Campaña
Las luces rojas que aparecen en el tablero de Suarez
La imagen de Mauricio Macri se desplomó veinte puntos en Mendoza en los últimos tres meses y el gobierno de Alfredo Cornejo sabe que eso afectará a su candidato. Sobre todo, porque avizoran que la crisis económica se profundizará. Alejandro Bermejo encaró mediciones para decidir cómo completar su fórmula, mientras espera acordar con Anabel Fernández Sagasti y cerrar un frente con José Luis Ramón.
Las luces rojas en el tablero electoral del Gobierno ya están encendidas desde hace semanas y un temor recorre el espinel de la campaña del oficialismo. La duda es una sola: hasta dónde terminará impactando en la candidatura de Rodolfo Suarez, el derrumbe estrepitoso de la imagen de Mauricio Macri que llegó en marzo a niveles notables en Mendoza.
Al menos tres datos alimentaron esa preocupación. De enero a esta parte, la aceptación del presidente cayó más de 20 puntos y hoy se encuentra en cifras que apenas si llegan al 25 %, cuando hacia finales de 2018 llegaba al 45%.
Como consecuencia de ello, la imagen de Cristina Kirchner creció, sobre todo y de manera muy sostenida, en el interior de la provincia.
Y el último: Mendoza no escapa a lo que ya es una tendencia a nivel nacional y es el crecimiento de la búsqueda de figuras alternativas a Macri y a Cristina. El 40% está buscando esa opción en la provincia a la hora de elegir presidente.
Alfredo Cornejo tiene estas mediciones sobre su escritorio y por ahora respira. No se detectó que el malhumor indisimulable que tienen los mendocinos con el presidente haya impactado en las chances del intendente de Capital.
Pero el gobernador sabe que todavía falta mucho para la elección y que además la campaña se llevará adelante con viento en contra.
En Casa de Gobierno descartan que la crisis económica lejos de revertirse se profundizará y que las medidas adoptadas no dieron resultado. “Nos dijeron que había que amputar un brazo para salvar al paciente y lo hicieron. Resignaron el crecimiento económico y al sector productivo para controlar a la inflación y al tipo de cambio. Y estos tres meses tampoco consiguieron eso”, es la queja que se escucha en el cuarto piso del edificio de calle Peltier.
Mientras se espera por la magnitud de ese impacto, la mirada esta puesta en otros objetivos. Uno de ellos, por supuesto, Omar De Marchi. El intendente de Luján quiso dar una muestra de apertura democrática el jueves pasado, asistiendo a la presentación de las propuestas del exgobernador Rodolfo Gabrielli. El problema para él no fue tanto haber asistido a ese evento en el Hotel Diplomatic, sino haberse prestado para la foto con las principales figuras opositoras de la campaña.
Esta imagen le dio aire a las especulaciones de que está pensando en romper su alianza con Cornejo para buscar convertirse en candidato por afuera de Cambia Mendoza. Será difícil que eso ocurra, si De Marchi rompe no será una buena noticia para la Casa Rosada que está tratando de hacer equilibrio para que Cornejo no se lleve a todos los radicales de Cambiemos. Una decisión drástica del lujanino, le podría dar la excusa perfecta al gobernador.
El propio intendente se dio cuenta del sacudón que había causado esa foto. Tardó casi un día, pero finalmente apareció en Twitter asegurando que su propuesta pasa por mejorar lo que hizo Cornejo y que la alternativa la está construyendo DENTRO (así, con mayúsculas lo escribió) de la coalición electoral que el PRO armó con los radicales y otros en 2015.
La PASO entre Suarez y De Marchi será fuerte y se transformará sin dudas en una interna de prestigio. Podría terminar votando en ella una cifra cercana al 40% del padrón y por ahora el delfín del gobernador consolida una ventaja clave.
Su postulación es muy fuerte en los cuatro departamentos más grandes de Mendoza (Las Heras, Godoy Cruz, Guaymallén y Capital) en dónde los respectivos intendentes traccionan de manera importante y, además, se ha consolidado en el Este con la incorporación de Mario Abed como compañero de fórmula. En el Sur, Suarez tiene muchísimos problemas, sobre todo, por su escaso nivel de conocimiento.
