Vivienda

Vivienda: tú prometes, él critica, pero... ¿quién paga?

La clase media ve cómo las cuotas ajustadas por UVA la alejan de la casa propia, pero rechaza que sus impuestos vayan a soluciones populistas como estatizar créditos o vivienda social para pobreza extrema. La crisis económica retumba en la empatía.

sábado, 11 de mayo de 2019 · 11:02 hs

“Si firmaron un contrato, que cumplan las cláusulas”, “para qué se compran una casa si no pueden pagarla”, “que alquilen como cualquiera de nosotros”. Este tipo de respuestas se multiplicaron por las redes y los portales de noticias cada vez que se daba voz a la crítica situación que atraviesan familias de clase media que accedieron a su vivienda a través de créditos UVA.

El ajuste de las cuotas corre varios kilómetros por delante de los aumentos salariales en la gran mayoría de los casos y los deudores temen que en algún momento el hilo se corte y los bancos terminen por cortar el hilo y ejecutar el inmueble. ¿Qué hacer ante este escenario que afecta directamente a la clase media, otrora centro neurálgico de la sociedad argentina?

Quienes fueron más cautos o prefieren no tomar compromisos monetarios a largo plazo pusieron el grito en el cielo cuando el peronista Alejandro Bermejo prometió una estatización de deudas hipotecarias en UVA en caso de llegar a la gobernación. La idea del maipucino es dar algo de previsibilidad en las cuotas y, a partir de una reingeniería crediticia, poner un tope de no más del 30% del ingreso familiar.

Un tendal de mendocinos de sectores medios cargaron con furia contra la propuesta, leída como demagogia preelectoral. En medio de la crisis el hartazgo se hace notar: ciudadanos que se ven a sí mismos como meros “pagaimpuestos” que financian una política cara e ineficiente que no les da respuesta en los servicios mínimos que el Estado debe brindar. Si yo no me compré una casa, ¿por qué tengo que refinanciar la deuda de mi vecino?, es el razonamiento básico. Es la respuesta que Bermejo eludió al lanzar su propuesta.

Desde el punto de vista técnico también el Gobierno salió a marcarle la cancha ya que desfinanciaría al ya famélico Instituto Provincial de la Vivienda. Durante la actual gestión las nuevas cuotas en concepto de vivienda social también se ajustan por UVA, lo que permite al organismo un recupero de financiamiento a valores reales para que cada casa entregada permita la construcción de otra. Si se vuelve a licuar la deuda al quebrar la relación cuota-inflación, ¿cómo se financiará el IPV?, preguntan desde el Ejecutivo.

Este hartazgo de la clase media desciende además varios escalones hacia el fondo de la pirámide y estalla de furia también con la ayuda estatal en materia de vivienda para la pobreza extrema. “¡Basta de casas gratis!”, claman. El problema, en realidad, es que, justamente, no son gratis: salen del erario público, ergo, del bolsillo del contribuyente.

Esta semana el IPV licitó la compra de 120 lotes para reubicar a familias que viven sobre la vía del tren en Las Heras e impiden el avance de las obras del Metrotranvía. MDZ informó sobre el operativo de adquisición de los terrenos y volvió la furia por las “casas gratis”.

De los cientos comentarios en las redes no había una sola propuesta de solución, ni desde la sociedad mendocina ni desde la oposición. ¿Viviendas de protección oficial que se alquilen a valor simbólico a familias sin recursos y que, una vez acomodada su situación, vuelvan al Estado para ser reasignadas?¿Ayudas para alquiler con contraprestación de servicios? Cualquiera sea la solución propuesta, quien aspire a suceder a Alfredo Cornejo deberá hablar claro y con fundamento técnico a los mendocinos para explicarles lo poco o mucho qué harán en materia de vivienda. De esta forma los “pagaimpuestos” no se sentirán tan estafados y quienes dependen de la ayuda del Estado por subsistir sabrán qué futuro les depara.