PASO 2019

Las PASO, como un almacén de ambigüedades

Los candidatos juegan una elección interna en estas PASO de Mendoza del 9 de junio. Sin embargo, algunos lo disimulan, haciendo creer a la ciudadanía que ya vamos directamente a elegir gobernador y vice. Pero no. Hay una oferta ambigua en casi todas las propuestas. Una reflexión para el análisis y el nombre de la columna, pedido prestado a la gran escritora Ana Freidemberg de Villalba.

domingo, 12 de mayo de 2019 · 10:10 hs

Hace algunos lustros, la escritora radicada en Mendoza Ana Freidemberg de Villalba presentó un libro para el que construyó un título interesante: "Almacén de ambigüedades". de 1993. Ella nos dejaría para siempre diez años después.

Valga aquel título ahora -y siempre es oportuno recordar su paciencia docente con aquellos que querían ser escritores y se daban cuenta que no era solo cuestión de ponerse a escribir- para analizar un aspecto del proceso electoral desencadenado el viernes pasado y que en menos de un mes nos convocará a las urnas.

Vale volver a viejos términos de la política para señalar que los partidos y alianzas han bailado un verdadero minué para constituir sus listas y para consagrar a las figuras que los representan ya desde carteles que abundan en cuanto espacio disponible real o virtual consiguen usar.

De aquellos términos de antaño rescatamos el concepto de "candidatos naturales" para diferenciarlos de los forzados. Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias representan precisamente la posibilidad de que desde sectores no dominantes de los partidos se desafíe el poder de quien tiene la hegemonía, en la búsqueda de nuevos nombres y proyectos.

Lo que sucede no es precisamente lo calculado: hay alianzas que se han entregado al proceso de selección de candidatos, luchando internamente, ya sea por convicciones contrapuestas o por carencia de lugares suficientes para satisfacer la vocación/ambición de sustentarse en cargos públicos de sus integrantes.

Otras fuerzas se presentan a una interna sin competidor interno. La ley es así: no obliga a nadie a democratizarse hacia adentro y solo les da la posibilidad. De allí que los dos principales conglomerados de partidos, el que gobierna y el que gobernó antes de la actual gestión de Alfredo Cornejo, sí van a una competencia interna.

El resto se divide entre los que alinean detrás de un solo nombre (inclusive, hasta irónicamente levantando banderas contra liderazgos individuales y listas sábana), aquellos que ven la oportunidad de empezar un camino en la política y también los que perteneciendo a un partido A "alquilan" un partido G para descargar su bronca o -si dejamos liberada la imaginación- para jugar en favor o en contra de otros con cuestiones internas pendientes, sin chances reales de dar batacazo alguno.

En el oficialismo son tres las fuerzas: en el radicalismo hay disputa interna entre los tradicionalistas y los que están en la gestión; el PRO de Mauricio Macri lleva de precandidato a la gobernación a un experimentado candidato que ya ha intentado en otras oportunidades ser gobernador. Este sector creía correr con el "caballo del comisario" pero frenó sus expectativas la crisis nacional, un fantasma que solo es exorcizado cuando se recuerda el descalabro de la principal fuerza opositora cuando le tocó gobernar, hace poco.

En el peronismo compiten dos que dicen quererse, pero que no lograron ponerse de acuerdo. Este sector político, en esta oportunidad volvió a cambiar su "marca electoral" como lo viene haciendo cada dos años, con tal de evitar poner a la vista aquellos fantasmas. Allí el principal cambio es la denominación, porque los nombres representan más o menos los mismos que se han venido ofreciendo en la góndola de las candidaturas en las últimas elecciones, ubicados más arriba o más abajo; de manera más visibles u ocultos en el listado. Creían que no tenían chances y se preparaban para volver en 2023, pero justo lo mismo que frena a los otros los entusiasma a ellos: un batacazo de Cristina Kirchner en momentos de crisis los hace soñar con entrar a la Casa de Gobierno en medio de una ola de descontento, de un "voto castigo", sin rendir cuenta en Aduanas, digamos.

No es posible conocer si la ciudadanía está lo suficientemente enterada de que lo que va a votar el 9 de junio no es al futuro gobernador o al intendente, sino que va a resolver quién es el mejor, más capacitado o menos malo dentro del partido que le parece más adecuado para afrontar la gestión. 