Con la mirada puesta en la competencia con el peronismo, a esta altura Cornejo empieza abandonar la idea de ganar en San Rafael y le pasará lo mismo con Tunuyán y Lavalle. En San Martín la pelea será palmo a palmo, muy posiblemente.
Y aquí entra el segundo objetivo que se hizo claro la semana que pasó: el PJ. Bastó que un precandidato soltara un puñado de propuestas, como lo hizo Gabrielli en esa presentación tan comentada, para que el Gobierno sacara toda su artillería mediática para comenzar a relucir el pasado de las administraciones Justicialistas en la provincia.
El “Rolo” tuvo un mérito. Fue hasta ahora uno de los pocos que aportó algunas ideas para sacar a la provincia del lugar en dónde esta, pero se mostró un tanto resistente a hablar acerca de lo que él mismo hizo cuando le tocó gobernar.
En su desenfreno por atacarlo, los radicales sacaron a relucir un paquete de malas decisiones tomadas hace más de treinta años. Pero en una de las diatribas los asiste la razón. Se escuchará mucho por parte del peronismo en campaña el crecimiento sostenido de la deuda durante la administración de Cornejo. Y allí el dato es incontrastable: la deuda pública de Mendoza se mantuvo durante años en valores constantes en alrededor de U$S 1.000 millones y de 2016 a esta parte trepó a los U$S 1.500 millones. Cómo se explica el origen de tamaño endeudamiento es parte central de la discusión: dos tercios corresponden a bonos emitidos en los ’90 tras la caída de los bancos provinciales. Y el salto de los últimos períodos está generado básicamente por el descalabro fiscal de la administración de Francisco Pérez en dónde se gastó más de lo que se recaudó y se generó una deuda que Cornejo tuvo que cancelar con proveedores, con el Banco Nación, con los propios empleados públicos y hasta con el gobierno nacional por la coparticipación federal.
Precisamente el tema del endeudamiento fue el primero que Alejandro Bermejo abordó a mediados de la semana pasada, tras el anuncio del sábado cuando se presentó como precandidato.
Fue muy particular la forma en que el “Pulga” se sintió impulsado a decir finalmente que se subía a la carrera por la gobernación, después de muchos cabildeos.
Camino a Tunuyán, en dónde hizo el anuncio, recibió una llamada de su hija quien, además de mostrarle una foto de su nieta, le recriminó: “Mirá culiado: por la provincia, por nosotros, por el peronismo ya no te podés hacer más el distraído”. Esa llamado funcionó a modo de señal. Y se largó .
El maipucino está entrando en sintonía recién ahora de lo implica el paso que dio y lo primero que hizo fue ponerse a analizar los números de la provincia. Una idea ya surgió de los primeros encuentros con sus equipos técnicos en cuestiones económicas: una parte fuerte del endeudamiento, que deberá empezar a pagar el próximo gobernador, será muy difícil de afrontar si no se plantea una refinanciación.
De esas reuniones salió la decisión de jugar otra carta: él también, como Cornejo, puede mostrar eficiencia en el control del gasto público en su municipio que le permite, por caso, tener un superávit de casi $600 millones.
Pero Bermejo está lleno de dudas todavía. Y sobre todo, con quién completará su fórmula. Está claro que su plan A es alcanzar un acuerdo con Anabel Férnández Sagasti, lo que que le permitirá alcanzar dos de su objetivos.
Por un lado, que su compañera para la vice sea una mujer. Y, fundamentalmente, lograr la unidad del peronismo detrás de una sola propuesta electoral.
Para eso este fin de semana se encargaron mediciones, de cara a una definición. El “Pulga” quiere sondear no solo a la senadora nacional para ese cargo, sino que sumó a otra mujer a las pesquisas y, también, se medirá con José Luis Ramón de vice.
El dirigente de Protectora reniega de sus contactos con el peronismo, pero los mantuvo e incluso le puso un precio muy alto a la posibilidad de formar un frente que debería estar constituido antes del próximo día 10: el diputado nacional pidió ser él el candidato a vicegobernador.
El tema aquí es otro. Para el PJ, Ramón es un “loco lindo” que puede llegar a sumar votos en un frente electoral contra el Gobierno. Pero que a su vez podría transformarse en un “loco malo”, si llega a sentarse en el sillón que desea tener en la Legislatura.
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