Educación

Por qué Suarez "acelera" buscando presencialidad total, con Buenos Aires como aliado

Aunque hay dificultades, el Gobierno busca que desde el lunes haya presencialidad total hasta tercer grado y luego se expanda. Aceleran la vacunación y hay quejas. El efecto político y la realidad: la educación es más desigual que antes de la pandemia.

Pablo Icardi
Pablo Icardi sábado, 31 de julio de 2021 · 09:07 hs
Por qué Suarez "acelera" buscando presencialidad total, con Buenos Aires como aliado
Suarez, Thomas y Nadal buscan garantizar la presencialidad total

En la reunión del Consejo Federal de Educación realizada antes del retorno de las clases hubo acuerdo total, hasta que comenzaron a delinearse las estrategias particulares. El Gobierno nacional propuso un protocolo que volvía sobre el distanciamiento dentro de las aulas y otras medidas que complicaban el plan que Rodolfo Suarez había pensado para Mendoza: volver a la presencialidad total en la provincia, aún a pesar de las dificultades edilicias, de movilidad y sanitarias que pudiera haber. Por eso Mendoza votó en contra de ese protocolo y elaboró uno propio. Durante el receso, desde la DGE trabajaron para compatibilizar los dos mundos; el de la decisión política de avanzar con la apertura de escuelas y el de la realidad con carencias. 

Suarez decidió avanzar y solapar en ese camino todo: acelerar la vacunación de docentes para llegar a fines de agosto con una cobertura cercana al 80% con dos dosis y hasta buscar alternativas "extra escuelas" para garantizar la presencialidad. Para el Gobierno no es un dato más. La apertura de escuelas es uno de los ejes de gestión y de contraste con la Nación. Lo fue el año pasado y también el 2021. El Gobernador lo marcó fuertemente en la Asamblea Legislativa, donde marcó un contraste con Alberto Fernández. 

Suarez no está solo. Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño, va en el mismo camino y ese distrito también votó en contra de la disposición nacional en el Consejo Federal de Educación. Suarez y Larreta tienen buena sintonía política y han actuado en tándem muchas veces. El mendocino tiene más libertad y margen de maniobra porque no tiene un "conurbano" vecino que lo frene. Pero el porteño ahora avanzó con un plan de seis etapas en la que hasta se prevé el abandono del barbijo. Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires son los dos distritos más grandes gobernados por un opositor nacional. Y por eso no es casual que haya caminos conjuntos. 

Impactos

Según el Gobierno, los contagios en niños de entre 3 y 9 años siempre “fueron menos que el proporcional de la población en esa edad” y menos del 1% de los contagios detectados semanalmente corresponden a niños de entre 3 y 9 años de edad. Incluso cuando se sube el rango etario, la estadística no varía.  “Los contagios en esta edad representaron 1,93 % del total de contagiados de la semana, siendo este valor el máximo alcanzado en toda la serie desde el comienzo de clases", aseguran. En ese plano, desde el Ministerio de Salud aseguran que “nunca se superó” más del 2,5% de estudiantes contagiados con covid.

Pero el otro eje son los trabajadores de la educación. La aglomeración de gente en los vacunatorios y el pedido para acelerar la aplicación de la segundad dosis no es casual. Hasta el jueves, de un total de 8.798 docentes y no docentes de primaria, 7.752 (88%) tenían una dosis de alguna vacuna y 2.992 (34%) las dos. En el secundario el “padrón” a vacunar es de 13.693 personas y 11.477 (84%) ya tenía una dosis. Pero solo  1.443 (10,5%) el esquema completo.

Las aulas serán tomadas como "unidades únicas".

La intención es apurar la vacunación para tratar de tener todo preparado para cumplir el plan: retorno hasta tercer grado desde la semana que viene y tender a una "presencialidad total" en toda la primaria y secundaria hacia fines de agosto y principios de septiembre.  Claro, hay un imponderable: la posibilidad de que se expandan los contagios de la variante Delta puede cambiar los planes porque supone mayor contagiosidad y exige más vacunación.  El otro factor en contra de las intenciones del Gobierno es interno. Hay escuelas, incluso muchas de gestión privada, que anunciaron que no comenzarán el lunes con la presencialidad total por falta de condiciones. 

Datos

Más allá de las convicciones propias que puedan tener, hay otros factores claves y es el humor social y la percepción que tiene la población sobre los principales problemas. Todo, en un contexto electoral cada vez más caliente. Las principales demandas sociales tienen que ver con los problemas económicos, con la inflación como tema descollante. En Mendoza, el impacto es mayor aún. El oficialismo tiene algo de impotencia por el tema y tiene la dualidad de la "queja" por la falta de respuestas nacionales y el golpe interno que produce. Respiran algo aliviados al ver que en los mismos sondeos que marcan a los problemas económicos como los más graves, que también se identifica como "culpable" al gobierno nacional

¿De quién es la culpa?

Por eso en un marco de crisis casi completa, quedan pocos temas para capitalizar. El manejo de la pandemia y en particular el reclamo para retomar la presencialidad es una bandera que consideran óptima; aún a pesar de los frentes de pelea que produce adentro del sistema. "Hay que preguntarle a los padres qué piensan", dicen irónicamente en el Gobierno, confiados en que puertas adentro de las casas la mayoría piensa a favor de las aulas abiertas. 

Pero en el fondo el debate es mucho más profundo. La pandemia y las clases virtuales ampliaron dramáticamente la brecha educativa. Si el aula "democratiza" e iguala, las escuelas cerradas generan desigualdad y margina más a los niños y adolescentes que viven en hogares con dificultades económicas. Aún no está medido con precisión el impacto real de lo que ocurrió en 2020. Por ahora son más confiables los testimonios de los docentes y directivos que conviven a diario con los alumnos que los datos generales. Y las historias se repiten: hubo un impacto dramático en los alumnos que tuvieron como principal medio de educación los mensajes de WhatsApp. 

La escuela es la pata del Estado que más penetra en la comunidad. La virtualidad no lo reemplazó. La propia DGE lo reconoce en la resolución en la que reglamenta la presencialidad. "Se está en condiciones de afirmar que el cierre de las escuelas en el contexto de la pandemia debe reconocerse como un factor que marcó claramente disparidades sociales, relegando del servicio educativo a los sectores más vulnerables", dice la norma firmada por José Thomas

 

 

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