El nuevo gobierno

Suarez: qué piensa el hombre que va a "trabajar" de gobernador

Rodolfo Suarez se toma la política con un enfoque distinto a sus antecesores y asegura que no lo seducen los símbolos del poder. Busca cambiar la forma de tomar decisiones, pero dice tener el temple para avanzar con medidas impopulares.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 1 de diciembre de 2019 · 08:45 hs
Suarez: qué piensa el hombre que va a "trabajar" de gobernador
Suarez y Cornejo Suarez se prepara para asumir y darle su propia impronta al Gobierno
Suarez: qué piensa el hombre que va a "trabajar" de gobernador
Rodolfo Suarez íntimo Suarez comienza la mudanza para gobernar la provincia.
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Está a pocos días de cruzar la calle para irse desde la Municipalidad de Capital al monstruo de calle Peltier 351 para gobernar la provincia. Pero no hay señales de mudanza. Rodolfo Suarez casi no tiene papeles en su despacho, tampoco cajas ni bultos. “No junto nada. Como dicen: en el trabajo y en la casa hay que tener todo listo para irse en 15 minutos, nada más”, dice entre risas el gobernador electo. Claro, sí mantiene conectados el IPhone, el Aple Watch y la Macbook. Fanático de la marca de la manzanita, todo está sincronizado.  

No está intranquilo, a pesar de lo que se viene. Y allí hay una señal que marca un cambio en quien va a conducir la Provincia. Para Alfredo Cornejo la política es un estilo de vida y gobernar era una ambición. Para Suarez es solo un trabajo que en cuatro años puede cambiar y eso no lo estresa. “Yo vengo a hacer mi laburo, mi trabajo. Si dentro de cuatro años tengo que volver a mi estudio jurídico, en 15 minutos me voy y sigo trabajando allá y también soy feliz. Yo vengo a hacer mi trabajo”, asegura.

Si buena parte de las decisiones importantes se toman en la trastienda de las instituciones. Si la “rosca” política fluye de noche, en bares y restaurantes, Suarez elije volver a su casa y cocinar en su hogar. Algo que sí lo intranquiliza, es poder mantener los rituales de padre de familia de clase media “bien mendocina”. “Me importan muy poco los símbolos del poder. Estoy lo más lejos posible de eso. No me gusta salir de noche, trato de mantener mi vida familiar. Toda la simbología del poder no me gusta”, grafica.

Curioso mensaje dado desde la Municipalidad de Capital, lugar donde, por ejemplo, el intendente que lo precedió, Víctor Fayad, tenía el enfoque opuesto. Tanto, que hasta dejó su marca “eterna” escondida en un mural en la puerta de ingreso de la comuna con la frase “Viti Fayad”. Justamente  Suarez tiene un record difícil de igualar dentro de la política y el radicalismo. Figuras antagónicas contemporáneas confiaron en él. Fayad y Cornejo. “Creo que la gestión es la mejor política. Me gusta mucho, me hace feliz. Pero si dentro de cuatro años tengo que volver a hacer mi trabajo como abogado también soy feliz. No tengo problemas en quedarme sin secretaria, sin teléfono. Tengo el ego bastante por el piso”, ironiza.

Lo que viene

Suarez va a asumir como gobernador en un contexto complejo. En la provincia es su gestión estará solapada con la de Cornejo y, de hecho, sostendrá más del 80% de los funcionarios. Salvo algunos ministros, el resto tiene continuidad. Antes de comenzar la “luna de miel” en el poder tendrá que encarar decisiones difíciles con el Presupuesto, las tarifas de servicios provinciales, las paritarias y la relación con la Nación. Muchas de esas decisiones serán también una prueba de temple para Suarez, quien apuesta al diálogo como herramienta y a un nuevo enfoque en la toma de decisiones.

En ese plano, el gobernador electo tiene algunos ejes que son inamovibles. La reforma de la Constitución es el eje de los cambios institucionales que busca. Piensa Suarez en una Carta Magna que sea flexible, “adaptable” a la realidad del futuro Pero también que tenga hechos políticos importantes, como la unicameralidad en la Legislatura y hasta alguna cláusula que garantice la búsqueda del equilibrio financiero y no dejar las cuentas públicas a libre arbitrariedad.

