positivos” que ayudaron a esclarecer 1.200 causas. Es decir, coincidencias entre personas y datos genéticos hallados en las escenas del crimen con lo que se resolvieron los hechos. Con delitos aberrantes como los abusos sexuales y los homicidios se ha logrado un nivel de resolución mucho mayor.

Marino, el genetista que resuelve crímenes con la ciencia. 

El registro se creó en 2016, en el gobierno de Alfredo Cornejo. Ya funcionaba desde 2012 el Laboratorio de Genética Forense del Poder Judicial, que luego pasó del Cuerpo Médico Forense al Ministerio Público Fiscal. Antes, entre 2005 y 2007, hubo un primer intento con la compra de los equipos en la Universidad Nacional de Cuyo (compra financiada en parte por el Ejecutivo provincial). Pero fue el impulso del equipo dentro del Ministerio Público Fiscal el que generó un cambio. Incluido quien está a cargo: Miguel Marino, doctor en genética y especialista en genética forense, es uno de los especialistas más reconocidos del continente por la pericia que tiene en el marco del análisis de patrones genéticos y la reconstrucción de “historias” desde la ciencia. Para “retenerlo” fue necesario cambiar la lógica de  del Estado. Otro ejemplo positivo para tener en cuenta: cuando hay decisión y pericia, el propio Estado puede funcionar bien.  

Mendoza tiene además el Sistema CODIS, un software diseñado y distribuido de forma libre por el FBI. Esa tecnología permite el cruce masivo de perfiles genéticos para hallar en poco tiempo las coincidencias entre las pistas biológicas y el banco de datos. Allí es clave que el Banco tiene archivados los perfiles genéticos de todas las personas condenadas e imputadas por delitos. Incluso también el personal de seguridad.

El sistema permite comparar los rastros hallados en la escena del crimen con el banco de datos genéticos. 

En el femicidio de Agostina fue clave esa tecnología, pero también el trabajo previo de investigación con las redes sociales y los teléfonos celulares. Algo parecido ocurrió con el asesinato de la arquitecta, cuyo primer dato se tuvo con la ubicación del teléfono celular de la víctima en las cercanías de donde habitaba el asesino. En ambos casos, se ataron cabos y la ciencia dio la respuesta definitiva. En la causa de la joven de San Martín, los rastros genéticos coincidieron con el del acusado. En el femicidio de María Pía Persia se hallaron rastros biológicos en una tela que se usó para asesinarla y tras el cruce de información, también hubo coincidencia con el sospechoso.

La resolución aumenta a medida que crece el banco de datos. El homicidio de Diego Mosca, un exfutbolista mendocino, también se terminó de resolver con la ciencia: una gorra y un barbijo hallados en la escena del crimen sirvieron para detectar, vía ADN, que eran del acusado Roberto Cataldo. El doble femicidio de las mujeres israelíes cometido por Nicolás Gil Pereg fue descubierto con la misma técnica: una gota de sangre descubierta en una bolsa de cemento sirvió de elemento para comprobar que era de una de las víctimas; puntapié inicial para descubrir la trama escabrosa que había ejecutado “el hombre gato”.

La ciencia y la tecnología han mejorado sensiblemente el funcionamiento de la justicia en Mendoza, esclareciendo casos que antes parecían de imposible resolución. Es una muestra que la inversión y las políticas sostenidas dan resultado. En el Gobierno y en el Poder Judicial explican lo positivo que tiene ese logro y el efecto persuasivo que genera: es imposible para los delincuentes no dejar algún rastro genético en la escena del crimen y eso se transforma en una prueba irrefutable para descubrir lo que pasó. Pero sigue rondando un problema de más compleja resolución: prevenir; evitar que los hechos ocurran.

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