Alberto Fernández y su pandilla: el maridaje de cinismo e inoperancia extrema
El relato del escritor Horacio Verbitsky, quien fue vacunado contra el Covid-19 por gestión de Ginés González García, deja algunos interrogantes con respecto a su intención. De momento, la única certeza es la falta de capacidad de un gobierno errático que no para de tropezar con sus propias piedras.
Las cosas por su nombre. A esta altura, puede resultar más apropiado hablar de pandilla que de gabinete para describir la acción del núcleo más cercano al presidente Alberto Fernández. Este viernes 19 de febrero, coincidiendo con el cumpleaños de la vicepresidenta Cristina Fernández, el escritor Horacio Verbitsky lanzó su relato sobre cómo accedió a vacunarse contra el coronavirus mediante gestión de su viejo amigo Ginés González García. El ahora exministro de Salud de la Nación se vio obligado a presentar su renuncia y muy sonriente salió del organismo que comandaba entre aplausos de sus pares laborales, y pancartas de repudio de manifestantes en la calle; que de manera muy elocuente tiraron una jeringa gigante al capot del auto que retiró al exfuncionario del lugar.
Recientemente, Beatriz Sarlo había mencionado el tema del ofrecimiento de la vacuna por debajo de la mesa. Además, la intelectual se refirió hace algunos días a la muerte del expresidente Carlos Menem como síntesis de la encarnación del cinismo en el ejercicio de la política argentina. “Un rasgo que está presente en la política argentina es el cinismo, y si hay un político que fue cínico, es Menem. En realidad, Menem fue una mezcla de simpatía con cinismo, lo que es muy difícil de lograr porque generalmente los cínicos son aborrecidos y los simpáticos, si son cínicos, tienen que disimularlo muy bien”, aseguró la ensayista en el programa Solo una vuelta más, del canal de noticias TN.
Lejos del aura de ostentación picaresca de Menem, Alberto Fernández no ha logrado construir la cuota de carisma necesaria para erigirse como líder de un país que es eminentemente presidencialista. Eso sí, su falta de impronta para adquirir un halo de estelaridad también se homologa a su incapacidad de generar credibilidad en el aspecto más crucial de nuestro presente: un plan de vacunación que funcione.
Cinismo e hipocresía son los rasgos más distintivos del peronismo de las últimas décadas. Este viernes, en pleno aniversario del natalicio de Cristina Fernández, volvió a circular en las redes el hashtag CristinaCumple. Con imágenes de la vicepresidenta en sus momentos de épica, rodeada de su masa de aplaudidores, postales que se contraponen con un presente en que la gestora del triunfo de Alberto Fernández solo se muestra interesada en cumplir consigo misma. El Frente de Todos modelo 2021 es un extraño ente que se autodestruye, entre rencillas de poder y la ausencia absoluta de un norte a seguir.
Si lo de Verbitsky fue un torpe sincericidio o una maniobra orquestada por CFK para llevarse puesto a uno de los "funcionarios que no funcionan", es de momento un enigma. ¿Esa confesión fue un regalo de cumpleaños para Cristina?. Mientras tal interrogante sobrevuela en las redes y en declaraciones como las del diputado nacional Omar de Marchi, que exigió la renuncia inmediata del jefe de gabinete Santiago Cafiero. El representante mendocino señaló en su cuenta de Twitter que Cafiero "es responsable por acción u omisión, ya sea porque conocía los hechos ilegales o bien por omisión a los deberes de funcionario público, por no advertir lo que era de público conocimiento, que las vacunas se utilizaban como favor político para amigos y militantes".
Entre la arrogancia de hacerse acreedores del bien más demandado en el mundo y esa falsa idea de mostrarse como soldados al servicio de la sociedad, estos personajes buscan cubrirse con la pátina de héroes de batalla. Desde Axel Kicillof, que manifestó sentirse "orgulloso de haber puesto el hombro", hasta el sindicalista Hugo Moyano, uno de los beneficiados por el "vacuna gate" junto a su esposa y su hijo de 20 años; diferentes figuras de la escena política ya pasaron por el pinchazo. Mientras tanto, muchísima gente se cansa de darle F5 al teclado para tratar de dar con su turno para ser inoculada.
En un país arrasado por gestores de poca monta, el episodio del viernes es una muestra de la inoperancia extrema de la gestión de Alberto Fernández. La cristalización de una falta de proyecto, que incluye tanto al presidente como a su mentora. Un gobierno errático que no para de tropezar con sus propias piedras.