Opinión

Reducción de la carga impositiva: hacia un impuesto único

El diputado Jorge Difonso propone cambios en cambiar la estrategia impositiva. "Proponemos la implementación de un modelo de impuesto único con el objeto de impulsar iniciativas que puedan mejorar la situación actual y terminar con la presión impositiva a la que está sometida la ciudadanía".

Jorge Difonso lunes, 15 de junio de 2020 · 12:48 hs
Reducción de la carga impositiva: hacia un impuesto único

Existe una afirmación generalizada que dice que el principal problema de Argentina es la pobreza, la falta de empleo, los bajos ingresos de los hogares, etc; pero todo ellos nace en el “incipiente” gasto público y en la falta de un alto y sostenido crecimiento económico. El crecimiento económico, es la única manera de abandonar efectivamente la pobreza al generar verdaderas oportunidades de desarrollo para las personas. El empleo, el ingreso y la pobreza son sólo los efectos del problema.

Los ingresos fiscales no pueden, por sí mismos, generar el crecimiento económico que necesitamos para abatir la pobreza. Aumentar los ingresos públicos —como se ha venido planteando— no puede ser el objetivo de la reforma fiscal que requiere Argentina. Tratar el problema fiscal como insuficiencia de recursos gubernamentales llevaría la reforma tributaria al fracaso, tanto para aumentar los ingresos como para superar el verdadero problema, el crecimiento. Incrementar los ingresos públicos es un mal planteamiento de la reforma fiscal porque es ver sólo la conveniencia del gobierno y no la de la gente.

La situación tributaria es injusta, complicada y costosa, lo que no posibilita un ambiente favorable.

Necesitamos una reforma tributaria que acabe con las injusticias (exenciones impositivas, tasas diferenciadas, deducciones innecesarias, subsidios y créditos populistas, multitud de gravámenes, regímenes privilegiados, etc.), distorsione lo menos posible los procesos de mercado, reduzca el costo de cumplir con las obligaciones fiscales, Asegure los servicios públicos en cada lugar de Argentina, no solo en la Capital Federal.

Ampliando la base de contribuyentes mediante impuestos generalizados reduciendo la evasión; introduciendo tasas bajas de impuestos y simplificando el pago de impuestos.

Por lo tanto, un sistema tributario basado en un solo impuesto simple, bajo e igual para todos, generaría efectos positivos en la actividad económica al permitir una mejor asignación de recursos e incentivar el trabajo, el ahorro y la inversión.

Actualmente pagamos muchos impuestos (al valor agregado, sobre la renta, sobre producción y servicios, al comercio internacional, sobre automóviles nuevos, tenencia y otras obligaciones adicionales, sólo por enunciar las contribuciones federales, más los impuestos provinciales sobre las misma base imponible, más las tasas municipales, y es muy caro pagarlos. La existencia de tasas diferenciadas en los distintos impuestos, exenciones, subsidios y créditos fiscales, condonaciones, facilidades, estímulos, deducciones autorizadas, tratamientos y regímenes especiales representan grandes inequidades fiscales y el fisco no sólo tiene que renunciar a esos recursos, también tiene que enfrentar la pérdida por evasión incentivada por la sobreregulación y el propio diseño impositivo. En suma, el sistema impositivo actual es muy costoso tanto para contribuyentes, quienes desperdician recursos para pagar o evadir, como gobierno, que pierde ingresos.

Un IMPUESTO UNICO significa eliminar todos los impuestos actuales, junto con sus múltiples tasas, regímenes especiales, deducciones y exenciones de la estructura tributaria.

Para que el impuesto único genere efectos positivos en la economía debe cumplir con tres condiciones:

Primera, el impuesto debe ser simple, fácil de entender y de pagar, porque los impuestos complicados requieren alto costo para los contribuyentes por las caras  revisiones y auditorías por parte del gobierno. Además, el impuesto único no debe contemplar absolutamente ningún tratamiento especial para nadie. Los tratamientos especiales invitan a ciertos contribuyentes a buscar formas creativas de aprovecharse de las desventajas de los demás. Impuestos diversos y complicados disminuyen la confianza en el gobierno, invitando a no cooperar con el sistema impositivo y evadir.

