La Locomotora Oliveras y su mensaje a todas las mujeres
Aunque ya no esté, las palabras de la Locomotora Oliveras quedaron grabadas en miles de mujeres que la escucharon.

La Locomotora Oliveras y un aliento imparable.
La muerte de Alejandra “La Locomotora” Oliveras dejó un vacío enorme. Fue campeona mundial, madre joven, trabajadora incansable y referente para miles de mujeres. Su historia no empezó en un ring sino en una casa humilde, donde aprendió que la igualdad no era un sueño, sino una lucha diaria con las manos bien firmes.
La Locomotora Oliveras fuente de inspiración y su mensaje
De chica sufrió burlas, pero nunca bajó la cabeza. Decía que era pobre, pero feliz, porque en su familia no le enseñaron a quedarse atrás. Con los años, se convirtió en locutora, y mientras criaba a sus hijos, algo adentro la empujó a entrenar. Ahí encontró su lugar: los guantes, el sudor, el coraje.
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Fue víctima de violencia, pero no se quedó en silencio. Cuando hablaba, lo hacía con una mezcla de fuerza y dulzura que conmovía. "Nos golpean más, nos pagan menos, nos miran raro", decía. Pero también decía que en el gimnasio todo eso se convertía en empuje. Que el cuerpo se entrena, pero el alma se forja.
En el ring no había excusas. Ganó títulos, se paró frente a rivales duras, y muchas veces salió lastimada. Pero nunca se olvidó de hablar. Su voz fue altavoz para otras que no tenían cómo expresarse. Las alentaba a moverse, a no rendirse, a no pedir permiso para ser fuertes y para pelear lo que merecen.
Nunca negó sus raíces ni su pasado. Fue madre adolescente, trabajó en la radio de su pueblo, cruzó momentos oscuros, pero siempre avanzó. Eso era lo que la volvía distinta: no su técnica, sino su historia. Porque no venía de la nada, venía de abajo. Y eso la hizo invencible a su manera.
Su mensaje no fue solo deportivo. Fue un llamado a dejar el miedo, a abrazar la furia buena, esa que empuja a cambiar las cosas. En cada nota, en cada charla, decía lo mismo: las mujeres tienen la misma fuerza, la misma inteligencia, la misma capacidad. Solo falta que lo crean.