A muchos candidatos les conviene instalarse como si ya estuvieran compitiendo por el Sillón de San Martín, directamente. Se nota cuando lanzan propuestas que, por ofrecer disparatadas quimeras, o son armadas por asesores porteños que les venden el mismo libreto a los candidatos de cualquier punto del país, desconociendo la historia reciente de Mendoza y las heridas aun sangrantes del descontrol y la desidia, o solo aguardan captar interés aplicando en la instancia PASO, a sabiendas, el Teorema de Baglini, con tal de hacerse ver.

La cuestión es que este es el momento de definir qué equipos, con qué antecedentes, está más capacitado dentro de cada oferta electoral, al menos, de aquellas que tienen más de un sector para mostrar.

Yendo a los nombres propios, Cambia Mendoza -que desechó la chance de cambiar su nombre por "Cambiando Mendoza", que había sido sugerido en diciembre por Cornejo- Rodolfo Suárez tiene dos equipos: el de la Ciudad de Mendoza y el que gobierna la provincia, constituido por el actual gobernador. Pero en caso de ganar la paso, deberá seguramente ceder espacios a sus socios, que son muchos, pero el principal es Omar de Marchi.

El intendente de Luján, por su parte, tiene todo el respaldo del gobierno nacional y exhibe un equipo multicolor (partidariamente hablando) en la tarea que realiza desde la intendencia a su cargo. Se calcula que, de igual modo, hará sinergia con gente de Cornejo y Suarez en caso de imponerse. Por su parte, la tercera opción es mucho más interna de la UCR que del espacio Cambia Mendoza: Fernando Armagnague lo que disputa es, en realidad, el liderazgo radical desde su pasado balbinista y su presente vinculado al hijo de Alfonsín, "Ricardito".

Encuesta

Elegí dentro de Cambia Mendoza

El peronismo tiene una disputa nacional en su seno: quién es más cristinista, ahora que Cristina Kirchner parece ser la única opción dentro del peronismo ante la tentación de los no kirchneristas de sumarse a "otra cosa". Allí el intendente de Maipú, Alejandro Bermejo, que ya manifestó su opción por Roberto Lavagna, tiene para mostrar como "carta K" al diputado nacional Guillermo Carmona quien ahora, por las dudas, ya no defiende tanto en público a Nicolás Maduro y les pide a los periodistas que no le pregunten por Venezuela. Anabel Fernández Sagasti juega de campeona del cristinismo, con fotos, videos, audios, estampitas y todo lo que le pida a la expresidenta. Puede decirse que esa es la verdadera disputa de la PASO, más allá de los juegos ambiguos. 

Las ambigüedades juegan en las dos principales fuerzas, pero también en el resto. Las otras se muestran como opción alternativa y preferirían que todo el mundo crea que el 9 de junio se elige al futuro gobernador.

En los "grandes", que han gobernado en forma alternada y con diferente suerte y capacidad desde 1983, el doble juego pasa por otro lado.

Cambia Mendoza tiene el dilema de esconder a Macri y mostrar a Cornejo, porque lo que se elige es meramente local.

Elegí -así se llama ahora el peronismo- tiene una candidata que se juega por el todo con CFK abiendo que se trata de una elección interna y luego verá cómo se presenta ante un electorado que incluye no peronistas e independientes. Y el otro sector, el "de los intendentes" peronistas, juega el juego de la silla por no perder las que ya tiene e intentar arrebatar alguna más, pero coqueteando por fuera del peronismo y con todos los que le puedan aportar desde lo externo para imponerse en lo interno.

Hay que sumar un dato: una vez más un peronista va por fuera, como lo hiciera antes María José Ubaldini. Se trata de Dante González, que usará la Lista 6 del Partido Intransigente (que antes aquilara Protectora) y representa un kirchnerista que a nivel nacional se autoreferencia en Unidad Ciudadana.

Las PASO son interesantes, si se comprende su espíritu. Y más que un plebiscito de gestión (una de las miradas posibles) lo es hacia adentro de los partidos. En definitiva, la pregunta a realizarse antes de votar debería ser algo así como "quién quiero que gane dentro del partido de mi preferencia". Una vez elegidos los candidatos, habrá que tomarles un verdadero examen sobre qué y cómo gobernarán. No ahora. Lo que está a la vista es suficiente porque nadie que ocupe una precandidatura hoy nació de un repollo. Los conocemos.

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