Segunda, la tasa del impuesto debe ser baja, menor a la tasa total de impuestos que paga la sociedad bajo la actual estructura impositiva. Tasas altas encogen la base tributaria pues reducen los incentivos al trabajo, al ahorro y a la inversión al reducir las utilidades después de impuestos, e incentivan a los individuos a buscar ingresos libres de impuestos; mientras que tasas bajas incrementan la base pues incentivan el trabajo, el ahorro y la inversión al incrementar el retorno de utilidades y recompensar a los individuos de altos ingresos.

Y la tercera condición es que la tasa del impuesto debe ser la misma para todos, La lógica de esto es mucho más profunda que sólo simplificar el cálculo del impuesto. Cuando diferentes formas de ingreso son gravadas a diferentes tasas, o cuando diferentes contribuyentes enfrentan diferentes tasas, la gente encuentra cómo aprovecharse del diferencial  Además, el diferencial de tasas tiene efectos negativos en la economía al reducir la formación de capital, la tasa de crecimiento del ingreso personal, la oferta de trabajo agregada con relación a la esperada, reduciendo el beneficio social. Esto  hace que haya menos incentivos para trabajar, ahorrar e invertir.

 

Ahora bien, el impuesto único descansa en el concepto de que los agentes económicos deben ser gravados en lo que toman de la economía (cuando gastan dinero para consumir), no en lo que introducen (ingreso). Es mejor gravar la riqueza que ya está creada en vez de gravar la riqueza que todavía no se crea, pues de esta forma se estimula el ahorro y desincentiva el gasto. En ese sentido, el impuesto único grava el ingreso, la lógica es la de un impuesto al consumo; esto es así porque cuando se grava el ingreso exceptuando el ahorro en realidad se está gravando el consumo (ya que el ingreso se consume o se ahorra).

A través del tiempo, el ahorro se traduce en inversión, por lo que exentar el ahorro equivale a exentar la inversión. Así pues las empresas deben remover todo el gasto de inversión de la base gravable. Al exentar la inversión de la base gravable, el impuesto único impulsa la inversión. Como puede observarse, en el sistema de impuesto único no se requieren de rebuscados estímulos fiscales a la inversión y al ahorro. Tampoco están gravadas las ganancias del ahorro. Cuando se gravan dichas ganancias, como en el sistema actual, se orienta a la economía a ahorrar poco y consumir mucho.

¿Cuál debe ser la tasa del impuesto único? Debe ser mucho menor a la sumatoria de todos los impuestos locales y discutida año a año, como es en los países donde funciona.

El impuesto único debe aplicar a empresas y personas por igual, pero operar de forma separada para garantizar la progresividad. Las empresas pagarán impuestos sobre el ingreso por ventas menos las compras de materias primas menos la inversión en planta y equipo. También hay que descontar de la base gravable lo que las empresas pagan por concepto de sueldos y salarios a sus empleados, quienes pagarán ellos mismos los impuestos por esos ingresos.

El sistema de impuesto único es un esquema justo ya que los individuos y las empresas son tratados de la misma manera, sin privilegios, donde la simplicidad alienta la generación de riqueza, estimula la economía, el empleo y acaba con el sesgo negativo al ahorro y la inversión.

Es simple. La experiencia internacional muestra que la principal virtud del sistema de impuesto único es su simplicidad. Es más fácil para administrarlo y para que las personas cumplan con él. Su sencillez hace que más gente cumpla con el pago de impuestos.

Es equitativo. Tanto las personas como las empresas, independientemente de sus ingresos, enfrentan una misma tasa impositiva, por lo que la gente con ingresos similares paga impuestos similares. Ya que no hay tratos especiales no hay incentivos para aprovecharse de otros contribuyentes.

Es progresivo.  Una sola tasa que grave por encima de una generosa exención personal, igual para todos, misma que otorga la progresividad necesaria.

Es eficiente. Los economistas coinciden en que los impuestos al consumo son los más deseables, ya que son los que menos distorsionan las decisiones de los agentes económicos y los que más incentivos brindan para la creación de riqueza. Además, este tipo de impuestos es de las formas más eficaces para incrementar los ingresos fiscales, ya que se amplía la base tributable.

