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Marruecos en crisis y el peligro de que los "fantasmas negros" se arrebaten reclamos justos

El terrorismo está presente en Marruecos y puede aprovechar las manifestaciones para entrometerse e instalar un régimen yihadista frente a Europa.

Las manifestaciones en Marruecos siguen escalando y piden la renuncia del primer ministro.

Las manifestaciones en Marruecos siguen escalando y piden la renuncia del primer ministro.

EFE

El reclamo en Marruecos es lógico: ¿de qué sirve un Mundial de Fútbol si no tengo acceso a la salud? Pero en el reclamo lógico aparece nuevamente el fantasma negro del yihadismo, el cual ya aprovechó la Primavera Árabe para aterrorizar al mundo.

Tras el atentado a las Torres Gemelas en 2001, los atentados de Madrid de 2004 y de Londres en 2005, Occidente mantuvo a fuerza de fuego a Medio Oriente "bajo control", con cada vez menor injerencia de Al-Qaeda, en la región. Para 2010, estalla la Primavera Árabe tras una revuelta en Túnez, lo que desemboca en una fuerte inestabilidad mientras hay un retroceso de las fuerzas de la OTAN. A pesar de esto, Estados Unidos dio un golpe que definiría el futuro del mundo árabe: Osama bin Laden cae durante un ataque comando en Pakistán y el terrorismo se atomizó.

El Mundo Árabe y el terrorismo tras la caída de Osama bin Laden

La caída de Bin Laden, en lugar de traer aún más control sobre el territorio, fue el inicio de una crisis en la Yihad que desembocó en la aparición de ISIS, el Estado Islámico, uno de los más terroríficos grupos yihadistas de la historia. Estos militantes absolutistas de Allah y el Corán avanzaron con sus vestimentas negras sin rostro masacrando a miles de inocentes por todo el Mundo Árabe sacando provecho de la debilidad de los Estados en la que derivó la Primavera Árabe y, sin la hegemonía de Al-Qaeda, dieron rienda suelta a su cacería de todo aquel que no cumpliera a rajatabla la Sharía.

Tal importancia tuvo este movimiento yihadista que el miedo se profundizó en los países musulmanes, como así también lograron generarse células que respondieran a ISIS en países donde las comunidades eran menores, como ocurrió en el África Subsahariana. Este grupo, desde entonces, se adjudicó cientos de ataques en todo el mundo, además de lograr instalar una red de reclutamiento internacional en la dark web que generó una paranoia masiva, principalmente en Europa, donde cualquier vecino podía formar parte de estos "fantasmas negros".

El yihadismo que alcanzó el Gobierno de Siria

Entre tantos cambios de gobierno que hubo durante la Primavera Árabe, quedó en jaque la dictadura de Bashar al-Assad, quien, a diferencia de los gobiernos de tantos otros países de la región, logró resistir al levantamiento, pero desencadenando una larga guerra civil que llegó hasta fines de 2024. En esa guerra, ISIS tuvo una participación clave entre los que buscaban derrocar al dictador sirio, usando como centro de operaciones el norte de Irak con centro en Mosul, mientras Bagdad buscaba liberar la región con apoyo americano.

Al liberarse Mosul por las fuerzas iraquíes y llevar control a la frontera, ISIS se vio debilitado y encontró en los rebeldes de otras agrupaciones su cobijo y posibilidad de rearme. Esta coalición infectada por el Estado Islámico fue la que finalmente terminó con el gobierno baazista, poniendo en lugar de Bashar al-Assad a Ahmed al-Sharaa, quien fuera lídel del "Frente al-Nursa", el "Jabhat Fateh al-Sham" y "Hayan Tahrir al-Sham", sucursales de ISIS en Siria.

El peligro terrorista en la rebelión de Marruecos

Así como en 2011 la Primavera Árabe trajo consigo la crisis Siria y las exigencias de renuncia al presidente al-Assad, las revueltas marroquíes piden por la salida del Gobierno del primer ministro Aziz Ajanuch, pero esto presenta un alto riesgo institucional. A diferencia de Siria, Marruecos es una monarquía constitucional que no está regido por un gobierno de facto y que ha tenido una gran alternancia entre sus mandatarios, mientras que Siria estaba sometida a una dictadura que llevaba décadas en el poder.

El pedido de salida de un primer ministro democrático podría significar un duro golpe para las instituciones marroquíes, más aún siendo un país que no tiene la costumbre de atravesar profundas crisis políticas, a tal punto que salió indemne de la Primavera Árabe, casi como si fuera ajeno a ese mundo, mientras sus vecinos ardían en manifestaciones, represión y el derrumbe de sistemas políticos.

Por este motivo, es difícil pensar en que los yihadistas no busquen sacar partido de la cuestión, ubicándose en el entrevero juvenil que marcha por causas nobles. Esta situación se agrava ante la existencia de Sahara Occidental, una antigua colonia española en la costa occidental africana ocupada ilegalmente por el Gobierno de Rabat, donde se han forjado otras fuerzas que pueden llevar a una libanización del país aprovechando la debilidad del Gobierno central.

Al mismo tiempo, de consolidarse un Gobierno afín al yihadismo, movimiento al que siempre se han manifestado abiertamente en contra los monarcas marroquíes, sería el primer estado de este tipo tan cerca de Europa, continente que ya enfrenta duras crisis por el enfrentamiento social de musulmanes y occidentales, con el condimento de las ideas de recrear epopeyas sarracenas que tiene el fundamentalismo musulmán de islamizar el mundo entero, ya sea por la fe, el miedo o la cimitarra.