Instituciones enfermas

Orozco: el médico que se contagió de la vieja política

El intendente de Las Heras firmó un decreto para pasar a planta a 843 empleados. Realizó un acto y se mostró como el gran benefactor de todas esas familias. Pero su decisión atenta contra la igualdad de oportunidades y posterga el reclamo por la implementación de concursos transparentes que pongan fin a los posibles acomodos.

domingo, 21 de julio de 2019 · 13:11 hs

Con orgullo, Daniel Orozco se jactó esta semana de haber hecho felices a 850 personas. Aseguró que tenía el "deber moral" de pasar a planta permanente a empleados que desde hace al menos dos años trabajan como municipales. Incluso destacó el caso de la hija de su chofer, que tras seis años como contratada ahora tendrá estabilidad laboral. Lo que Orozco no entiende es la injusticia que encierra esa decisión. ¿Cómo llegaron a ser contratadas esas 850 personas? ¿Se los eligió por sus capacidades o simplemente conocían a alguien que los ayudó a entrar al municipio?

La decisión de Orozco no es ilegal, pero el daño institucional que genera es incalculable. El intendente como señor feudal se muestra generoso y firma un decreto para que 850 personas pasen a ser personal estable del municipio. Lo hace convencido de que es un gesto generoso. Se saca fotos y festeja su propia decisión. "Están felices. Ahora podrán acceder a créditos", sostiene pensando en la hija de su chofer, familiares de sus funcionarios, militantes de su partido y otros tantos de la oposición. "El 80% son personas que ingresaron con la gestión anterior", se escuda y como ejemplo emergen los nombres de la exreina vendimial Wanda Kaliciñski, el exboxeador Pablo Chacón y el exfutbolista Carlos Azcurra.

Pero ya sea la hija del chofer, el pariente de alguien de su gabinete o el amigo del exintendente, la gran mayoría fueron contratados a dedo. El departamento de Las Heras tiene más de 200 mil habitantes, muchos de los cuales no tienen trabajo. Miles de ciudadanos igual o más capacitados que muchos de los 850 beneficiados por Orozco. Pero ellos no tuvieron la chance de aplicar para el puesto en el que el intendente acaba de efectivizar a esos bendecidos. Amigos de, conocidos de, parientes de e incluso suertudos que estuvieron en el lugar indicado en el momento indicado.

Orozco no entiende que lo que él considera un deber moral consolida un sistema desigual. A nivel provincial esta gestión dio el gran paso de conformar comisiones de concursos y llamó a concurso abierto para interesados a ingresar al Estado. Para 53 cargos se anotaron más de 30.000 mendocinos. La demanda está. Los mendocinos quieren trabajo y el Estado se presenta como una oportunidad tentadora para miles de personas. Las Heras no es la excepción.

El exintendente Rubén Miranda y el secretario privado de Orozco, Fabián Tello.

Pero en lugar de llamar a concurso Orozco entendió que correspondía acordar con el gremio el pase a planta de los contratados. "Están felices", afirmó en MDZ Radio justificando su buena intención.

Orozco parece no entender que, aún siendo médico, está contribuyendo al deterioro de la salud de las instituciones en la provincia de Mendoza. Nadie duda de la felicidad que sienten los 850 beneficiados. Tampoco de que no corresponde que trabajen en condiciones precarias. Pero es hora de transparentar el mecanismo de ingreso al Estado y terminar con la desigualdad de oportunidades.

Daniel Orozco se puso la ropa del sindicato municipal.

El intendente y candidato a la reelección hoy es visto como un hombre generoso por esas 850 familias. Le agradecen el pase a planta y la estabilidad laboral. Aplauden la firma del decreto de nombramiento. Es lógico. 

¿Y el resto de los lasherinos? El hijo del almacenero, el hermano del zapatero, el que hace changas en la moto, el que cosecha y no conoce a ningún funcionario ¿por qué no tuvo oportunidad para competir por uno de esos 850 cargos en planta?

Mientras la clase política y los sindicatos sigan teniendo el poder de sentarse a elegir y acomodar trabajadores, difícilmente se les abran las puertas. Salvo que tengan algún allegado que les facilite el camino.