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El silencio de los estafados: cómo países pierden fortunas en compras de armas

Ucrania pagó millones por armas que nunca llegaron. No fue un caso aislado: gobiernos de todo el mundo caen en estafas legales del comercio militar.

Ucrania sufrió una estafa en su búsqueda por armarse para mantener la defensa ante Rusia.

Ucrania sufrió una estafa en su búsqueda por armarse para mantener la defensa ante Rusia.

EFE

En noviembre de 2022, Ucrania transfirió €17,1 millones de euros por adelantado a una pequeña empresa de Arizona llamada OTL Imports, especializada en la venta de municiones. La transacción formaba parte de un contrato total por 49 millones de euros destinado a la compra urgente de armamento en plena invasión rusa. Sin embargo, las municiones jamás llegaron.

Pese a que Ucrania ganó el arbitraje en Viena, aún no recuperó el dinero. Y este caso no fue único. En total, según datos oficiales, el Ministerio de Defensa ucraniano adelantó $770 millones de dólares a empresas extranjeras por armas que nunca se entregaron.

Esto no es un accidente aislado, ni un error de cálculo, es un patrón. Una dinámica silenciosa y extendida en la que países —incluidos aquellos con grandes sistemas de defensa e inteligencia— son estafados por comerciantes de armas legales que operan como oportunistas profesionales. No se trata de compras en el mercado negro, ni de tratos encubiertos. Son contratos formales, con pagos registrados y firmas legales. Y sin embargo, los gobiernos pierden.

Otras estafas en venta de armas

Nigeria, por ejemplo, asignó más de $2.100 millones de dólares a la compra de armas para luchar contra Boko Haram. Muchas de estas nunca llegaron, y el dinero desapareció. En Níger, más de $400 millones de dólares fueron destinados a la compra de equipo militar que jamás se entregó. En Irak, en 2008, se firmó un acuerdo con Serbia por $833 millones de dólares en armamento. Una parte de esos envíos nunca se concretó.

En Estados Unidos, el caso de AEY Inc., que vendió municiones inservibles al Pentágono y falsificó documentación, también expone cuán permeable es este sistema a la estafa incluso en el núcleo del poder militar global.

La vergüenza no recae sólo en los estafadores. También pesa sobre quienes dentro de los gobiernos permitieron —por omisión, ignorancia o complicidad— que esto ocurriera. Muchas veces, los contratos fallidos son ocultados deliberadamente. El silencio se impone no por secreto de Estado, sino por simple miedo al ridículo. Reconocer que un país fue estafado no es sólo admitir un error: es exhibir debilidad. Y así, se perpetúa el círculo.

La tecnología como herramienta para evitar estafas

Mientras tanto, miles de millones que podrían haberse destinado a hospitales, escuelas o infraestructuras básicas desaparecen en manos de vendedores de humo con licencia legal. Los ciudadanos nunca se enteran, el dinero se esfuma y la historia se repite.

Frente a este escenario, la inteligencia artificial será una herramienta crítica. Algoritmos de aprendizaje automático cruzarán información financiera, historial logístico y reputación digital de empresas proveedoras en tiempo real. Sistemas automatizados detectarán inconsistencias en certificaciones, rutas comerciales, capacidad de entrega o incluso en la estructura societaria de los oferentes. La IA no reemplaza el juicio político, pero provee una red de advertencia mucho más robusta y menos vulnerable a la presión, la urgencia o el engaño. En la próxima guerra, quizás lo más inteligente sea evitar pagos por las armas que nunca llegarán.

Las cosas como son.

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.