Opinión

Clientelismo en las políticas contra la pobreza y el hambre

Los planes oficiales para bajar la pobreza y el hambre en Argentina fracasaron porque aumentaron tanto el hambre como la pobreza.

Mario Simonovich
Mario Simonovich domingo, 1 de diciembre de 2019 · 15:17 hs
Clientelismo en las políticas contra la pobreza y el hambre

"Cuando yo termine mi mandato van a cumplirse 40 años de democracia y vamos a cumplir el sueño de Raúl Alfonsín: con la democracia se puede educar, curar y comer", dijo Alberto Fernández cuando presentó el Consejo Federal Argentina Contra el Hambre. Se refería al Plan Alimentario Nacional (PAN) lanzado por el gobierno de Raúl Alfonsín en mayo de 1984 - 15% de pobreza en ese entonces, según estimaciones- y que durante 5 años distribuyó a personas carenciadas una caja con 2 kilos de leche en polvo, un kilo de fideos, un kilo de arroz, uno de porotos, dos kilos de harina de trigo, un kilo de carne enlatada, dos kilos de harina de maíz y dos litros de aceite. Cada caja costaba el equivalente a 11 dólares ($682) y el costo anual del plan era de entre 150 y 170 millones de dólares.  Se distribuyeron unas 1.200.000 cajas mensuales. El clientelismo comenzò a transitar en esa ruta, en esos años, segùn lo explicó el quien fue ministro de Bienestar Social de Alfonsín, Aldo Neri:  "Algún grado de clientelismo hubo. Siempre que se reparte algo, el riesgo existe", El plan fracasó. Fue la peor época de inflación en Argentina: 688% (1984), 385,4% (1985), 81,9% (1986), 174,8% (1987), 387,7% (1988) y 4923,6% (1989). La herencia que recibió Alfonsín en 1983 fue de 434% de inflación anual. 


En 1989, el PAN fue reemplazado por el “Bono Nacional de Emergencia”. Fracasó por la manera discrecional de su distribución (es decir, clientelismo). Gobierno de Menem. La ruta del clientelismo se iniciaba con las largas colas en la CGT y luego se desviaba hacia las dependencias del Ministro de Salud y Acción Social de la Nación cuando se agotaban las chequeras para recibir la ayuda social. También durante los años de Menem se creó el Programa Federal de Solidaridad (PROSOL) en el ámbito del Ministerio de Salud y Acción Social. No hubo control de los fondos destinados. Y fracasó.  En 1997, Elisa Carrió -que militaba en el radicalismo- junto a otra legisladora presentaron en el Congreso el proyecto de ley del Fondo del Ingreso Ciudadano de la Niñez (FINCINI). Su otorgamiento no dependía de la evaluación de un funcionario o de un puntero político, sino que la otorgaba el Estado directamente.  Era un intento de fijar una ayuda social sin clientelismo.  No prosperó esa iniciativa en esos años. 

En los años de Alberto Fernández como  jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, una investigación de CIPPEC, extrajo una radiografía de la ruta del clientelismo: basada sobre 4.8912 denuncias ocurridas entre 2002-2007  en la gestión del Plan Jefes y Jefas de Hogar. Los detalles de las denuncias: 



 Desde el entorno del próximo presidente afirman que no habrá lugar para los punteros políticos en el programa Argentina sin hambre. El diputado Daniel Arroyo, que se perfila como próximo ministro de Desarrollo Social, considera que la gestión de Carolina Stanley fue un "retroceso" ya que si bien “asistir es importante" según él faltó una instancia de "mover la actividad productiva”. ¿En la era kirchnerista esto se logró? Muchos de los programas destinados a "mover la actividad productiva” y la empleabilidad de los participantes fueron usados con una lógica clientelar. Una encuesta de la Universidad Nacional de La Plata reveló que el 84% de los beneficiarios creía que este tipo de programas eran más un instrumento político que de reinserción laboral. Por otra parte no hubo información que permitiera analizar qué tan buena era la focalización de los programas ni la evaluación de su impacto.  A partir de datos de la Encuesta Permanente de Hogares se pudo determinar que varios de estos programas no estaban focalizados en la población más vulnerable. Según datos de 2010, el 30% de los beneficiarios del programa Argentina Trabaja se encontraba en la mitad más rica de la población. Lo mismo ocurría con el programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo. La política de desarrollo social en los años de la ministra Alicia Kirchner se basó en la transferencia y entrega de insumos, en la forma subsidios, planes sociales, equipamiento o bienes básicos, pero sin planificación ni seguimiento, denuncia el informe oficial El estado del Estado.. 

"Recibí un ministerio fragmentado, asistencialista y clientelar. Escondían los datos de pobreza. Los escucho hoy hablar como si no hubieran gobernado y eso me genera bronca", dijo la ministra Carolina Stanley, en una entrevista hecha por Alejandro Fantino. Y dio algunos detalles: una parte de los fondos se distribuían desde el ministerio "y la otra parte mediante las cooperativas, que eran las que definían cuánto de ese dinero recibían a cambio de asistir a diferentes actos. Hoy en cambio ese dinero lo reciben con tarjeta de débito".

La iniciativa de Alberto Fernández se lanza el 11 de diciembre, alcanzará a unas 1.800.000 madres con chicos menores de 6 años, especialmente en la zona del conurbano bonaerense, donde el peronismo hizo una buena diferencia de votos en las últimas elecciones. 

Siempre que se reparte algo, el riesgo existe.

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