En lo económico, el desarrollo de la minería es uno de sus ejes claros, como lo anticipó. Pero también el impulso de otras industrias, como la producción de aceite de cannabis y el turismo. Tiene bajo el brazo algunos proyectos para destrabar inversiones privadas como el centro de esquí Punta Negra, que requiere una excepción para construir un hotel. Va a crear al menos dos empresas estatales; una de minería y otra de producción de aceite de cannabis y posiblemente un banco provincial. En su agenda, virtual por supuesto, están los teléfonos de empresarios mineros y petroleros que esperan señales para invertir.

En la gestión de esas tensiones  es donde el Gobernador electo dice que mostrará su impronta y su apuesta al diálogo. Algunas señales hubo: antes de asumir ya se reunió con los principales dirigentes del PJ e incluso con grupos “antimineros” para decirles que va a avanzar con esa actividad, pero abriendo debates. “Hay que generar capital social. Nosotros introducimos un tema, la sociedad lo va conociendo, hay interrelaciones sociales. Hay que escuchar, hablar, convencer, para llegar a tomar una decisión que tiene que ser legítima. Este proceso es una forma muy activa de tomar las decisiones. Eso es generar capital social. Es como hacer una plaza: o hacés la que el arquitecto quiere, o la que el intendente quiere o la que el vecino quiere o necesita. Lo más fácil es hacer lo que uno quiere. Pero lo importante es hacer lo que el vecino quiere y necesite, con debate y escuchando”, explica.

En ese plano, igual busca señales a los otros poderes del Estado. Para él los cambios deben venir primero desde la política y los “decisores”. “Los consensos tienen que venir desde la política y luego hacia la sociedad. Y tener el coraje de decirlo”, explica. Lo dice al referirse al desarrollo de la minería pero también del petróleo no convencional y otras industrias. “Esperamos que la Corte de certezas y ratifique la legitimidad del Decreto que regula el fracking. Las inversiones necesitan previsibilidad y seguridad jurídica”, aseguró.

Bomberos y estrategas

El viernes pasado Suarez reunió por primera vez a su esquipo de gobierno. La mayoría se conocía, pero la intención era marcar el cambio de enfoque en el día a día. Entre otras cosas, vuelven las reuniones de gabinete y también las decisiones en manos de los ministros. Para él ellos serán los “bomberos” de cada área.

“Los ministros se ocupan de las urgencias, pero alguien tiene que estar pensando en lo importante. Yo voy a estar en esos temas porque necesitamos otras cosas. Mendoza tuvo un solo cambio. Pasar del cultivo de maíz y trigo, hasta el terremoto, donde se cambió la matriz productiva y pasamos a otro lado. Hoy tenemos que tener otro cambio potenciando lo nuestro. Siguiendo con la cultura del vino, pero ahora pasando a otra cosa. Puede no resultar, pero lo intento”, explicó.

Las banderas que tiene Suarez para dar señales de su temple están en la gestión. Recuerda, por ejemplo, que lo demonizaron cuando impulsó el Código de Convivencia, pero luego la comunidad se adaptó. Lo mismo con la nueva Arístides y la prohibición de los cuidacoches. Igual estar preparado para enfrentar “protestas y hasta escraches” cuando avance con decisiones difíciles. “Estoy preparado espiritual y psicológicamente para esto. He tenido una vida dura y tengo el temple. Pero además porque estoy convencido de lo que quiero hacer”, explica. Abogado, concejal, intendente y ahora Gobernador, Suarez busca desmentir ese estigma de “heredero suertudo del poder”. “Vengo de la calle. En la Consulta no había muchos rubiecitos de ojos celestes, entonces los pibes con quién querían pelear…con el rubiecito de ojos celestes. Así me crié. Por cuestiones personales y profesionales he convivido con el dolor propio y ajeno por mucho tiempo y eso me ha hecho mantenerme en mi eje. Estoy preparado”, dice.

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