Reduce costos. Se reducen las pérdidas fiscales por los diferenciales de tasas y la multiplicidad de regímenes y privilegios. Se reducen los incentivos a evadir y eludir y disminuyen también los costos en los que incurren ciudadanos y gobierno, unos para pagar los impuestos y el otro para cobrarlos (recaudación y fiscalización).

Elimina la doble tributación, ya que el ingreso es gravado una sola vez y lo más cercano a la fuente.

internacional

En 1994, Estonia se convirtió en el primer país en Europa en introducir un impuesto único tanto a los ingresos personales como a los corporativos. El ingreso se gravó con una sola tasa uniforme (sin tasas diferenciadas) del 26% por encima de un nivel general de deducción.

La reforma fiscal en Estonia ha contribuido mucho a que ese país registre cada año un crecimiento económico por encima del 7% en promedio, con una tasa de inflación anual menor al 3%. El ingreso por persona se ha triplicado y continúa aumentando, mientras el desempleo es el menor en la historia de ese país.

Hoy en día, Estonia ya ha reducido su impuesto único a 24 por ciento, aunque el actual gobierno espera reducirlo aún más, quizá hasta 20 por ciento en tan solo un par de años. Estonia se perfila como la economía con el ambiente de negocios más competitivo del centro y este de Europa. De hecho, en 2004, Estonia se convirtió en el país más avanzado en tecnología de información de toda la Unión Europea. Además, posee el sistema financiero más fuerte y desarrollado de los países bálticos.

El éxito de dicha medida ha sido tal que versiones más agresivas han sido adoptadas por las otras naciones bálticas, como Lituania y Letonia, e incluso por la misma Rusia. Posteriormente, otros como Serbia y Eslovaquia han seguido su ejemplo. En el caso de Rusia, el sistema de tasa única de 13 por ciento mejoró el cumplimiento impositivo, elevando la recaudación 28% en el primer año de su implementación.

En Asia destaca el caso de Hong Kong, que luego de la segunda guerra mundial, con un fuerte nivel de pobreza, implementó un impuesto único de 15% a los ingresos de las empresas para impulsar la actividad económica, colocándolo en el país con mayor crecimiento del mundo de la posguerra.

Últimamente Singapur y las Islas de Jersey y Guernesey, en el Canal de la Mancha, decidieron llevar a cabo una reforma basada en un sistema impositivo de tasa única. El sistema de las Islas de Jersey y Guernesey tasó los ingresos de los individuos y de las empresas a un nivel de 20%, eliminando el resto de los impuestos aplicados a empresas o personas, como el Impuesto al Valor Agregado, a los intereses de los depósitos bancarios, etc. Por su parte, el sistema de Singapur se basa en una reestructuración profunda del sistema impositivo para reducir en los próximos tres años los impuestos a la renta empresariales de 24,5% a 20% y los personales de 26% a 20%.

Ante el evidente éxito de esta medida, naciones como Alemania, Bulgaria, Barbados, Croacia, Grecia, Dinamarca, Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Hungría, Suecia y República Checa analizan con creciente interés el impuesto único.

Hasta ahora 13 países han implementado un impuesto único. La evidencia internacional sugiere que los beneficios económicos de implementar un sistema de impuesto único incluyen altas tasas de crecimiento económico y de ingreso, altos niveles de formación de capital e inversión y mayor bienestar social

En resumen, la estructura tributaria actual resulta injusta, complicada y muy costosa, lo que genera efectos negativos en la acumulación de capital. Se necesita un nuevo sistema impositivo que contribuya a generar incentivos correctos al trabajo, el ahorro y la inversión para poder conseguir el alto y sostenido crecimiento económico que se requiere para abatir la pobreza. La introducción de un impuesto único simple, bajo y parejo para todos junto con la eliminación de todos los demás impuestos y tratos preferenciales podría ser una buena opción para ello.

Desde el punto de vista estatal en todos sus niveles proponemos además, que el sistema de recaudación sea inverso y federal, comience en los Municipios y luego se coparticipe a la provincia y a la nación. De esta manera eliminamos la idea que la Nación perjudica a las provincias y estas a los municipios con la distribución de la recaudación impositiva. Volviendo al espíritu federal que tuvieron los fundadores del sistema federal de gobierno, aunque poco a poco se fue transformando en el centralismo actual que ejerce Buenos Aires sobre el resto del país y que tantas injusticias nos genera a los habitantes del interior del país.

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